En once años las importaciones de derivados del petróleo crecieron un 41%.

El Programa Estado Nación (PEN) presentó este jueves el XXIX Informe del Estado de la Nación y entre sus principales hallazgos destacó que durante el 2022 el país mantuvo sus grandes fortalezas en materia ambiental, pero continúa teniendo un alto consumo de combustibles fósiles, principalmente para el transporte, lo cual ha llevado a un aumento constante en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Según señala el informe Costa Rica registra un lento avance en la transición energética de la flota vehicular. Para el período 2011-2021 se contabilizan tan solo 27.992 unidades con tecnologías distintas a la combustión, y menos de 220 son de transporte público (eléctricos o híbridos), por lo que el país Costa Rica continúa importando grandes cantidades de derivados del petróleo, con un crecimiento del 41% en esas importaciones en once años.

Sobre este tema la investigadora del PEN, Karen Chacón Araya, señaló:

El alto consumo en combustibles fósiles se debe, en gran parte, a un sistema de transporte y movilidad que ha permanecido prácticamente sin cambios durante treinta años, el 75% de la matriz de consumo energético está basada en hidrocarburos”.

Los datos del informe señalan que en 2022 el país compró 21,7 millones de barriles de petróleo; lo que significó un incremento de 1,2 millones, en comparación con la cifra adquirida en 2021. El año anterior la factura por la compra de petróleo fue de 2.515 millones de dólares, la cifra más elevada desde 1990.

Del lado del sector eléctrico el informe muestra que la composición de fuentes de energía del país no registró cambios significativos el año pasado y el crecimiento en la demanda fue de un 3,9% con respecto al año previo.

Durante el 2022 el 73% de la electricidad se generó a partir de plantas hidroeléctricas, seguidas de las geotérmicas (13,6%) y eólicas (11,5%), sin embargo, la investigadora del PEN advirtió:

El riesgo que observamos es que, en un contexto de cambio climático, donde ya hay manifestaciones como la reducción de los caudales de agua en embalses clave, un país como Costa Rica, en 2023, recurre más a las plantas térmicas que utilizan búnker o diésel para generar electricidad. Esto, además de aumentar los costos de la electricidad, plantea preocupaciones ambientales a mediano y largo plazo”.

Esta situación se empezó a manifestarse durante el 2023, con los datos al 17 de julio de este año el informe reconoce que en el país se consumió un total de 6.640.060 MWh de energía eléctrica, de la cual un 4,5% se generó mediante el uso de búnker o diésel, cuando históricamente no se superaba el 1%. Este aumento estuvo vinculado al fenómeno del Niño que provocó la reducción de los caudales de agua, principalmente de los embalses Arenal y Cachí.

Chacón Araya concluyó señalando:

Pese a las fortalezas en conservación, el balance en materia ambiental sigue siendo insostenible. Particularmente, la matriz energética de Costa Rica genera impactos crecientes e implica riesgos para un uso viable y seguro de la energía. Mantener esta tendencia de consumo en el largo plazo conllevaría a un retroceso en esta materia”.

El informe puntualizó algunas alternativas enfocadas en la transición de la matriz energética en Costa Rica, que incluyen:

  • Diversificar y expandir las fuentes alternativas para alimentar el sistema eléctrico nacional.
  • Almacenamiento de energía de la red eléctrica mediante el uso de baterías y el turbobombeo.
  • Ampliación de los sistemas de generación eléctrica a pequeña escala (generación distribuida) utilizando fuentes renovables de energía solar, eólica, biomasa y el agua.
  • Transformación de la flota de vehículos (ligeros y de carga) de combustión interna a tecnologías cero emisiones.

Lea las notas sobre el XXIX Informe del Estado de la Nación: