“No basta con tener la razón… hay que saber pedirla. Y, además, que te la den”, es una de las frases favoritas de los abogados de la vieja escuela, advirtiendo sobre los riesgos que conlleva llevar un asunto a juicio.
Es sabido que ya cuando un asunto llega a la fase de litigio —o a la intervención de los abogados— todas las otras vías de arreglo se han agotado. Es decir, el juicio o la participación de profesionales en derecho evidencia el fracaso de la comunicación entre las partes y su capacidad de solventar las diferencias. En palabras de Isaac Azimov:
La violencia es el último recurso del incompetente”.
Además, someter un tema a juicio, no es garantía de nada. Nuestros tribunales están saturados de casos, lo que incide directamente en la duración de estos procesos. Durante todo ese tiempo, puede ser que se pierda contacto con los testigos, que se pierda prueba o se den cambios que afecten el resultado del proceso. Finalmente, está el imponderable del criterio de un juez, que, como todo ser humano, está expuesto a equivocarse.
Por eso, aun y cuando uno tenga la razón, y sepa pedirla, no necesariamente se la van a dar. Y es ahí cuando se puede considerar un arreglo, como lo recomiendan otros refranes legales: “Del ahogado, el sombrero” o “Mejor un mal arreglo que un buen pleito”.
Un arreglo representa la conciliación de intereses y usualmente, un acuerdo en el que ambas partes ceden en sus expectativas o reclamos. Puede tomar otras formas: despidos con responsabilidad, pagos de sumas adicionales que superan la liquidación y extensión de beneficios por algunos meses, cubrir costos de procesos de recolocación, entre otros.
También supone superar el prejuicio de que los abogados solamente sirven para pelear, manipular, amenazar o imponer; reconocer que parte de la función del derecho también es armonizar las relaciones humanas. Y, en muchos casos, significa poner el orgullo de lado.
Hay muchas razones para llegar a un arreglo. Por ejemplo, cuando:
- Reconocemos que, por ansiedad, por urgencia, por pereza, por miedo o por lo que sea, preferimos cerrar un asunto de una vez a tenerlo pendiente por muchos meses.
- A través del arreglo se evitan impactos para la reputación de la empresa.
- El arreglo permite parar el aumento de costos legales.
- La empresa cambia de criterio sobre cuáles temas se llevan a litigio o bajo cuáles condiciones.
- Permite salir cuanto antes de un trabajador que, de mantenerse en la empresa, generaría más impactos negativos, a nivel económico, de ambiente de trabajo, daños, etc.
- Busca disminuir los riesgos de litigio
- La decisión de conciliar es parte de los valores de la empresa.
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