Programa Estado Nación presentó su XXIX informe
El Programa Estado Nación (PEN) presentó este jueves el XXIX Informe del Estado de la Nación alertando que el país está sumido "en la inmediatez, en la coyuntura; quitó las luces largas y descuidó el rumbo", lo que lo lleva a no lograr cumplir la promesa con la población, que el PEN definieron en que Costa Rica aspira a ser: "Una democracia, que busca el bienestar para todas las personas, estimulando la producción pero con justa distribución de la riqueza, en armonía con el ambiente y con derecho a la educación y al trabajo para buscar una vida digna".
Según el informe "durante el 2022 y el primer semestre de 2023, el país consolidó un desgaste de los logros históricos de su desarrollo humano sostenible, así
como una mayor incapacidad de su democracia para promoverlo", por lo que esa promesa con la población se puede ver incumplida en lo que el PEN resumió en cinco mensajes centrales sobre la situación que atraviesa el país y algunas contradicciones que quedan en evidencia con el informe.
Primero, que somos una sociedad que le apuesta a estimular la producción, pero tras la pandemia, retorna un patrón excluyente. La promoción de exportaciones y la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) lograron un crecimiento económico moderado de largo plazo y un sector exportador dinámico y diversificado. Pero a la vez se han profundizado desigualdades productivas y laborales que impiden expandir el desarrollo humano y afectan a los sectores más vulnerables.
Segundo, si bien el país logro un desarrollo inclusivo, articulando crecimiento económico y bienestar social hay evidencias de una creciente desconexión entre estos elementos, ampliación de las desigualdades y una mayor vulnerabilidad de amplios sectores sociales.
Además, el tema de la conservación ambiental ha sido una fortaleza, ya que el país apostó por la conservación y consolidó logros históricos, pero registra un balance insostenible. En gestión y política ambiental muestra signos de ambigüedad, estancamiento e incluso retroceso en áreas clave.
Por otro lado, si bien Costa Rica logró movilidad social a través de la educación y el trabajo, bajo un régimen de bienestar, hoy acumula rezagos y barreras en esos canales para las generaciones presentes y futuras.
Por último, como país conservamos un activo estratégico en la democracia, pero nuestra democracia se diseñó con un sistema político para resolver problemas a partir de la cooperación, y la debilidad de los actores políticos, el antagonismo y las formas de gestión política dificultan la construcción de acuerdos, de soluciones y de resultados.
La presentación del informe finalizó haciendo un llamado a la necesidad de volver a conversar entre todos los actores para prever qué soluciones podemos lograr y que no se perjudiquen a las clases más vulnerables.
Desde Delfino.cr hemos preparado una cobertura especial para abordar los principales temas y hallazgos que nos presenta este XXIX Informe del Estado de la Nación.
Sobre la situación país se destacó que las condiciones desiguales del mercado laboral costarricense y la mala calidad de los empleos disponibles desalientan la búsqueda de empleo entre las personas sin trabajo, afectan más a las personas cercanas a la edad de jubilarse y a las mujeres, mientras que la Inversión Social Pública —crucial para mejorar la calidad de vida de la población— se ve limitada por la contención del gasto público aplicado en años recientes.
Además, la situación de violencia que atraviesa Costa Rica, no está únicamente en las calles, sino que se está registrando un aumento de la violencia a lo interno de los hogares costarricenses.
Mientras tanto las desigualdades se continúan multiplicando en la capacidad productiva a lo largo del país. Por ejemplo, ocho cantones de la Gran Área Metropolitana generan el 54% de la producción costarricense. Lo mismo sucede entre las personas, ya que en 2022 fueron los hogares de menores ingresos quienes más afectados se vieron por la fuerte inflación del año anterior.
Incluso, el país comenzó a registrar retrocesos en temas que antes eran baluartes. Así, notamos una caída en el acceso al agua potable para la población, que pasó de cubrir al 95,7% de la población en 2021 a cubrir el 89,9% en 2022.
De igual forma, si bien la matriz eléctrica continúa siendo mayoritariamente generada con energías limpias, la matriz energética costarricense sigue dominada por los combustibles fósiles, debido a la lenta transición de la flota vehícular a unidades con tecnologías distintas a la combustión, mientras que nuestros bosques son insuficientes por sí solos para cumplir con las metas en mitigación del cambio climático.
Por último, nuestro sistema democrático, diseñado para ejercer el poder de manera descentralizada y equilibrada, se ve amenazado ante la incapacidad de autoridades de negociar y cooperar. Situación que, a su vez, se da en un ambiente que se empeora por que la apatía ciudadana también se está viendo reflejada en la tendencia de baja movilización social.
Este estilo no solo le pasa factura a la relación entre poderes, sino que incluso este “intento de centralización de poderes en la Presidencia de la República, procurando el alineamiento del gabinete y del personal de confianza en la gestión pública, ha estado asociado a una fuerte inestabilidad en el Ejecutivo”, visto que el primer año de la administración Chaves Robles fue el que mayor rotación de jerarcas ha tenido en el período 1978-2023.