La cumbre del clima recientemente realizada en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, ha finalizado con un acuerdo que la mayoría de medios internacionales han catalogado como histórico. Por primera vez en la historia de este tipo de cumbres se ha hecho referencia directa al petróleo, gas y carbón como los principales responsables de la debacle climática que vivimos. Durante las cumbres anteriores los textos finales centraban su análisis en los efectos de las emisiones de efecto invernadero, evitando así hacer referencia a los combustibles fósiles.
La COP28 tenía todos los ingredientes para ser un fracaso. Su sede, Emiratos Árabes Unidos, un país en el que alrededor del 30% de sus ingresos proceden del petróleo y el gas, era considerado junto a otros exportadores de petróleo árabes como Arabia Saudí e Irak, unos opositores y parte de la línea dura ejercida contra un acuerdo que mencionara o incluso hiciese mención a una fecha en que los combustibles fósiles llegaran a su final.
El presidente de esta COP, el sultán al Jaber, ministro de industria de Emiratos Árabes, había generado muchas dudas dado a unas declaraciones días antes del inicio de la cumbre en que mencionaba que “no existe ninguna ciencia que respalde que para evitar lo peor del calentamiento global se deban eliminar progresivamente los combustibles fósiles”. Las declaraciones las hizo durante un encuentro online en las que Mary Robinson, ex enviada especial de la ONU para el cambio climático, le pregunta a Al Jaber si está de acuerdo en poner fin a los combustibles fósiles.
Cuando Al Jaber anunció el acuerdo recordó “que muchos dijeron que no se podía hacer”, sin hacer mención a que él mismo estuvo al borde de considerarse un negacionista climático unos días antes del inicio de la cumbre.
La COP28 ha tenido que centrarse en que se define como “un todo o un nada”. La situación de peligro extremo que vivimos ha supuesto una presión extrema para los países petroleros, ya que no hacer mención a la responsabilidad de los combustibles fósiles supondría un fracaso absoluto para la poca credibilidad que tiene este tipo de cumbres.
En este tipo de cumbres juega un papel fundamental el tipo de verbos que se utilizan a la hora de redactar los acuerdos alcanzados, en este referidos a los combustibles y su futura eliminación. Durante las últimas horas de negociación los países más ambiciosos querían utilizar un rotundo “eliminar progresivamente” en cuanto al uso y producción de los combustibles fósiles. En el borrador difundido a los medios de comunicación aparece “reducción”, lo cual despertó críticas en los sectores ecologistas y algunos países.
Finalmente, la última propuesta del acuerdo alcanzó un consenso sobre utilizar la expresión “transitioning away”, expresión inglesa que se refiere a transición o transitar para dejar atrás los combustibles fósiles “en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la adopción de medidas en este decenio crítico, a fin de lograr el cero neto para 2050”.
Una vez alcanzado un llamamiento claro contra los combustibles fósiles, el siguiente paso le corresponde a los países firmantes que deben presentar sus nuevos planes climáticos en 2025 en cuanto a la reducción de sus emisiones. Estos planes climáticos dictarán sentencia sobre si la COP28 es simplemente papel mojado o un acuerdo histórico que siente un precedente en la lucha contra los efectos del cambio climático.
La COP28 no ha logrado erradicar uno de los mayores retos que tienen este tipo de cumbres: la eliminación progresiva de la subvenciones a los combustibles fósiles. No se han fijado fechas que pongan fin a dichas prestaciones, a pesar de que sí se ha hecho referencia a la “reducción sustancialmente las emisiones distintas del dióxido de carbono a nivel mundial, incluidas en particular las emisiones de metano para 2030″, aunque sin fijar una meta concreta.
Las principales petroleras de nuestro planeta siguen teniendo mucho poder en este tipo de cumbres. Durante esta cumbre se han sentido amenazados, pero debemos recordar que durante décadas la industria petrolera ha conseguido que las conversaciones sobre el cambio climático giren en torno a las emisiones de gases del efecto invernadero, y no de los combustibles fósiles. Han queda mucho por hacer.
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