En este momento me encuentro cursando el segundo año de Derecho en la Universidad de Costa Rica. En uno de mis cursos, Teoría del Estado I, aprendí sobre uno de los debates filosóficos más importantes de la historia: el librado entre el idealismo plasmado por el filósofo griego Platón, y el empirismo desempeñado por Karl Popper. El día de hoy, deseo comentar acerca de este tema en aras de discutir acerca de una problemática altamente preocupante para las democracias actuales: el tecnofeudalismo.

Desde mi visión socialdemócrata, progresista y de izquierda, he sido abiertamente crítica del desarrollo del tecnofeudalismo en nuestra sociedad actual, modelo bajo el cual los multimillonarios dueños de las plataformas más grandes de redes sociales están, de forma antidemocrática, tomando el poder e interviniendo en la soberanía de las naciones. Sostengo firmemente que desde el ejemplo de esta problemática actual, podemos entender el debate de Platón vs. Popper.

En primer lugar, debemos definir el concepto de tecnofeudalismo. El tecnofeudalismo implica, según Pujol, una analogía del sistema feudal de la Edad Media, siendo adaptado al contexto de la era digitalizada y globalizada. Dada la dinámica y estructura medieval donde los siervos dependían de los señores feudales, el autor amplía que:

En la era digital, el tecnofeudalismo sugiere una estructura similar, donde las grandes corporaciones tecnológicas, las Big Tech, asumen el papel de los señores feudales. Estas compañías controlan los territorios digitales esenciales, como los datos y las plataformas en línea, que son fundamentales para la economía y la sociedad contemporáneas.’’

Visto desde la perspectiva de Platón, sugerida a partir de su discusión en La República, se podría entender que el tecnofeudalismo es una evolución del gobierno aristocrático propuesto por el filósofo, en el que una élite política se encarga de decidir y guiar a las personas (a las cuales el autor considera incapaces de llegar al conocimiento absoluto mediante la razón si no es bajo la guía de intelectuales experimentados en áreas específicas para llegar hacia ese saber). En este sentido, los grandes empresarios y multimillonarios del Big Tech corresponden a esa aristocracia propuesta por Platón que, dada la era digital y su complejidad, podría llegar a ser considerada por algunas personas como la “adecuada” para guiar a la sociedad en su transición tecnológica, pero también social, política y económica.

Así, esta élite política, gradualmente, se adueña de las estructuras de gobernanza para gestionar un proyecto de interés donde el poder, no solo de un país sino también a nivel mundial, pase a manos de estas empresas, mediante una relación de dependencia entre estas y los gobiernos del globo; esta relación se gesta a partir de un aumento del poder adquisitivo de los magnates mediante el cual toman el monopolio de las redes sociales y las tecnologías, a tal grado que les es posible utilizar ese gran poder adquisitivo para influenciar la política a su beneficio y gusto. ¿El ejemplo más claro? Tan solo se debe observar el rol de Elon Musk dentro del gobierno estadounidense de Donald Trump, y se logrará entender lo que en este comentario estoy discutiendo.

Ahora bien, desde la perspectiva de Popper, a la cual personalmente me alineo en el marco de este debate, la situación es todo lo contrario. Desde la óptica de Popper, el tecnofeudalismo no es sino un equivalente al intento de implantación de una nueva forma de oligarquía autoritaria. En ese aspecto, el tecnofeudalismo es una manera en la que las grandes empresas interfieren en las democracias para convertirlas en aristocracias que terminen de destruir los cimientos bajo los que los ideales democráticos están constituidos. Esto lo podemos entender bajo cuatro postulados lógicamente ordenados, que pueden ser planteados a partir de la línea que propone el pensamiento de Popper:

Bajo la esfera económica

  1. El tecnofeudalismo abre paso para la monopolización del mercado por parte de las grandes empresas tecnológicas.
  2. Al haber un monopolio en el que las grandes empresas tienen toda la libertad de adquisición, se crea una paradoja donde la libertad de las medianas y pequeñas empresas se ve reducida.
  3. Conforme aumenta el control de las oligarquías tecnofeudalistas, se concentra el poder adquisitivo en las manos de unos pocos.
  4. El “libre” mercado deja de ser libre y se convierte en un modelo monopolizado que hunde a las medianas y pequeñas empresas y les obliga a someterse a una relación de dependencia con el Big Tech para su

Bajo la esfera social

  1. El tecnofeudalismo monopoliza el control de la información en redes sociales a los Big Tech.
  2. Los Big Tech pueden controlar el manejo de sus plataformas a su beneficio y moldear la opinión de su audiencia.
  3. La interferencia y manejo del algoritmo permite a los Big Tech imponer su control ante su audiencia.
  4. El tecnofeudalismo transforma a las personas usuarias en súbditas de un nuevo orden social digital que, en un mundo ya altamente dependiente de la tecnología, juega con sus emociones para influir y moldear sus decisiones y

Bajo la esfera política

  1. Los empresarios Big Tech poseen intereses políticos específicos, los cuales alcanzan a través de la presión e interferencia en gobiernos determinantes para el orden mundial.
  2. El tecnofeudalismo logra influir en la toma de decisiones de gobiernos democráticos, que comienzan a operar en beneficio de los empresarios Big Tech.
  3. Cuando ya el nuevo orden social digital otorga a estos empresarios la potestad de controlar la información, las plataformas de redes sociales no solo se convierten en espacios de narrativas desinformadas, sino que además abre paso para las teorías conspirativas, los discursos de odio y los discursos antidemocráticos.
  4. Los empresarios Big Tech aprovechan estas discusiones e interacciones en redes para gestionar una polarización que guíe hacia una inestabilidad política, teniendo así insumos para justificar la imposición de una mano dura y una centralización del poder en ‘’un gobierno de los mejores’’, que así termine por destruir la democracia, sumado a la erosión del Estado de Derecho y las instituciones públicas en línea con los intereses económicos particulares de este grupo.

Como podemos ver, los empresarios Big Tech y el tecnofeudalismo pueden ser un ejemplo preciso para determinar el debate de Platón contra Popper. Un ejemplo para analizar la perspectiva del “gobierno de los mejores” versus el gobierno democrático y deliberativo. A su vez, este debate filosófico nos puede otorgar herramientas para comprender el desarrollo de una de las situaciones que más está afectando a las democracias actuales. Entonces, ¿qué conclusión podemos adquirir de esta discusión? Pues, que ahora más que nunca, necesitamos del estímulo del pensamiento crítico y filosófico y político, a partir de su estudio tanto histórico como actual, para entender los retos de nuestra sociedad. Entender nuestra historia es crucial para evitar la erosión de la democracia. No dejemos que el tecnofeudalismo se consagre.

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