Funciones de una COP

La respuesta a "¿qué hace y ofrece, y qué no, una COP?", es algo así como "quién sabe, pero por lo que se ve, no mucho".

En nuestro artículo anterior, comentamos que no hay evidencias claras como para considerar que el esfuerzo de los países en respetar los compromisos adquiridos en las COP, incluido Costa Rica, hayan producido resultados netos, efectivos y suficientes; las declaraciones no se han convertido en resultados que reduzcan la amenaza del calentamiento global antropogénico (CGA). Los países grandes, responsables de la mayor cantidad de emisiones no tienen, en sus prioridades, favorecer el futuro del planeta.

Las COP se materializan, por lo general, en publicidad extensa, cabildeo intenso, intercambios de ideas entre convencidos, comités de aplauso mutuo, documentos, conversaciones, negociaciones, acuerdos sobre el papel y, sobre todo, la infaltable “foto de familia” al final. Los resultados, medidas tangibles y eficaces siguen ausentes por más de una generación. Entonces, las COP futuras ¿cambiarán esta tendencia?... lo más probable es que no.

Las reuniones las organiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), con sede en Bonn, Alemania, creada en 1992. Su resultado preferido son los acuerdos internacionales, supuestamente producidos por el “consenso” de sus 198 países miembros, pero que no son legalmente vinculantes. Siempre hay formas de procedimiento que sirven para aparentar unanimidad, aunque en el fondo realmente no sea así. Además, para que un acuerdo entre en vigor, un número de parlamentos nacionales debe ratificarlos.

Los acuerdos COP nacen con todas estas restricciones. Dos de los más destacados fueron el Protocolo de Kyoto (1997) y el Acuerdo de París (2015). Tras la firma del primero, muchos gobiernos retrasaron su ratificación, por lo que no entró en vigor hasta 2005; en 2011 Canadá se retiró. El Acuerdo de París “sugiere” la reducción y absorción voluntarias de los gases, vapores y partículas de efecto invernadero (GVP-EI), pero no las hace obligatorias. De todas maneras, si todos los países cumplieran sus compromisos, el control de la temperatura global no se cumpliría, pues no abordan toda la problemática del calentamiento global antropogénico (CGA). Debe admitirse la ineficacia y fracaso recurrente de las COP por la ausencia de resultados sustantivos, aunque de vez en cuando aparezcan acciones positivas aisladas, pero con indicadores difíciles de evaluar. Recuérdese también que, si bien el CGA es una preocupación, no es la principal; hay muchas otras, y las acciones requeridas para su gestión, no son exclusivas.

Lo qué no hace una COP

Existen dos definiciones “oficiales” sobre el cambio climático (CC):

  • La de la CMNUCC, oficial de las COP, incluye solamente el causado por la influencia humana.
  • La del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), desarrollada por uno de esos “consensos”, de cuyo examen se deriva, incluye, y separa, el componente natural del antropogénico.

Las COP, al centrarse en el cambio climático, como si solamente fuera causado por la actividad humana, han perdido alcances y conexiones más amplias. Al elaborar un mandato que aísla al cambio climático en su propio silo, se desperdician oportunidades para integrar la acción con otras preocupaciones sociales y ambientales.

En 2015, la ONU aprobó 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); los temas relacionados con los desastres se integraron en todos ellos, reconociendo que la gestión del riesgo debe involucrarse por todos lados. Para el cambio climático se creó el Objetivo 13 "Acción por el clima", para sí mismo, divorciándolo del contexto transversal más amplio ligado a todo lo demás. El inconveniente va más allá de la nota a pie de página que sigue al título del Objetivo: "Se reconoce que la CMNUCC es el foro internacional e intergubernamental principal para negociar la respuesta mundial ante el cambio climático". Separarlo, como un ODS en sí mismo y con su propio foro, ha sido contraproducente, especialmente porque ninguno otro tiene tal posición y ni un organismo de la ONU recibe una mención similar, ya sea para el ambiente (PNUMA), desarrollo (PNUD), salud (OMS), desastres (OCHA, UNDRR), etc.

¿Hay necesidad real de más COP?

Sin duda generan atención, pero solo sobre un tema específico, mientras que podrían inspirar a actuar sobre asuntos más diversos, amplios y complementarios. Su costo financiero, en tiempo y por supuesto, en gases de efecto invernadero, es muy elevado, junto con la distracción que el cambio climático genera sobre el resto de las agendas. Se trata de una reunión anual que generalmente es más de lo mismo y sin resultados concretos. Siempre quedan muchos detalles y asuntos pendientes, pues la ciencia del clima dice muchas cosas, pero no dice otras y, por lo tanto, quedan dudas que, de todas maneras, no se resuelven en esas reuniones.

La cosecha continua de datos científicos comprobables refina la comprensión sobre el cambio climático y la porción correspondiente del CGA, pero las conclusiones generales siguen siendo, en gran medida, las mismas: El planeta se calienta y la influencia humana continúa ejerciendo un papel preponderante. Pero sigue siendo difícil desentrañar y separar los efectos, tanto de la variabilidad natural como del CGA sobre el clima global y particularmente, sobre qué esperar del futuro. Los efectos regionales, más que los globales, quizás los más relevantes, siguen siendo opacos.

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