El 13 y 14 de mayo de 2025, las municipalidades cartaginesas de Turrialba y Paraíso fueron públicamente aduladas por la embajada de Israel en Costa Rica. El alcalde de Turrialba, Carlos Hidalgo Flores, recibió una invitación de la Federación de Autoridades Locales de Israel para asistir al evento MuniWorld Global Brainstorming on Urban Innovation 2025, en Tel Aviv. El viaje, cubierto en su totalidad por Israel —boletos, hospedaje, giras— fue aprobado por el Concejo Municipal en la sesión del 13 de mayo. Paraíso, por su parte, fue galardonado por la empresa israelí Bermad, en un acto oficiado por la embajadora Mijal Gur-Aryeh con bombos y platillos.
El objetivo oficial de estos gestos es “intercambiar conocimiento sobre resiliencia, generar alianzas y atraer inversión”. Pero lo que presenciamos es otra cosa: una puesta en escena que recuerda, con dolorosa claridad, la fábula de El cuervo y el zorro de Jean de La Fontaine.
La historia es sencilla: el zorro halaga al cuervo para que este, vanidoso, abra el pico y deje caer su queso. El zorro se lo roba, y el cuervo se queda sin queso y sin orgullo. “Todo adulador vive a expensas de quien lo escucha”, sentencia La Fontaine. Israel, hoy, no necesita más queso: necesita reinvención. Necesita limpiar su imagen internacional, ganar aliados, mostrarse como un país que sigue en pie —mientras desmorona—, y hacer olvidar que, a solo 70 kilómetros de Tel Aviv (la misma distancia que separa San José de la Suiza de Turrialba), bombardea Gaza sin tregua.
Aceptar condecoraciones y viajes de cortesía en este contexto no es neutralidad diplomática. Es una declaración política. Es aceptar el halago del zorro en medio de la masacre. Es dejarse vacilar. Y cuando los principios se truecan por pasajes de avión y placas para colgar en la oficina, lo que se pierde no es solo el queso: se pierde la dignidad.
No hay viaje técnico ni premio menor que justifique el silencio ante el horror. Mientras Gaza llora bajo fuego y metralla, Turrialba y Paraíso sonríen en fotos diplomáticas. ¿Quién gana más con este intercambio? ¿Quién se beneficia de mostrar que aún tiene aliados? Israel. Necesita lavar su imagen, no premiar buenas gestiones municipales. Y ustedes, señores munícipes, han sido los tontos útiles.
¿Saben cuántas otras municipalidades rechazaron estos mismos premios? ¿Saben que fueron ustedes el plan B? Aceptar reconocimientos de un Estado que es objeto de investigación por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra no es neutralidad: es complicidad simbólica.
Ningún galardón impresiona cuando quien lo otorga es un Estado acusado de genocidio. No hay cooperación técnica posible cuando quien extiende una mano tiene la otra en el gatillo. Y no hay excusa válida cuando la ética cae al suelo por un viaje pagado. Hoy, como el cuervo de la fábula, quizás quieran jurar que no volverán a caer. Pero ya es tarde: el zorro se comió el queso. Y a los gazatíes los siguen matando.
A como están las cosas, para el 17 de junio —día en que comienza la reunión del alcalde Hidalgo— Israel estará en guerra total en Gaza. Pero don Carlos aún está a tiempo de no ir, de devolver ese pasaje y de explicar públicamente por qué. El apoyo de la mayoría de los costarricenses lo tendrá. Se lo aseguro.
Don Carlos Hidalgo, haga lo correcto. Desista de viajar a Israel. Titubee ante las bombas que sepultan familias completas, hospitales, escuelas. Recuerde: no hay neutralidad posible cuando el que premia está bombardeando. Y no hay “cooperación” que justifique el silencio ante el horror. Se lo pido como costarricense, como madre, como ser humano.
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