En un mundo cada vez más complejo, donde la incertidumbre es la norma, la participación ciudadana se erige como un pilar fundamental para la construcción del bien común. No se trata simplemente de un acto aislado, sino de un proceso continuo y multidimensional que involucra a todos los miembros de la sociedad, mayores y menores de edad, nativos y extranjeros.
Darse cuenta es el primer paso hacia el cambio. Tomar conciencia de los problemas que nos aquejan, comprender sus causas y consecuencias, y reconocer nuestro papel como agentes de transformación es esencial para movilizar a la sociedad hacia la construcción de un futuro más próspero del tamaño de nuestros sueños. Alguien tiene que hacerlo.
Es fundamental comprender que los problemas de orden público no son tarea exclusiva del gobierno. La seguridad y el bienestar de toda la nación dependen de la participación activa de cada persona. Desde la vigilancia vecinal hasta la denuncia de actividades ilícitas, cada acción cuenta para construir un entorno más seguro y pacífico. Alguien tiene que hacerlo.
Con prospectiva miramos hacia el futuro, a diseñar escenarios para anticipar los desafíos y oportunidades que se avecinan. Al involucrarnos en la planificación y diseño de nuestras comunidades, podemos asegurar que las decisiones que tomamos hoy estén alineadas con las necesidades del mañana. Alguien tiene que hacerlo.
La gestión de riesgos nos prepara para afrontar las adversidades. Desde desastres naturales hasta crisis económicas, la participación ciudadana en la identificación y mitigación de riesgos es crucial para proteger a las comunidades y personas en mayor condición de vulnerabilidad y garantizar la resiliencia de la nación entera. Alguien tiene que hacerlo.
La gestión de crisis pone a prueba nuestra capacidad de respuesta y solidaridad. En momentos de emergencia, la colaboración entre personas ciudadanas y autoridades es esencial para brindar ayuda oportuna, coordinar esfuerzos y crecer juntos al tamaño de nuestros obstáculos colectivos. Alguien tiene que hacerlo.
En este proceso, debemos equilibrar lo cognitivo con lo logístico. Tener buenas ideas es indispensable; luego, es necesario llevarlas a la práctica de manera efectiva. La participación ciudadana implica tanto la reflexión y el debate como la acción concreta y coordinada. Alguien tiene que hacerlo.
La mejor gobernanza pública se construye sobre la base de la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana. Al involucrarnos en la toma de decisiones, podemos asegurar que las políticas públicas respondan a las necesidades reales de la población y promuevan el bienestar de todos. Al respecto, tenemos el inmenso privilegio y logro nacional de ser miembros de la OCDE – Organización para la cooperación y el desarrollo económico – que equivale a estar matriculado en la universidad para los estados.
Finalmente, la participación ciudadana es la manifestación orgánica de voluntades. Es el resultado de un proceso colectivo en el que cada individuo aporta su visión, experiencia y compromiso para construir una sociedad más justa, equitativa y sostenible. La construcción del bien común es una tarea de todos. Cada acción, por pequeña que parezca, suma para crear un futuro mejor para nosotros y para las generaciones venideras. Si no lo hacemos nosotros, entonces, ¿quién? Y si no lo hacemos ahora, entonces ¿cuándo?
Escuche el episodio 259 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Que alguien llame a alguien”.
Suscríbase y síganos en nuestro canal de YouTube, en Facebook, LinkedIn, Twitter y a nuestra página web para recibir actualizaciones y entregas.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.