De cara a las próximas elecciones, nos encontramos en un cruce de caminos, entre esperanzas y temores, sueños e incertidumbres y, entre cambios, continuidades o retrocesos.
Ante esto, en esta Semana Santa, un tiempo propicio para la reflexión, nos es oportuno —y hasta necesario— detenernos y examinar por un instante una cotidianidad que, al parecer, nos llegó de forma legitimada y silenciosa a pasarnos cada vez más invisible y a paso ligero frente a nuestros ojos.
En medio de la rutina diaria, donde la prioridad de nuestras familias es llevar arroz y frijoles a casa, es fácil perder de vista aquellos valores y principios que han sido, entre muchas cosas, los cimientos de nuestra idiosincrasia y estabilidad social-democrática envidiada por la región. Aquellos cimientos, que han moldeado los 51.100 km2 de sueños y esperanzas de las familias costarricenses, parecen desvanecerse en la desmoralización del ejercicio político, haciendo inevitable sostener esta conversación de forma sensata y sin temor a represalias.
Con estas modestas palabras busco poner de relieve el retroceso sin precedentes que Costa Rica ha experimentado en los años recientes. En manos de gobiernos y gobernantes que, en lugar de priorizar el diálogo y el consenso de los problemas nacionales, han fomentado la violencia, la desmoralización y el enfrentamiento personal, donde se nos presenta un modelo que nos quieren vender como obsoleto y fracasado. Pero, ¿es realmente así? ¿Ha dejado de funcionar el Estado benefactor? ¿Hay, acaso, forma de gobierno mejor que la democracia? Estas son las preguntas mínimas que hoy nos deberíamos de estar haciendo.
Para aquellos que deseen seguir leyendo, les aviso que encontrarán una propuesta para salir de nuestra avergonzada actualidad y volver a moralizar lo inmoralizado. Volver a hacer de la político un ejercicio de bienestar y progreso para las personas. Tal como el título ya lo sugiere, me refiero a la señora Claudia Dobles Camargo, quien, a mi parecer y el de muchos amigos y familiares, luego de anunciar su intención de ser precandidata presidencial, representa la esperanza de renacer de entre las cenizas.
Debemos hablar propiamente de la tarea que Dobles Camargo tendrá no solo por moralizar lo inmoralizado, sino que, por devolvernos la esperanza a las familias costarricenses de que este país sigue siendo nuestro. Entonces, como algunos dicen que datos matan mentiras, solo basta una búsqueda escueta de las últimas noticias de realidad nacional para ver los logros de la actual administración.
En los últimos dos años, Costa Rica ha visto un aumento exponencial alarmante en los índices de criminalidad de nuestras calles. Según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), se estima que la cifra de homicidios podría oscilar entre 900 y 950 casos en 2025.
Este incremento está relacionado principalmente con disputas entre bandas de narcotráfico, que representan aproximadamente el 70% de estos asesinatos. Además, de que la presencia de más de 300 grupos criminales en el país ha exacerbado la situación, convirtiendo a Costa Rica en una ruta estratégica para el traslado de drogas (Observatorio de la Violencia). Cuando la noticia debería de ser que Costa Rica se convierte en una ruta estratégica para el turismo, pero ya vemos que cerca de serlo cada vez está más lejos.
En los últimos años, Costa Rica ha experimentado una preocupante disminución en la inversión social, no solo afectando áreas fundamentales como la educación, la salud, la vivienda y los programas de protección social. sino que derribando nuestros cimientos nacionales. Desde 2021, esta tendencia ha sido evidente, con una reducción significativa en el porcentaje del producto interno bruto (PIB) destinado a estas áreas. En 2020, el gasto público social representaba un 24.2% del PIB, pero para 2022, esta cifra había caído a un 21.2%. Esta disminución ha tenido un impacto directo en la calidad y disponibilidad de servicios esenciales para la población, limitándose así su capacidad de movilidad social.
Aunado a lo anterior, el Instituto Nacional de Estadística y Censo, expone en la Encuesta Nacional de Hogares que el 95,1% de las personas entre 5 y 18 años en el país asisten a la educación formal, pero que es solo el 43% de las personas de 24 años de edad o más que tienen secundaria completa o educación superior.
Esto es principalmente alarmante no solo por el espíritu académico y culturizado que ha caracterizado al país, sino que, es alarmante porque la historia nos dice que cuando el Estado y su sistema educativo falla es la criminalidad organizada la que recluta a esas personas jóvenes y sistematiza la violencia. Entonces, ¿debemos esperar a que todas las familias costarricenses estén llorando la pérdida de un hijo, para empezar a actuar y volver a invertir en educación?
Por otro lado, el financiamiento de los programas de protección social también ha sufrido una caída notable. Entre 2010 y 2023, la inversión en estos programas osciló entre el 11,24% y el 17,12% del PIB. Sin embargo, en los últimos dos años, se ha registrado una disminución significativa y abrupta, alcanzando un 14,50% en 2023, la cifra más baja desde 2015. Esta reducción coloca a Costa Rica por debajo de las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que sugiere que la inversión en protección social debería ser de al menos el 22,6% del PIB.
Ahora, el caos vial en la Gran Área Metropolitana (GAM) es otro problema crítico que los gobiernos anteriores, pero este en especial, no han podido solucionar. La congestión vehicular ha alcanzado niveles alarmantes debido a poca obra pública o mal diseñada y al crecimiento acelerado del alcance vehicular. Costa Rica, por ejemplo, ocupa la posición 144 entre 162 países en términos de tránsito vehicular, lo que afecta la calidad de vida y la productividad económica, tocando profundamente a los desencadenamientos socioproductivos y dinamismos socioeconómicos, y ni hablar de la salud mental de los ciudadanos. La falta de un sistema de transporte público eficiente ha obligado a muchas personas a depender de vehículos particulares, agravando aún más la situación.
En cuanto a nuestra institucionalidad, qué puedo decir que no se haya dicho ya. La división de poderes en Costa Rica es fundamental para garantizar la democracia y evitar la concentración de poder. Además, el país se define como una república democrática con tres poderes separados e independientes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial —y si se quiere el Tribunal Supremo de Elecciones que también tiene este rango constitucional—. Esta estructura es crucial para proteger los derechos y libertades de los ciudadanos y asegurar un gobierno transparente y democrático. Y no se tiene que ser experto en Ciencia Política o teoría republicana, para ver que al final del día el objetivo de este gobierno es acabar con ellos, erosionando su espíritu de separación e independencia.
Finalmente, poco se habla de que nuestra pirámide demográfica desde hace rato que se invirtió, lo que, entre muchas cosas, representa un riesgo alarmante para mantener a flote el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) que tanta garantía social nos ha traído. Hoy más que nunca resulta impostergable una visión de consenso, holística y panorámica a largo plazo.
Y es que subir la edad no es una opción. Podría dar un leve y efímero alivio, pero solo sería eso. Y el hacerlo sería a costillas de más condiciones que, ante todo, representan retrocesos en garantías sociales costarricenses. Ante ello tampoco hemos tenido una respuesta país para hacerle frente al problema que se nos viene encima.
Aún hay esperanza
Claudia Dobles Camargo, al anunciar su intención de ser precandidata presidencial, representa una esperanza para moralizar el ejercicio de la política en Costa Rica. Dobles ha enfatizado la importancia de un debate respetuoso y de ideas para enfrentar problemas como el crimen organizado. Su propuesta incluye fortalecer la prevención y contención de la criminalidad, mejorar los recursos para los cuerpos policiales y retomar programas exitosos de seguridad. Además, Dobles aboga por poner a las personas en el centro de la política, promoviendo un modelo de bienestar y progreso que priorice el diálogo y el consenso.
Por otro lado, es imposible hablar de Dobles sin hablar del tren eléctrico que trató de impulsar como una solución estructural para el caos vial en la GAM. Dobles ha insistido en que el tren es clave para modernizar el transporte público y reducir los tiempos de traslado, descongestionando las principales vías del país.
Así que, en una sociedad donde la moda es ser parte del pachuquismo, la intolerancia y el enfrentamiento; ideas y posturas como las de Dobles nos llaman a que pensemos en el futuro que queremos para nuestra nación y recordemos lo que nos ha hecho ser costarricenses.
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