Este fin de semana asistí a la primera fecha del Picnic Festival Centroamérica, “¡El Festival más grande y con mayor contenido de Centroamérica!”, un evento de 12 horas de música y actividades. Esta era la primera vez que asistía a un evento de esta duración, por lo que además de revisar la información sobre el evento y pedir consejos a mis amigos acudí a TikTok para informarme sobre cómo prepararme (eso es lo que hacemos ahora, ¿no?).

Todas las publicaciones sobre el evento, tanto en medios de comunicación como en redes sociales de la organización, indicaban:

Como en todo evento de concentración masiva, no se permitirá el ingreso al festival de: cigarrillos, vaporizadores, sombrillas, alimentos o bebidas, selfie sticks, sustancias ilícitas, mascotas, sillas, hieleras, objetos punzocortantes, armas de fuego o similares, bolsos o salveques grandes, termos, entre otros.”

De los videos y consejos que encontré, llamó mi atención que casi todas las personas recomendaban comprar agua al llegar porque “antes de que termine el evento, ya se habrá agotado”. ¿Cómo puede ser esto tan normal? Me sorprendió lo normalizada que está esta situación, e incluso me sorprendió sorprenderme, porque sí, ya me ha pasado en otros eventos masivos (en los cuales, como dice la organización de este festival, no se permite el ingreso de bebidas ni termos), donde ni siquiera ha iniciado el concierto y ya no hay agua disponible para la venta, y en algunos casos tampoco hay bebidas sin alcohol ni sin azúcar. Reitero: ¿Cómo puede ser esto tan normal? En eventos masivos, donde el calor y el esfuerzo físico son un riesgo real, la hidratación no debe ser un lujo, sino una prioridad. Si nos hidratamos después de una hora de hacer ejercicio, ¿por qué sería diferente cuando pasamos tantas horas de pie y bailando?

El agua debería ser el producto más barato en este tipo de eventos. Sin embargo, la realidad es que, en muchos casos, el precio del agua no solo es elevado, sino que a veces es equiparable al precio de las  bebidas alcohólicas o azucaradas (y sí, este es el caso de Picnic Festival Centroamérica, donde cuesta lo mismo una botella de agua que una lata de cerveza o una botella de refresco). Este fenómeno plantea preguntas sobre por qué el agua, un bien esencial, tiene precios abusivos y se equipara a bebidas alcohólicas, que incluso contribuyen a la deshidratación. Esta situación no solo es irracional desde el punto de vista de la salud pública, sino que fomenta opciones menos saludables. El agua debería ser la opción más accesible y económica, y ¿por qué no?, gratuita.

Esto no es solo una cuestión de salud, sino de responsabilidad social. Tragedias como la que ocurrió en el concierto de Taylor Swift en Brasil, donde una joven falleció por deshidratación y cientos sufrieron desmayos, evidencian que no estamos tomando en serio los riesgos de la deshidratación en eventos con grandes concentraciones de personas. La falta de acceso a agua gratuita no solo pone en peligro a los asistentes, sino que expone a los organizadores a una grave negligencia.

Por suerte, ya existen países que han tomado medidas para garantizar este acceso. En España, por ejemplo, una ley exige que los organizadores de eventos ofrezcan agua de grifo gratuita. En Argentina, lo mismo ocurre en la provincia de Buenos Aires, y en ciudades de Estados Unidos como Nueva York y Los Ángeles también han implementado programas para ofrecer agua gratuita en eventos masivos. Este tipo de regulaciones responde a una necesidad real, la de proteger la salud pública y garantizar el bienestar de los asistentes.

Además de la salud, hay un impacto ambiental importante a considerar. Los festivales que no ofrecen agua gratuita fomentan el uso desmesurado de botellas plásticas, afectando el medio ambiente. ¿No sería mejor que los organizadores de eventos promovieran el uso de botellas reutilizables, como hacen muchos festivales en Europa y América Latina, que ofrecen estaciones de recarga de agua gratuita? Festivales como Glastonbury, Coachella, Primavera Sound y Lollapalooza ya lo hacen, demostrando que no solo se puede, sino que se debe hacer.

El acceso gratuito al agua debería ser considerado parte de los servicios básicos que un evento debe ofrecer a sus asistentes, al igual que los baños o el acceso a primeros auxilios. Mantenernos hidratados no es solo una cuestión de comodidad, sino de salud física y emocional.

Es hora de que reconozcamos que el acceso al agua es un derecho, no un privilegio. No podemos seguir esperando que tragedias nos hagan reaccionar. No solo nos beneficiamos individualmente de estar hidratados, sino que todos ganamos como sociedad al reducir el riesgo de deshidratación, contaminación y sus consecuencias.  Es momento que los organizadores de eventos tomen la iniciativa y demuestren que su interés también está en la salud y el bienestar de los asistentes. ¿O tendremos que esperar a que el Ministerios de Salud o el Ministerio de Economía, Industria y Comercio empiecen a exigir como requisito el acceso gratuito al agua potable para dar los permisos correspondientes?

Picnic Festival Centroamérica, ¿será que en la próxima fecha tendremos estaciones para recargar agua? ¿podremos llevar nuestras botellas reutilizables? Al menos por soñar no hay que pagar.

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