Durante el mes de mayo anduvimos celebrando por todo el país la importancia de la producción agrícola y de las personas que trabajan en el campo, ya que sin duda alguna son un sector clave para nuestra subsistencia y para la seguridad alimentaria.  Además, la abundancia hídrica, los campos fértiles y el amor por la tierra que profesan los costarricenses han propiciado en Costa Rica una marcada tradición agropecuaria, que actualmente emplea a unas 215 mil personas y provee el 29% de los empleos en la zona rural, representando aproximadamente el 18% de la participación en las exportaciones, según los datos de Procomer.

Pero el impulso a este sector va más allá de la visibilización de su aporte al país, ya que pasa también por la atención prioritaria de sus necesidades. Factores climáticos y económicos han puesto en aprietos a una parte de los productores, afectando sus cultivos y la productividad de sus fincas. A esto se suma la posibilidad de que los aranceles impuestos por el presidente de Estados Unidos puedan afectar en gran medida las exportaciones locales.

Con este panorama, es clave la preparación; las opciones para el financiamiento al sector productivo, especialmente fuera de la gran área metropolitana, deben ser innovadoras y eficientes con el fin de proveer la liquidez de forma oportuna y eficiente, tal que las Mipymes y los pequeños y medianos productores agropecuarios puedan adaptarse rápidamente a este contexto tan cambiante.

Es sabido que, por un lado, el acceso a los recursos financieros ha sido una limitación y por otro, la informalidad y la falta de garantías han hecho más restrictivas las posibilidades de acceder a dicho financiamiento tradicional. Afortunadamente, en Costa Rica se cuenta con el Sistema de Banca para el Desarrollo, que se ha venido fortaleciendo para ser una verdadera alternativa para productores y empresas agropecuarias. Solo en el último año, contabilizado desde marzo 2024 a marzo del 2025, del total colocado por el SBD, el 38% estuvo dirigido a actividades agropecuarias. Pero si se observan el total de las colocaciones en el país dirigidas a este sector, los recursos de Banca para el Desarrollo representan el 88%, versus el 12% que aporta el resto del Sistema Financiero Nacional.

Específicamente, en los últimos años, se han venido ejecutado varios programas con recursos de Banca para el Desarrollo dirigidos al sector agropecuario, que ofrecen apoyo a caficultores, ganaderos, productores de cacao y también a la actividad agrícola en general, a la cual se le han otorgado además de crédito, apoyo técnico y acompañamiento en la creación de nuevos negocios. También hay programas con fondos no reembolsables para emprendedores que se realizan a través de agencias operadoras.

Particularmente, desde el Ministerio de Agricultura y Ganadería, se está impulsando un plan de financiamiento a favor del sector ganadero, cuyo propósito es mejorar las condiciones para hacer crecer los hatos a nivel nacional e implementar nuevas tecnologías que facilitarán su participación en el mercado interno y externo.

¿Qué sigue ahora? Continuar ofreciendo apalancamiento y soporte mediante financiamiento accesible e inclusivo que favorezca su crecimiento. Es muy loable que tengamos en nuestro país iniciativas del Banco Mundial y de la Unión Europea, que apunten a modernizar el sector, llevando adelante ideas de sostenibilidad, trazabilidad, diversificación de cultivos e inclusión y eso solo confirma la necesidad de seguir impulsando la producción y modernización agrícola para que sea más competitiva y sostenible en el tiempo ya que sin lugar a duda, tienen un valor vital para toda la población.

En general, la mayor disponibilidad de recursos en el SBD responde al compromiso de fortalecer al sector productivo, con políticas públicas orientadas a facilitar el acceso a capital de trabajo y a la inversión en activos fijos. Entre mayo del 2022 y diciembre del 2024, los beneficiarios activos del SBD han crecido en un 81%, impactando públicos que históricamente han estado marginados, principalmente las mujeres o las zonas rurales.

A través de las 64 operadores financieros y agentes colocadores, la Banca para el Desarrollo ofrece apalancamiento y soporte por medio de créditos con condiciones más acordes a las actividades productivas a financiar, alineadas con la realidad de cada sector. Brinda tasas más competitivas, avales y garantías, capital semilla y de riesgo, asesoría técnica y acompañamiento en todo el territorio nacional, lo cual es muy relevante, ya que se prepara a los pequeños y medianos productores para dar nuevos pasos en innovación, desarrollo de nuevos negocios y mitigación de riesgos climáticos.

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