A cinco años de la creación del Parque Nacional Revillagigedo de México, la mayor área marina totalmente protegida de Norteamérica, no se informan impactos negativos en el sector pesquero mexicano.

El día de hoy la revista Science Advances publicó un nuevo estudio que demuestra que las áreas marinas totalmente protegidas (MPA) de gran escala y en mar adentro protegen la biodiversidad sin afectar negativamente la pesca ni la seguridad alimentaria.

En la primera evaluación del impacto “antes y después” de la instauración del Parque Nacional Revillagigedo de México en la industria pesquera, un equipo de investigadores de Estados Unidos y México descubrió que el sector de la pesca industrial mexicano no sufrió pérdidas económicas cinco años después de la creación del parque, a pesar de la prohibición total de la actividad de la pesca dentro del MPA.

Sobre el área protegida estudiada

Revillagigedo se estableció en 2017, es conocida como “la Galápagos de México” y es la MPA 13 del mundo en extensión además de una de las pocas en que todas las actividades humanas perjudiciales, incluida la pesca, están prohibidas para contribuir a la recuperación de las poblaciones marinas.

En Revillagigedo residen las concentraciones de tiburones y mantarrayas más grandes del mundo, al igual que de atún, ballena jorobada y cinco especies de tortugas marinas. También alberga a más de 300 especies de peces, de los cuales 36 no se encuentran en ninguna otra parte del océano.

Cuando se discutió la creación de la zona protegida el grupo de presión de pesca industrial mexicano se opuso a la creación del parque nacional con el argumento de que este afectaría sus capturas y aumentaría los costos.

A nivel mundial, el sector pesquero ha bloqueado el establecimiento de áreas marinas protegidas en las que nos urge revertir el agotamiento de la vida acuática global provocado por los seres humanos. Este estudio utiliza seguimiento satelital de los buques pesqueros e inteligencia artificial (IA) para mostrar que las inquietudes del sector pesquero son infundadas”, comentó Enric Sala, explorador residente de National Geographic Society, fundador de Pristine Seas y coautor del estudio. “Incluso las áreas marinas protegidas más grandes, que protegen ecosistemas completos y albergan a miles de especies de criaturas marinas, no afectan el puñado de especies de peces que el sector sale a buscar. Cuanto más grande sea el área marina protegida, más beneficios habrá”.

Metodología

El estudio, que llevó a cabo un equipo de investigadores del Centro para la Biodiversidad Marina y la Conservación de México, el Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California, San Diego, el Programa Marino del Golfo de California del Instituto de las Américas y National Geographic Society, analiza el comportamiento y la productividad del sector pesquero industrial mexicano antes y cinco años después de la implementación del área marina totalmente protegida más grande de Norteamérica, el Parque Nacional Revillagigedo.

Con los datos provenientes de seguimiento satelital, las capturas pesqueras de la Comisión Nacional de Pesca de México y las nuevas herramientas de IA de la plataforma Skylight del Allen Institute for AI, los expertos se propusieron determinar si la creación del área marina protegida reducía la pesca dentro de dicha área, si las capturas se veían afectadas y si la creación del área marina protegida desplazaba la pesca hacia una zona más extensa, lo que generaría un impacto negativo global en la biodiversidad marina.

El uso de dispositivos de seguimiento satelital y plataformas de monitoreo de IA fue fundamental para demostrar el cumplimiento del sector pesquero y para que los administradores del área marina protegida vigilaran el área protegida”, explicó el Dr. Fabio Favoretto, académico postdoctoral del Instituto Scripps de Oceanografía y autor principal del estudio.

Crédito: Crédito: Octavio Aburto/National Geographic Pristine Seas

Los datos satelitales analizados por Favoretto se originaron a partir de los dispositivos GPS ordenados por el Gobierno que se instalaron en unos 2000 buques pesqueros. Mediante la revisión de los datos de código abierto, pudieron identificar el movimiento de los buques pesqueros para determinar si se realizaban comportamientos o maniobras de pesca. Luego, el equipo utilizó técnicas habilitadas con aprendizaje automático para identificar patrones relacionados con los buques.

Descubrieron que el Parque Nacional Revillagigedo no había provocado ninguna consecuencia negativa en la pesca de la flota industrial mexicana; tampoco había aumentado el área utilizada para pesca que hubiese impulsado a los buques pesqueros a aventurarse más lejos para la captura pesquera. Skylight reveló solo algunos casos aislados de pesca ilegal dentro del área marina protegida después de 2017, lo que destaca la eficacia de la tecnología para monitorear y proteger los 147,000 kilómetros cuadrados de aguas comprendidos entro de los límites del parque.

Los resultados del estudio, financiado por Oceans 5 y la Patrick J. McGovern Foundation, refutan el argumento del sector pesquero mexicano de que el parque causaría una pérdida del 20 % en las capturas de atún y otras capturas pelágicas, y demuestran que las áreas marinas protegidas de gran extensión pueden contribuir a un uso del océano más sostenible y equitativo, sin grandes repercusiones económicas en el sector pesquero.

Los hallazgos de este estudio son compatibles con lo que los expertos registraron en otras áreas marinas protegidas del Pacífico”, destaca Octavio Aburto, coautor y profesor de biología marina en el Instituto Scripps de Oceanografía. “Cualquier argumento en contra fue una simple suposición: este estudio proporciona los datos que demuestran que el impacto negativo en la pesca no existe. Esperamos que los resultados puedan abrir el debate para trabajar mancomunadamente con el sector pesquero con el objetivo de proteger la biodiversidad y mejorar las poblaciones de peces”.

Preservación de la biodiversidad

Estos hallazgos se dan a conocer en un momento en el que los países debaten cómo implementar el objetivo global para proteger y conservar por lo menos el 30 % de los océanos hacia el 2030, que quedó plasmado en un acuerdo sin precedente alcanzado en la Conferencia Mundial sobre la Biodiversidad de las Naciones Unidas (COP15) en diciembre de 2022. El mes pasado, los miembros de las Naciones Unidas acordaron un instrumento jurídico vinculante para proteger la biodiversidad en alta mar —las aguas internacionales más allá de las jurisdicciones nacionales—.

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El reloj no se detiene hasta el 2030”, dice Sala. “Si el mundo está decidido a proteger el ámbito natural —nuestro sistema de soporte vital— debemos aumentar drásticamente la protección del océano. En este momento, menos del 8 % del océano cuenta con cierta protección, y solo el 3 % está protegido por completo de la pesca y otras actividades perjudiciales. Millones de especies, incluidos los seres humanos, que dependen del océano para el oxígeno, la alimentación, la mitigación del calentamiento global, la medicina, entre otros, cuentan con nosotros para que actuemos”.

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Amenazada por actividades humanas como la sobrepesca, la rica reserva de biodiversidad del océano está mermando rápidamente, lo que supone riesgos para la seguridad alimentaria, la salud y el medioambiente. Estableciendo rápidamente áreas marinas protegidas en zonas oceánicas estratégicas, el mundo puede preservar en total más del 80 % de los hábitats de especies en peligro, desde una cobertura actual inferior al 2 %.

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En medio de estos debates, el estudio proporciona pruebas empíricas de que las áreas marinas protegidas de gran escala en las zonas económicas exclusivas de los países pueden contribuir a los objetivos de conservación global sin comprometer los intereses de la pesca ni la capacidad de una nación de garantizar la seguridad alimentaria.

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Apuntalar al sector pesquero

El estudio refuta una visión de larga data promovida por los grupos de presión del sector pesquero que sostiene que la protección de los océanos perjudica la pesca, y abre nuevas oportunidades para revivir la industria justo cuando experimenta una recesión debido a la sobrepesca y los impactos del calentamiento global.

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Algunos argumentan que cerrar áreas a la pesca perjudican los intereses de este sector. Sin embargo, el peor enemigo de la pesca es la sobrepesca y la mala administración —no las áreas protegidas—”, dijo el Dr. Sala.

El estudio enriquecerá los debates que tienen lugar actualmente en México y en otros lugares también, tal como explica Catalina López-Sagástegui, coautora e investigadora del Instituto de las Américas: “El acceso a los datos y la tecnología mejora nuestra comprensión colectiva del estado de los ecosistemas marinos, y nos permite diseñar e implementar áreas marinas protegidas que ayuden a recuperar la salud y la resiliencia de los ecosistemas marinos, lo que beneficia la actividad pesquera a largo plazo”.

Crédito: Octavio Aburto/National Geographic Pristine Seas

El Dr. Reniel Cabral, profesor titular de James Cook University en Australia, que no participó en este estudio, agregó lo siguiente: “Es simple: cuando la sobrepesca y otras actividades perjudiciales se interrumpan, la vida marina se recuperará. Después de que se implementen las protecciones, la diversidad y abundancia de la vida marina aumentarán con el tiempo, y en tan solo tres año habrá una recuperación medible. Las especies objetivo y los grandes depredadores regresarán, y se recuperarán ecosistemas completos dentro de las áreas marinas protegidas. Con el tiempo, el océano puede recomponerse solo y estar al servicio de la humanidad nuevamente”.

El Dr. Sala explicó lo siguiente: “Las áreas marinas protegidas son la herramienta más eficaz con la que contamos para proteger la salud y diversidad de nuestros océanos. Necesitamos ampliar y fortalecer las áreas protegidas para garantizar que nuestros océanos puedan continuar proveyendo alimento, trabajo y otros beneficios esenciales a las generaciones futuras. Nuestro estudio ayuda a echar por tierra el mito instalado por los grupos de presión de la pesca industrial que sostiene que las áreas marinas protegidas los perjudican”.