La participación ciudadana es una exigencia en cuanto a vivir en democracia se trata. El estado no tiene suficientes policías ni maestros ni médicos para vigilar, educar y sanar a toda la población. Igual sucede con la administración pública: si el pueblo no hace su parte, el estado se verá muy limitado en su capacidad de gobernar.

Lo vimos en la pasada pandemia: el seguro social logró expandir a 360 sus camas de cuidados intensivos. Eso explica, en parte, la política del confinamiento, la restricción vehicular y la vacunación masiva y obligatoria, para reducir la probabilidad de que el número de enfermos críticos sobrepasara la capacidad instalada de atenderlos. En dos años de pandemia nunca se excedió esa capacidad y por eso a Costa Rica se le reconoció su manejo de la pandemia desde el punto de vista de salud pública destacado en toda América Latina. Toda la ciudadanía puso algo de su parte para este logro.

Proponemos una hipótesis para analizar el papel ciudadano en los asuntos del país. Sugerimos la siguiente ecuación de impacto para valorar su aplicación en la sociedad dependiendo de tres factores:

Impacto = Infraestructura + Palancas + Fulcros.

La infraestructura la concebimos como el andamiaje jurídico que es el estado de derecho, formado por todas las normas formales que existen. En una República como la costarricense, el poder reside en el pueblo soberano y quien manda es la ley. El pueblo delega por vía electoral su poder en los gobernantes de turno, quienes deben honrar esa delegación soberana y periódica ejecutando en estricto apego con la legislación vigente.

La relación entre la República y el estado de derecho está marcada por el principio de legalidad que rige a la administración pública. Significa que toda persona en ejercicio de funciones públicas debe cumplir todo lo que está mandado de manera expresa en la ley. Incumplir ese mandato hace al funcionario público incurrir en delitos de administración pública tales como el prevaricato.

Las palancas mencionadas en la ecuación de impacto son las experiencias que la ciudadanía tiene con el Estado. Como usuarios del sistema, esas relaciones determinan si se avanza o se estanca el progreso de nuestra nación y la edificación de nuestro estado camino al desarrollo. Lo deseable es una experiencia eficaz, satisfactoria y eficiente en nuestras gestiones con las instituciones públicas.

Imaginemos que el estado fuera como el buscador de Google, que tiene, por objetivo facilitar las búsquedas de información en el menor tiempo posible y luego salir del buscador. Así debería ser la relación con el estado y sus instituciones: breve, precisa y sólo cuando sea necesario realizarla. Así aumenta la efectividad de la gobernanza de impacto.

Toda palanca requiere de un punto de apoyo, o fulcro. Sin él, la palanca es inefectiva para generar impacto. Arquímedes, filósofo griego, dijo:

Dadme una palanca lo suficientemente grande y un fulcro en el cual apoyarla y cambiaré el mundo.”

Es la ciudadanía quien funge como punto de apoyo para que las palancas del Estado y sus operadores puedan generar impacto. En el ejercicio de nuestra ciudadanía como sujetos privados, seamos fulcros, no observadores pasivos ni quejumbrosos habituales.

La gobernanza que no se apoye en la ciudadanía pierde efectividad para generar impacto, degrada su vocación democrática y empieza a parecerse a otras formas de gobierno más autoritarias. Por eso también es que la relación entre gobernante y gobernado debe ser armoniosa y sinérgica.

Escuche el episodio 184 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Seamos fulcros”. Suscríbase y síganos en nuestro canal de YouTube, en Facebook, LinkedIn, Twitter y a nuestra página web para recibir actualizaciones y entregas.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.