Hace poco se publicó un artículo llamado De tierras prometidas y genocidas. El texto hace acusaciones muy fuertes contra Israel, y también contra los cristianos que lo apoyamos. Como creyente, me siento en la obligación de aclarar algunas cosas, porque muchas de las afirmaciones del artículo están fuera de contexto o son simplemente falsas.

Primero, se habla de la gran cantidad de palestinos muertos, sobre todo niños. Cualquier muerte es dolorosa, lo sabemos y lo lamentamos profundamente. Pero hay algo que se debe decir con claridad: Hamas, el grupo que gobierna Gaza, usa a su propia gente como escudo humano. Es decir, pone a civiles, incluso niños, en medio del conflicto, escondiendo armas y terroristas en hospitales, escuelas y casas. Esto está más que comprobado. No es un invento ni propaganda.

Además, muchas de las cifras que se publican sobre muertos y heridos salen de fuentes ligadas a ese mismo grupo terrorista. Esas cifras han sido cuestionadas por varios expertos porque suelen contar a los combatientes como si fueran civiles, o inflan los números. Incluso la revista médica The Lancet, que a veces se usa para dar “validez” a estos datos, ha sido criticada por publicar información falsa o manipulada.

Seamos claros: acusar a Israel de “genocidio” es algo muy serio y no se puede hacer solo porque se siente así o porque lo dicen en redes. El genocidio es un crimen específico, con requisitos legales, no una etiqueta que se pone porque sí. En este caso, Israel no tiene intención de exterminar a otro pueblo. En cambio, Hamas sí ha dicho públicamente que quiere borrar a Israel del mapa, y lo demostró con los ataques brutales del 7 de octubre de 2023.

Además, si Israel estuviera cometiendo un genocidio, no permitiría la entrada de ayuda humanitaria, ni corredores médicos, ni la atención de palestinos en sus hospitales. Eso simplemente no encaja con la narrativa de quienes quieren hacerlo ver como un Estado asesino.

Por otro lado, el artículo dice que Israel es un invento colonial, producto de proyectos políticos. Eso no es verdad. A diferencia del colonialismo europeo, donde las potencias robaban tierras y explotaban a los pueblos, el pueblo judío volvió a su tierra ancestral, comprando terrenos legalmente a los dueños árabes, antes y durante el Mandato Británico. Y lo hizo basándose en un derecho reconocido: el de la autodeterminación de los pueblos.

Desde nuestra fe cristiana, también creemos que este regreso del pueblo judío cumple con las promesas que Dios hizo en la Biblia a Abraham, Isaac y Jacob. Dios les prometió esa tierra, y aunque pasaron por castigos y dispersión, también les prometió volver. Para muchos de nosotros, la creación del Estado de Israel en 1948 es parte del plan de Dios, y un milagro profético.

Por eso apoyamos a Israel. No porque nos lo ordene un político, sino porque la Biblia nos llama a orar por Jerusalén y su paz. Y acusar a los cristianos evangélicos de ser “cómplices de genocidio” por esto es muy injusto. No estamos del lado del odio ni de la guerra, sino del cumplimiento bíblico, de la paz y de la verdad.

También es falso decir que no nos importa el sufrimiento del pueblo palestino. Sí nos importa. Oramos por ellos, ayudamos en proyectos de ayuda humanitaria, y queremos que haya paz para todos, no solo para un lado.

El artículo también se burla de nuestra forma de interpretar la profecía bíblica, llamándola “escato-ficción”. Es una falta de respeto hacia millones de creyentes. Nuestro Señor Jesús no anuló las promesas a Israel, al contrario, Él mismo dijo que había venido primero por las ovejas perdidas de Israel. Nuestro mensaje no es político, es espiritual. Y sí, creemos que un día el Mesías volverá y traerá paz verdadera.

Decir que “toda religión es política” es una visión muy limitada. Para nosotros, la fe no es un partido político ni una ideología. Es una relación personal con Jesús, y un compromiso con vivir con verdad, amor y justicia.

Finalmente, el artículo termina diciendo que “Gaza es la última trinchera de la humanidad”. Esa frase suena muy fuerte, pero no refleja la realidad. Gaza ha sido usada como base del terrorismo, donde se glorifica la muerte, incluso usando a niños para eso. Es triste, pero no podemos callar ante ese mal. Así como no ignoramos el dolor, tampoco ignoramos el mal que lo causa.

No glorificamos el conflicto, ni queremos más sufrimiento. Oramos por un futuro donde judíos y árabes vivan en paz, donde los niños crezcan sin miedo y donde el evangelio transforme los corazones de todos.

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