-Oíme, ¿cuándo volvemos al brete remoto?
Fulanito sí que es cara e’barro. Llega tarde y encima llega preguntando por el WFH en lugar de justificar la tardía. Va invicto. Ha llegado tarde todos los días esta semana.
-Diay, ¿cómo querés que llegue temprano? Mirá, yo salgo veinte minutos antes. Pongo el Waze, Google Maps, alisto el podcast de mindfulness, me pongo aceite esencial de lavanda para ir relajado, enciendo el bluetooth, orino antes de salir, alisto merienda por cualquier cosa y me encomiendo a la sangre de Cristo. ¿Y sabés lo que pasa?
No, pero ¡qué vas a saber vos lo que pasa, si vos vivís aquí nomás! Lo que pasa en que me encuentro con la presa. ¿Leíste eso de la nueva hora pico? Ahora es de 6 a 10 de la mañana. CUATRO HORAS DE PRESA. Ni que yo tuviera horario de gerente para entrar a las diez y media.
Veme como llego: estresado, despeinado, sudado, de mal humor, histérico, gruñón. Me transfiguro. Y ni te cuento lo que estoy gastando en gasolina. Tengo el clutch y la pastilla de los frenos hechos un hilito.
Mirá, es que no es solo la presa. La gente se desespera y tira el carro, se mete contra vía, lo madrean a uno. Hay otros que como nada se mueve, se ponen a ver el celular y diay, no se dan cuenta que podían avanzar medio centímetro y el de atrás los choca. Y oootro atraso más y uno sin poder agarrar para ningún lado. Ni me digás que atienda llamadas mientras tanto, porque en ese desastre y el mosquero que arman las motos que se te meten por todo lado, yo ya ni sé cómo me llamo.
No me puedo venir en bus porque venimos como sardinas y si con carro llego tarde, con bus ni te digo. No hay tren. ¿te imaginás la sabrosera, venir uno sentadito, viendo el paisaje, leyéndose algo? Sí, yo sé que son sueños de opio. Pero es que esto no es vida. Es puro realismo-mágico, pero de ese que es distópico.
Si ya en la pandemia trabajamos desde la casa y todo funcionó, hagámolo otra vez. Decile a la Gerencia. Yo sé que no todos los puestos podemos hacerlo, pero algo es algo. Ahora seríamos más eficientes, porque los chiquillos están en las escuelas, ya uno está vacunado y no tiene esa angustia de que te agarre el Covis. Hasta el gobierno ya dijo lo de trabajo remoto para empleados públicos.
¡Ay, Fulanito! A todos los afecta lo de la presa, hasta los que vivimos cerca. Seguro ya has visto lo de las citas médicas que se han perdido. Y las Universidades están ofreciendo clases virtuales. Ni te cuento cuántas horas paso yo en el carro al día. El problema es que de nada nos sirve saber las razones del colapso, porque si igual necesitamos pasar por ahí, no hay opción. Por un lado, el trabajo remoto puede ser una opción, pero no tengo tan claro que sea sostenible a largo plazo y hay expertos que están diciendo que esto puede durar un año. Vos sabés que corporación pidió que volviéramos a la presencialidad.
Por otro, también podríamos aplicar horarios escalonados, ser más flexibles con las llegadas tardías, incentivar reuniones virtuales. Además, hay que ver si las medidas que anunció el gobierno sirven de algo.
O sea, aun no podemos definir nada. Si lo llevo a casa matriz para aprobación, no lo puedo hacer sin que se aclaren los nublados ¿Me entendés?
-Bueno. Vale que ya tengo práctica en esto de resignarme. Atravesándote el caballo ¿vos de verdad crees que sea cierto que este desconeje sea culpa de los alemanes? Digo, no es como que tengan fama de ser desordenados.
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