Los hogares más vulnerables destinan hasta el 40% de sus ingresos a alimentos.

El XXXI Informe Estado de la Nación 2025, presentado este jueves por el Programa Estado de la Nación (PEN), advierte que aunque los organismos internacionales reconocen el buen desempeño macroeconómico del país, esta estabilidad apenas empieza a reflejarse en el poder adquisitivo de los hogares —tras varios años de pérdida— y aún no logra impulsar un crecimiento verdaderamente inclusivo.

El informe señala que, durante 2024, la inflación se ubicó en torno al 0,8%, después de haber registrado un -1,77% en 2023, lo que consolidó un periodo de estabilidad en los precios.

Sin embargo, según el investigador adjunto del Informe Estado de la Nación, Luis Vargas Montoya, esta tendencia solo permitió una recuperación parcial del poder adquisitivo de los hogares; y la mejora aún no compensa el deterioro acumulado y desigual entre los distintos estratos de ingreso durante los cuatro años previos.

Vargas señaló:

Por ejemplo, el rubro de alimentos mantiene aumentos superiores al promedio general de precios, y en él se concentra el 37% del gasto de los hogares del estrato de ingreso bajo, mientras que en los de ingreso medio y alto, respectivamente representa el 28% y 18%”.

El informe detalla que “la caída en los ingresos con la pandemia del 2020 y un choque inflacionario en el 2022 que elevó fuertemente los precios de los bienes y servicios de los hogares. Persiste la percepción de que “el dinero alcanza menos”, pese a que los ingresos de los hogares han aumentado y se ha registrado un periodo de deflación de prácticamente dos años”.

Adicionalmente, según el PEN, el análisis de la evolución salarial muestra una tendencia desigual:

Tras la pandemia, los ingresos reales de los estratos medio y alto se recuperaron con mayor rapidez, mientras que los grupos de menores recursos enfrentaron estancamiento o caídas, con mejoras apenas en los años más recientes”.

Para el PEN "esta disparidad evidencia una estructura laboral donde los aumentos en productividad y crecimiento se distribuyen de manera que perpetúan la inequidad", a la cual se suma la brecha entre productividad y salarios:

Entre 2006 y 2022, los salarios reales crecieron un 13%, siete puntos porcentuales por debajo del incremento en la productividad laboral (20%). Esta diferencia muestra que el aumento en la producción no se traduce íntegramente en mayor poder adquisitivo para los hogares".

El PEN agregó:

Desde el cuarto trimestre del 2020, el empleo ha mostrado un dinamismo significativamente inferior al de la producción y la brecha en su crecimiento se ha ensanchado en el último quinquenio”.

El informe concluye que "indistintamente del estrato de ingreso, es comprensible que los hogares costarricenses aún no perciban mejoras en su poder adquisitivo. El 2024 ciertamente representó un alivio para el presupuesto de los hogares, pero le antecedieron cuatro años en los que afrontaron un aumento en los precios de sus principales bienes y servicios de consumo superior al de sus ingresos".


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