Partamos de un hecho, Rodrigo Chaves es, según Rodrigo Chaves, una verdadera maravilla: no hay nadie más inteligente, más importante, más divertido, más, más y más. Nos quedan seis meses, si tenemos suerte, de este “portento” porque si en nuestro futuro está el gane de su monigote, la continuidad no será otra que la del espectáculo de Chaves. Si Laura Fernández se imagina que podría gobernar es más ilusa de lo que parece. Como narcisista Rodrigo Chaves es incapaz de ceder el control.
Por otra parte, también ligado a su personalidad narcisista, Chaves se siente víctima de todo aquello que lo enfrente o interpele, pero eso es más bien un acicate para que y humille, ataque, mienta, insulte y critique sin fundamento. En el mundo de Chaves solo hay seguidores y enemigos, girando en torno de él.
Hace aproximadamente un año, en San Carlos, Rodrigo Chaves se había dejado decir que Costa Rica vivía en dictadura desde 1948; además, que a él le habían contado que era el dueño del país para luego cerrarle portones. Así de claro dejó desde entonces que aspiraba al control absoluto de Costa Rica.
Un día sí y otro también Chaves abre la boca para hablar contra los otros poderes de la República y las instituciones que constituyen el contrapeso del Poder Ejecutivo. Un día sí y otro también Chaves intenta desmedrar actividades productivas, medios de comunicación, instituciones autónomas y lo que represente el odio que lo embarga, con más o menos éxito, pero lo cierto es que el país vive apagando los incendios que provoca Narciso desde Zapote.
Al 30 de julio de 2025 el gabinete de Chaves acumulaba 51 renuncias y 23 destituciones. Por eso me hace gracia cuando Laura Fernández dice orgullosamente “Yo fui jefa de gabinete del gobierno de Rodrigo Chaves”. ¿Jefa? Que no le cortaran la cabeza habla más bien de docilidad. En ese gabinete no ha habido rumbo, propósito o programa. Lo que sucede ahí es lo que se le ocurre al conato de dictador, que confundió gobernar con autobombo.
Cuando Rodrigo Chaves se parcializa y pide cuarenta diputados que comulguen con él, está descaradamente exhibiendo sus planes de perpetuarse en el poder. La ausencia de oposición la buscan los que suspiran por las autocracias.
Chaves ha mantenido sus esfuerzos de desprestigio de toda la institucionalidad costarricense a lo interno, ahora el esfuerzo se enfoca en el exterior, con el auxilio de Catalina Crespo, premiada con la embajada de Costa Rica en Estados Unidos, por su pésimo trabajo como Defensora de los Habitantes. A Chaves el país y su democracia no le importan; como buen narcisista no podía faltar la campaña de difamación.
Un día de estos oí al filósofo y periodista Martin Gak nombrando a Chaves en una lista de gobernantes a los que él se refiere como “neofachistas” y recordé con horror las palabras de Chaves: “¿Está promoviendo un tratado de libre comercio con el Estado genocida y terrorista de Israel, donde se comen a los niños y papapapapá y cómo va a firmar eso?”, dijo, sin empacho, haciendo parodia del periodista que le cuestionaba y afirmó sonriente, mostrando un bolígrafo, que tiene la intención de firmarlo.
Las palabras de Gak me dejaron un sinsabor profundo. Pese a ser sobre Chaves, el comentario no dejó de dolerme y lo que más me duele es que sé que no lo puedo contradecir. Un gobernante que habla con tal desparpajo del asesinato de niños y niñas inocentes no merece menos.
Lo que queda: las elecciones están a la vuelta de la esquina, así que pongámonos a leer programas de gobierno, a oír y ver debates y sobre todo a desterrar la indiferencia ante la política del país. Nuestro destino está en el voto informado y meditado. Hago un llamado especial a los jóvenes para que piensen en el derecho y la obligación ciudadana del sufragio, solo así asumirán las riendas de una democracia que les pertenece y que hoy sufre el mayor embate.
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