La empresa de origen singapurense, Poseidon AI, desarrolló un proyecto que permite a los pobladores del territorio indígena Taimí en Talamanca, desarrollar la acuicultura orgánica a partir del agua de lluvia.

Este trabajo se desarrolla a partir de granjas que funcionan mediante el soporte de maquinaria especializada, suministrada por la compañía, y que a su vez permite la cosecha de hasta 500 litros de agua de lluvia para el aprovechamiento y uso en los tanques que producen pescado, camarón y verduras.

Además y para este proyecto, se contó con la instalación de plantas solares que generen la energía necesaria para asegurar el funcionamiento de las máquinas.

La instalación del proyecto se extendió del 11 al 15 de octubre del presente año y fue articulado en alianza con la ONG, Dejando Huella, quienes coordinaron con los territorios indígenas.

Además, se contó con financiamiento por parte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Poseidon AI es una compañía con base en Singapur, especializada en la inteligencia artificial que ha logrado desarrollar tecnología para el manejo de fincas de acuicultura sostenible. Entre sus principales logros, se encuentra la invención de una máquina que permite el aprovechamiento del agua pluvial para la cosecha de peces, camarones y verduras.

Varados en Costa Rica

El fundador de Poseidon AI es Amaj Rahimi Midani, quien en 2020 se quedó varado en Costa Rica junto con su esposa, costarricense, a causa de la pandemia ocasionada por la COVID-19.

Es en este contesto que Rahimi empezó a pensar en qué podría hacer desde aquí y por eso, como nos comentó en una entrevista concedida a Delfino.cr esta semana, desarrolló la idea de este proyecto que empezó justo tras una visita para comprar camarones, en la feria de Santa Ana:

En una visita a la feria pensé: si las personas mayores no pueden salir, las personas no pueden trabajar y las familias están en problemas. Yo tengo información sobre acuicultura, con mi empresa podemos hacer un sistema cerrado artesanal para que todos en el país puedan producir pescado, camarones y vegetales.”

Así, este sistema cerrado con capacidad de 500 litros de agua pluvial, permite que sin la necesidad de tierra, y con tejas usadas como alternativa (ya que es un material que abunda en el país), se puedan cosechar alrededor de 80 kilos de pescado y camarones, así como de 20 kilos de vegetales al año.

A partir de esa idea, Rahimi le propuso a la Municipalidad de Santa Ana implementar el proyecto en sus comunidades, de manera que las personas que se encontraran sin ingresos pudiesen mantenerse a base de la acuicultura.

La reunión fue grabada y compartida a través de Facebook Live, lo que permitió que un miembro de la ONG Dejando Huella se contactara con él y le propusiera replicar el proyecto en territorios indígenas en Talamanca.

El arranque del proyecto fue complicado debido a que no se contaba con los fondos necesarios para poner en marcha la iniciativa:

Buscamos fondos, e hicimos propuestas para organizaciones internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), y también hicimos propuestas a las embajadas de Canadá y Estados Unidos que pensamos que nos podrían ayudar”, comentó Rahimi.

Finalmente fue el PNUD quien accedió a financiar el proyecto y les suministró los fondos suficientes para adquirir la maquinaria y los paneles solares necesarios para la instalación de las granjas.

De Santa Ana a Talamanca

El contacto con los territorios indígenas se dió gracias a la alianza con la ONG Dejando Huella que fueron los encargados de coordinar la logística en Talamanca.

La movilización hacía el territorio complicó la instalación de los equipos, debido que tenían que caminar por largos trayectos con las máquinas, paneles solares y bombas de agua, además de llevar con vida los 400 alevines y 300 plantas que completarían las granjas.

Después de 3 días de trabajo, se concluyó  la instalación de las tres granjas, que se mantendrán en funcionamiento con agua pluvial y energía solar alimentando a estos territorios.

Trabajamos tres días, y caminamos cada día alrededor de 3 o 4 horas, llevando las tanquetas, pescado y con las plantas”, explicó Rahimi.

Se espera que esta iniciativa pueda mejorar la calidad de los alimentos que se consumen en Taimí, además de proveer de agua potable.

Según Rahimi, la presencia de grandes monocultivos que colindan con los territorios, preocupa a los habitantes de estos asentamientos debido a que los agroquímicos que se utilizan en estas producciones presentan un gran impacto en la tierra disponible para la agricultura así como en las fuentes de agua, por eso resaltó la importancia de una iniciativa de este tipo.