El Pacto Digital Global (GDC, por sus siglas en inglés) imagina un futuro donde la inteligencia artificial (IA) es aprovechada para el bien colectivo de toda la humanidad. En el corazón de esta visión se encuentran dos iniciativas transformadoras: el establecimiento de un Panel Científico Internacional Independiente sobre IA y el lanzamiento de un Diálogo Global sobre Gobernanza de la IA. Estas iniciativas buscan construir un marco global para evaluar los riesgos, las oportunidades y el impacto social de la IA, al mismo tiempo que aseguran que cada nación—independientemente de su estatus económico o tecnológico—tenga un papel significativo en la configuración de su desarrollo. 

Para guiar este proceso, siguiendo el mandato del GDC de nombrar dos co-facilitadores, uno de un país desarrollado y otro de un país en desarrollo, el Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (PAGNU) ha designado a Costa Rica y España para liderar este proceso. Sin embargo, estas designaciones por sí solas no garantizan una participación inclusiva dentro de los mecanismos que van a ser establecidos. En Costa Rica, por ejemplo, el informe de la OCDE de 2024 revela que solo el 34% de las ticas y el 30% de los ticos de entre 25 y 34 años han alcanzado educación terciaria, con solo el 20% de las mujeres siguiendo estudios en campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Aunque Costa Rica es reconocida por su sólido sistema educativo y fuerza laboral capacitada, surge una pregunta clave: ¿cuántos costarricenses tienen la experiencia técnica requerida para participar en discusiones de alto nivel sobre IA, y cuántas expertas calificadas pueden contribuir al Panel Científico Internacional Independiente sobre IA? 

Estas preocupaciones destacan un problema global más amplio. El Secretario General de la ONU ha llamado a desarrollar un marco de gobernanza que garantice una participación amplia e inclusiva, empoderando a las naciones y comunidades subrepresentadas para que contribuyan en la configuración del futuro de la IA. Sin tal inclusividad, la IA corre el riesgo de ser moldeada principalmente por unos pocos países tecnológicamente avanzados, o peor aún, unas cuantas compañías, relegando las perspectivas y contribuciones de la gran mayoría global. Esto recuerda a fracasos pasados en la gobernanza global, como la disolución de la Comisión de Energía Atómica de las Naciones Unidas (UNAEC) en 1952 debido a la falta de colaboración entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. La ausencia de voces diversas en las primeras etapas de la gobernanza nuclear dio lugar a una toma de decisiones fragmentada e ineficaz. Sin embargo, la posterior formación del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) proporcionó un modelo más inclusivo de gobernanza global, demostrando que el equilibrio entre el avance tecnológico y la inclusividad puede generar resultados más robustos y efectivos. 

Debemos aplicar los mismos principios que hicieron exitosa al OIEA en la gobernanza de la IA. La IA, aunque llena de potencial, está plagada de sesgos incrustados en los algoritmos y datos de los cuales depende, muchos de los cuales provienen de países en desarrollo. Para construir un futuro equitativo, la gobernanza de la IA debe ir más allá de mejorar la precisión de los algoritmos. También debe asegurar que los países en desarrollo puedan participar plenamente en la configuración de esta tecnología, abordando las brechas de conocimiento, la falta de recursos y la escasez de expertos capacitados en IA. 

Este desafío no es algo sin precedentes. Incluso hoy en día, el OIEA sigue enfrentando desafíos para llenar la escasez mundial de expertos nucleares, especialmente entre grupos subrepresentados, incluidas mujeres. Esto refleja las barreras que impiden la plena participación en la gobernanza de la IA. Si no abordamos estas limitaciones, corremos el riesgo de repetir los errores de exclusión del pasado, dejando atrás a regiones enteras mientras las tecnologías de IA avanzan. 

El camino hacia una gobernanza equitativa de IA radica en adaptar las lecciones aprendidas de la gobernanza nuclear al ámbito de la IA. Esto requiere el establecimiento de marcos inclusivos y colaborativos en los que todas las naciones—especialmente los países en desarrollo—no sean meros espectadores, sino participantes plenamente empoderados que contribuyan activamente a la configuración del futuro de la IA. 

Para que los países en desarrollo puedan participar en igualdad de condiciones, es fundamental realizar inversiones sustanciales en el desarrollo de capacidades. Se deben priorizar programas que fortalezcan la experiencia en IA, fomenten el intercambio de conocimientos y reduzcan la brecha tecnológica. El Panel Científico Internacional Independiente sobre IA debe establecer mecanismos claros y transparentes para facilitar la participación de comunidades subrepresentadas, incluidas aquellas en las regiones más remotas. Este panel no debe convertirse en un espacio exclusivo reservado para élites nacionales, representantes corporativos o un grupo selecto de académicos e investigadores. Por el contrario, debe ser un organismo verdaderamente representativo que promueva la inclusión global y garantice que las voces diversas—especialmente de los países en desarrollo—sean escuchadas y valoradas. 

Además, la gobernanza ética de los datos debe ser un pilar fundamental del desarrollo de la IA, asegurando que los países conserven la propiedad de sus datos y puedan beneficiarse directamente de las innovaciones impulsadas por la IA. Para fomentar una inclusión genuina, es imprescindible establecer mecanismos de financiamiento equitativos que permitan a todas las naciones, independientemente de sus recursos financieros, contribuir activamente al diálogo global sobre la IA. 

La creación del Panel Científico Internacional Independiente sobre IA y el Diálogo Global sobre la Gobernanza de la IA representa una oportunidad única y crucial para dar forma al futuro de la IA de manera inclusiva y equitativa. Si aprovechamos este momento, la IA puede convertirse en una herramienta transformadora para todas las naciones, impulsando la colaboración global y fomentando la innovación para lograr una prosperidad compartida. Sin embargo, es necesario actuar con urgencia para evitar que la historia se repita. Una joven indígena de una región remota—ya sea en Costa Rica o en cualquier otro lugar—debe tener la oportunidad de adquirir los conocimientos necesarios para, en el futuro, formar parte de este panel y del diálogo global sobre la IA. Debe poder defender cómo la IA puede mejorar su comunidad, apoyar a su familia y proteger el entorno en el que vive. 

Es el momento de garantizar que la IA no se convierta en otro instrumento de exclusión, sino en una fuerza para el desarrollo sostenible e inclusivo a nivel mundial. 

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