¡Vieras! Estaba yo en la recepción, jeteando ¿verdad?  En eso veo llegar a una mujer muy elegante que viene como un miura, echando chispas. Diay, no me iba a quedar con la intriga, así que me tiré todos los toros en primera fila. Es la esposa de Pucho…

¿Cuál Pucho Fulanito?

¡Ay, Pucho! El mae de ingeniería. Todo el mundo le dice así. Yo no sé ni cómo se llama. Siempre le hemos dicho Pucho. Puchito…

No lo ubico

Pucho, PUCHO. El que se cree muy guapo, que le echa el cuento a todas las chiquillas. A más de una se las ha llevado entre las patas. Y si lo ves, no parece, el mae es chiquitillo, se está quedando sin pelo, no tiene un cuerpote, no es guapo… Debe ser pura hablada, porque plata tampoco tiene.  En las fiestas sí lo he visto y baila super bien. Tal vez es eso.

Pero no entiendo, Fulanito. ¿A qué viene la esposa de Pucho?

No es a qué viene. Es CÓMO viene. Está hecha una furia. Dice que quiere hablar con la querendengue de Pucho para dejarle claro que el mae es casado, con hijos y que no se meta con él.  Dice que solo una cualquiera, resbalosa y arrastrada no respeta al marido ajeno. A como está, la agarra del pelo y se arma la bronca.  Y quiere hablar con vos porque dice que es una barbaridad que la empresa permita que estas cosas pasen, que parece una olla de carne, que no tenemos moral ni temor a Dios, que hay que despedirla, porque a Pucho no lo pueden poner en situaciones de tentación porque la carne es débil, pero yo creo que Pucho ni mandándolo a trabajar desde el seminario se tranquiliza ¿La vas a atender? ¿Te acompaño por si acaso?

No, Fulanito. Voy a llamar a seguridad para que me acompañen a recepción para escoltar a esta señora. No atendemos cuando llaman a preguntar por el depósito de pensiones, ¿vamos a estar recibiendo a una mujer celosa? Esas cosas se resuelven puerta adentro. Hay que tener un poquito de dignidad, quererse un poquito, evitar el ridículo. Esto es un centro de trabajo, no una cantina para hacer escándalos.  Ni nosotros alcahueteamos a nadie ni somos la policía moral de la gente que trabaja aquí.  Trabajamos con a-dul-tos y cada uno es responsable de las consecuencias de sus actos ¿Esta señora cree que está en una novela?  ¿O que estos alborotos van a servir de algo? ¿Qué pretende? Y espérate que hable con Pucho.

A la empresa no le importa ni juzga las conductas personales de Pucho, pero en el momento en que esas conductas generan estos alborotos en la oficina y nos afecta la operación, afecta a otra gente que trabaja aquí y hasta  a los clientes, pues ahí deja ser personal y se convierte en laboral.  ¡Y ahí sí entramos nosotros!

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