La Comisión Permanente Especial de Juventud, Niñez y Adolescencia de la Asamblea Legislativa citó al Consejo Superior de Educación (CSE), en pleno, para pedirle cuentas sobre sus decisiones y omisiones. La comparecencia se realizó el martes 29 de abril de 2025.
Seguimos la sesión en vivo, y hemos visto el video en varias ocasiones, intentando comprender el papel que juega, más para mal que para bien, ese ente colegiado con rango constitucional, en la educación nacional. Es necesario recordar que, se trata de un órgano superior (no técnico), que tiene el mandato de orientar y dirigir la educación pública del país.
En verdad que esta sesión hay que verla y analizarla muchas veces, pues en cuestión de minutos, el CSE expuso de manera impúdica, sus amenazantes acciones y omisiones en contra de la educación nacional que, hasta el momento, habían pasado desapercibidas para la mayoría de la ciudadanía.
Nos dimos cuenta de que de esa convocatoria hay tanto que analizar y concluir, que podíamos caer en una parálisis por análisis. Así, que hemos decidido compartir algunas conclusiones generales, e invitamos a nuestros amables lectores y lectoras a que observen por sí mismas la sesión, y lean las notas de prensa que fueron publicadas al respecto. (Los enlaces tanto para la comparecencia como para las notas de prensa, las incluimos al final).
El Consejo Superior de Educación poquísimas veces da cuentas sobre sus acciones y omisiones. Y de las que tenemos noticias, lo ha hecho compelido por una Comisión de la Asamblea Legislativa y no porque tenga la conciencia de que es su deber hacerlo, al menos anualmente. Es decir, aquí hay una deuda de por lo bajo, 74 informes de rendición de cuentas.
Al ingresar a la sala de la comisión para la comparecencia, el ministro de turno se colocó en la posición de quienes son llamados a responder, junto con el secretario del órgano y un abogado.
Pasó por alto el ministro, que él es el jerarca ejecutivo del Ministerio de Educación Pública (MEP), pero, a pesar de que lo preside, es uno más del Consejo Superior de Educación, que está sobre su autoridad. Y los miembros del Consejo así lo toleraron, no sabemos por qué razón, aunque podríamos especular que lo hicieron porque i) es más cómodo seguir resguardándose detrás de la figura del ministro o ministra de turno; ii) no tienen conciencia de que, como órgano colegiado superior con rango constitucional, están sobre quien ejerce las tareas ejecutivas.
Los señores y las señoras diputadas, obviaron la semántica corporal y se dirigieron directamente a los miembros del CSE para buscar respuestas.
Es muy triste comprobar que, ante varias consultas de las diputaciones, los miembros del CSE invocaron a Farrah Fauces, el reconocido personaje de la actriz María Torres, que repite constantemente: “eso no me toca a mí…” Esa fue la excusa para no saber, por ejemplo, cuál es el presupuesto nacional para el Ministerio de Educación Pública y tampoco conocer cuánto de ese presupuesto está destinado para capacitación docente.
Con una actitud casi colonialista, se escucha al jerarca de turno decir, fuera de micrófono, “voy a tener que pasarles la información del presupuesto”. Doble PLOP… Al parecer, al CSE no le interesa y el jerarca se guarda la información (que de por sí es pública).
Quedó en evidencia que muchas de las decisiones que toma el CSE no son lo debidamente estudiadas, analizadas, y al parecer sin proyecciones de sus costos y consecuencias para la formación integral de las nuevas generaciones. Tal es el caso, por ejemplo, del cierre del convenio con la Fundación Omar Dengo y del Programa de Educación para la Afectividad y la Sexualidad. De un plumazo, y sin alternativas de sustitución y mejora, dejan a nuestros niños, niñas y jóvenes sin una educación pertinente con los desafíos del siglo XXI y sin las herramientas afectivas para enfrentar la convivencia y su sexualidad. Esta comprobación hizo a la diputada Kattia Rivera decirles que se convirtieron en el “yes man” de la anterior ministra. Y quienes hemos seguido de cerca y por años su desempeño, podemos afirmar que así ha sido la sumisión del CSE a todos los jerarcas del ejecutivo, no solo recientemente.
Uno de los miembros del CSE que funge como director del Instituto de Desarrollo Profesional Uladislao Gámez Solano IDP, faltó a la verdad al señalar que los viceministros lo escogieron y recomendaron su nombramiento ante el CSE. Al menos de una de las exviceministras en ese momento y que forma parte de este movimiento, ha indicado que ella no hizo esa recomendación.
Finalmente (por ahora), muy preocupante resultó la falta de probidad de algunos de los miembros del CSE quienes no vieron ningún conflicto de intereses en que hayan sido nombrados en el CSE por la ministra de turno, a dedo y luego de haber sido promovidos en los puestos laborales que ocupan en el MEP.
Por al menos estas ocho confesiones del Consejo Superior de Educación ante la Comisión Permanente Especial de Niñez, Juventud y Adolescencia; por otras que se quedan en el tintero para más adelante; y por las actuaciones de este Consejo a lo largo de los años, es que decimos que más que promover una visión estratégica de la educación pública nacional, la conformación y sumisión de este órgano es amenazante para la calidad de la educación pública nacional.
Por eso abogamos por una reforma a la ley constitutiva del Consejo Superior de Educación, que busque una conformación más pertinente; que le devuelva su carácter Superior, Director y Orientador, y cuyas funciones apunten al bienestar de la niñez, la adolescencia y la juventud, y a la postre a la paz social de Costa Rica.
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