Contrario a lo que pretende hacernos creer el gobierno con propaganda, publicidad, mentiras y promesas, nuestras instituciones emblemáticas enfrentan una profunda crisis, como resultado de la incapacidad e impericia de los jerarcas nombrados por Rodrigo Chaves.

La crisis en la seguridad ciudadana nos ha llevado a normalizar los asesinatos. Más de 2,500 muertes durante la Administración Chaves Robles, producto de la presencia de delincuentes vinculados con el narcotráfico y el delito nacional e internacional, constituyen evidencia de esta situación. Los tres años de la Administración Chaves Robles, en que ha privado la “Ley del sicario”, por sobre el “Imperio de la Ley” pueden catalogarse como los más sangrientos de la historia reciente de Costa Rica.

La crisis en el campo de la salud nos ha llevado a normalizar el incremento de las listas de espera; la renuncia de los especialistas o la ausencia de inversiones por parte de la Caja Costarricense de Seguro Social, impidiendo atenuar el deterioro y comprobando la incapacidad de los jerarcas institucionales, para atender las necesidades de la población. La oposición a construir el Hospital de Cartago y Limón, el fracaso en la ejecución del Fideicomiso BCR – CCSS, destinado a construir más de 50 obras de infraestructura, constituyen manifestaciones evidentes de la improvisación y la total ausencia de capacidad para administrar los recursos públicos. El incremento de las listas de espera, a más de 1 millón de costarricenses, evidencia el total desinterés de las autoridades del sector salud por alcanzar los objetivos institucionales. Esta crisis, se profundizó con el paso de Marta Esquivel por la presidencia ejecutiva y constituye el reflejo del estado de postración en que se encuentra esta institución.

El deterioro de las finanzas del Instituto Costarricense de Electricidad augura una profunda crisis en el campo de las telecomunicaciones, la generación y distribución de energía eléctrica -arriesgando incluso a tener que acudir a los racionamientos -. Esta situación no es sino el resultado de la falta de profesionalismo y la irresponsable manipulación -que ha prevalecido por sobre los criterios técnicos con que tradicionalmente se ha manejado el ICE-. Según un reciente informe, “para el año 2024, la utilidad neta se redujo en ¢208.826 millones, lo que equivale a una caída del 75% en comparación con el 2023. Esta cifra bajó de ¢278.425 millones a ¢69.599 millones. La caída del excedente operativo también fue pronunciada… Este indicador representa la ganancia antes de considerar intereses, rentas y cargos similares, además de la depreciación del capital. En el 2024, el excedente operativo bajó en ¢100.103 millones (pasó de ¢284.300 millones a ¢184.200 millones), un 35% menos”.

Las finanzas públicas, contrario a lo que pretenden hacer creer las informaciones oficiales y las odas al “profesionalismo del super ministro de hacienda”, han demostrado un sensible deterioro, producto de la reducción de los ingresos fiscales, ante la incapacidad del jerarca de trazar una ruta que permita atraer recursos frescos y combatir adecuadamente la evasión y la elusión fiscal.

La irresponsabilidad manifiesta en el sector de la educación ha sido evidente. Los jerarcas institucionales han jugado con el bien más preciado de nuestra Patria: el futuro de nuestros niños y jóvenes. Esta administración no ha tenido ni liderazgo ni rutas. Primero estuvo en el cargo la señora Müller, quien demostró su incompetencia absoluta y una mente llena de espejismos, mitos y limitaciones. Lamentablemente, el actual jerarca sigue sin tener la mínima idea de cuál es el camino para superar el rezago educativo; cómo reestablecer los programas de informática educativa; los programas de Educación para la Afectividad y la Sexualidad Integral y, en general, en trazar el rumbo al Magisterio Nacional, para poder formar a los ciudadanos que nuestro país necesita. La prueba contundente de la falta de metas y la poca importancia de la educación para esta Administración, es la asignación de apenas el 4.9% del PIB, la más baja de los últimos lustros, comparable con el monto asignado en el año 2006. Esta brutal mutilación al presupuesto de la educación tiene como consecuencia el recorte de becas, de recursos para los comedores escolares, de dinero para transporte de estudiantes y para el pago de otros recursos educativos.

A todo lo anterior debemos sumar el profundo deterioro que ha causado la improvisación, la arrogancia y la prepotencia de Rodrigo Chaves a la institucionalidad democrática costarricense, como corolario de una gestión que ha degradado el ejercicio de la Primera Magistratura.

He mencionado sólo algunos de los problemas que enfrentamos como sociedad y que, aunque el gobierno venda la idea de que se están resolviendo, sólo se han profundizado.

Considero, sin embargo, que no debería ser esa nuestra mayor preocupación.

Nuestra mayor preocupación -al menos esta es la mía personal-, es la ausencia de propuesta de los grupos que pretenden enfrentarse a la oferta del chavismo en las elecciones de febrero próximo.

Hasta el momento, la oposición al populismo representado por Rodrigo Chaves y sus adláteres carece de protagonistas que impacten y atraigan el interés del electorado costarricense. Simultáneamente debemos de afirmar que no existe una propuesta alternativa al discurso agresivo y prepotente de Rodrigo Chaves y sus seguidores que, aunque pocos, están acostumbrados, tal como lo hace su mentor, a gritar, amedrentar o vociferar, tanto en las actividades presenciales, como en las redes sociales.

En el escenario político prevalece la presencia de un “sólo jugador”, porque la oposición continúa sin poder dimensionar la gravedad del problema y la corpulencia de la amenaza a la democracia que representa el populismo chavista.

Continúan prevaleciendo los intereses particulares, la miopía política y la poca voluntad de entender que urgimos construir acuerdos, donde los actores políticos antepongan los intereses de la Patria, a sus intereses particulares, entendiendo que lo que está en riesgo es la institucionalidad y la estabilidad democrática.

Estamos en año político y, aunque el chavismo sigue sin partido y sin candidato, la promoción de falsas promesas, de mentiras y de engaños, le asegura el apoyo de ciudadanos que siguen sin encontrar la satisfacción de sus necesidades en el marco democrático, conduciéndolos a caer en el encanto del “flautista de Hamelin”, quien promete progreso y estabilidad, a costa del debilitamiento de la democracia y el Estado de bienestar.

Urgimos que partidos y candidatos respondan a los ciudadanos preguntas como: ¿cuáles serán las estrategias para combatir la delincuencia nacional e internacional?; ¿cómo harán para acabar con los asesinatos en las calles?; ¿qué medidas tomarán para enfrentar los problemas en las áreas de la salud y la educación?; ¿cuál será su posición en el manejo de la producción y distribución de servicios básicos como comunicaciones, energía y agua potable?; ¿cuáles son las propuestas orientadas a superar el rezago educativo de manera que nuestros niños y jóvenes puedan insertarse en el mercado laboral del presente y el futuro?.

Y, lo más importante, ¿cuáles serán las reformas tributarias que posibiliten contar con los recursos destinados a fortalecer la solidaridad y el financiamiento del “Estado de Bienestar”, que hizo de Costa Rica un país diferente a muchos otros de nuestra región.

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