Hace más de 10 años por motivo de mi Trabajo Comunal Universitario (TCU), me involucré por un breve período de tiempo, en una asociación para promover el entonces incipiente turismo rural comunitario en la zona norte de Cartago.

Un esfuerzo vanguardista. La organización conformada por cuatro mujeres  y un hombre — todos menores de 25 años —, desafiaba el histórico gobierno de los padres, todavía imperante en muchas zonas rurales-agrícolas de nuestro país, donde por un tema tanto de supervivencia como cultural, los hijos varones deben continuar cosechando los mismos cultivos que sus padres y las mujeres generalmente acompañar a sus compañeros de vida en estas tareas, de forma complementaria a su tradicional rol de amas de casa.

Apuesta por el turismo. Su anhelo era más bien emprender por sí mismos, migrar su actividad económica del sector primario (agrícola) al sector terciario (servicios) y con justificada razón, ya que según datos del Banco Central de Costa Rica para 2020, el sector primario apenas representó  el 4,7% del PIB, mientras que el sector terciario 68,7% del PIB, donde el turismo juega un papel determinante con una contribución directa e indirecta entre el 8 y el 13% al PIB.

Migrar de actividad pero no de territorio. El cambio de actividad económica pretendido no implicaba en este caso abandonar su terruño, pero sí prácticamente un total cambio de paradigma económico y un enorme proceso de reculturización de su círculo familiar más cercano. No abandonar completamente su actividad de cultivo, pero sí incorporar como parte de su rutina laboral e ingresos, la venta de experiencias turísticas integradas sosteniblemente al medio rural, que perfectamente también podrían ayudar a concientizar sobre la importancia de las labores agrícolas bastante menospreciadas en el último tiempo.

Actividades simples y sencillas. Estoy completamente seguro que miles de turistas — nacionales e internacionales —, pagarían por experiencias vivenciales del entorno rural totalmente comunes para los pobladores de esas zonas como: 1) Cosechar o al menos recoger del campo productos tales como cebolla, papas, arvejas, flores, fresas, entre otros;  2) Arrear vacas hasta las lecherías para ser ordeñadas por sus manos y disfrutar un buen vaso de leche al pie de la vaca acompañado de  un rico sirope o ron; 3) Pasar una noche en una cabina de montaña romántica o familiar;  4) Subir cerros al amanecer y atardecer hasta la cima, mientras se observan diferentes animales de paso como quetzales o coyotes, 5) Monta recreativa de caballos o terneros; 6) Soltar a sus mascotas en potreros utilizados por algunas horas como parques caninos;  7) Disfrutar de un lugar tranquilo y seguro donde apreciar el atardecer; entre otras. Todas estas generando nuevas alternativas de desarrollo, mediante la creación de encadenamientos productivos en la zona que impactarían positivamente cantones y distritos con bajos índices de desarrollo trayendo consigo reactivación económica.

Legislación como incentivo y obstáculo. Para que estas nuevas alternativas de desarrollo sean posibles, se requieren importantes avances en nuestra legislación, más que la incorporación de nuevas definiciones conceptuales como las aprobadas en septiembre de 2021 por la Asamblea Legislativa, se requieren incentivos económicos, reducción en tramitología a nivel local y nacional, para cosas tan básicas y sencillas como disponibilidad eléctrica o del agua, pero sobre todo sentido común por parte de las autoridades locales y nacionales en materia de planificación urbana, que por momentos pareciera desean condenar a las zonas agrícolas y rurales a seguir apostando únicamente al sector primario, reduciendo sus posibilidades de desarrollo económico.

Iniciativa de ley para cumplir un sueño. A propósito del poco o nulo sentido común de nuestras autoridades locales y nacionales en materia de planificación urbana, a finales del mes de junio del presente año, el diputado del Partido Liberal Progresista, Luis Diego Vargas, acompañado de 22 diputados más, de cinco de las seis fracciones legislativas representadas en la Asamblea Legislativa —con excepción del Frente Amplio —, presentaron el expediente 23.200, denominado Ley de creación de las parcelas turísticas residenciales recreativas, que se discute en la Comisión Especial de Infraestructura, pero que lamentablemente no ha sido convocado hasta el momento por el Poder Ejecutivo para este segundo período de sesiones extraordinarias —que se extiende hasta el 31 de enero del próximo año—  y cuyo objetivo es crear la  figura de “parcela turística residencial recreativa”, para que muchas parcelas agrícolas que hoy en día no se utilizan para labores netamente de agricultura se puedan utilizar con fines turísticos y residenciales, para que muchos podamos cumplir el sueño que hace más de 10 años tristemente no sucedió.

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