Paz. Una palabra compuesta de solo tres letras. “Paz”, un término tan corto pero con un significado tan profundo como valioso.Y, ¿qué es la paz? Podríamos acordar que es un concepto que va más allá de la ausencia de guerra o de conflictos armados. Se puede definir entonces como un estado de armonía, de tranquilidad, de bienestar, tanto individual como colectivo, que comprende el respeto, la justicia, y la ausencia de violencia en todas sus formas.
La paz es un estado ideal que lamentablemente está muy ausente en nuestros días. A nivel personal, esa paz puede lograrse a través de numerosos artificios y artilugios. A nivel global, el logro de esa paz anhelada fue designado, ya desde 1945, para recaer en una entidad supranacional que vele por ella en protección de la humanidad. Ese es el objetivo principal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organización creada como consecuencia de las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial. El artículo 1.1 de la Carta de las Naciones Unidas, que se firmó el 25 de junio de 1945, dispone el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional como objetivo principal de la ONU.
En el marco de este loable objetivo se desarrollaron inmediatamente esfuerzos hacia la prohibición del uso de la fuerza por parte de los Estados en sus relaciones internacionales y surge el Derecho Internacional Humanitario (DIH), que busca limitar los efectos de los conflictos armados, proteger a las personas que no combaten, y limitar los medios y métodos de hacer la guerra. Como resultado de este esfuerzo se adoptan, en 1949, los Convenios de Ginebra y posteriormente sus Protocolos adicionales, de los cuales son partes prácticamente la totalidad de los países del mundo.
El reciente ataque de Israel y de Estados Unidos a las instalaciones nucleares iraníes nos compele a mencionar la prohibición de atacar sitios nucleares en virtud del DIH, la cual se basa en el principio de distinción y en la prohibición de ataques indiscriminados.Esta prohibición está contenida y específicamente regulada en el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP), del cual son Parte 191 Estados, dentro de ellos, Estados Unidos. El tratado nació de la profunda preocupación de los gobiernos del mundo ante la creciente amenaza que presentan las armas nucleares para la supervivencia humana, el ambiente, el desarrollo socioeconómico, la seguridad alimentaria así como para la salud y el bienestar de las generaciones actuales y futuras.
“Dadas las tensiones que se observan en el plano regional e internacional, el riesgo de que se empleen armas nucleares es el más alto desde la Guerra Fría.” ICRC, Derecho internacional humanitario y política sobre Armas nucleares.
¿Cuál es la relación entre el TNP y la paz? El control de armas nucleares es fundamental para la paz mundial, pues busca prevenir la proliferación de estas armas y reducir los riesgos de conflictos nucleares. Según la normas de este Tratado, las instalaciones que contienen fuerzas peligrosas, como las centrales nucleares, gozan de protección especial y no pueden ser atacadas si ello pudiera provocar la liberación de fuerzas peligrosas y causar graves pérdidas a la población. Un ataque a una central nuclear podría constituir un crimen de guerra si no se respetan estas normas.
A esto se añade la prohibición del uso de la fuerza, consagrada en el artículo 2, párrafo 4 de la Carta de las Naciones Unidas, en el que se establece que todos los miembros de la ONU deben abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial de cualquier Estado. Recordemos que el crimen de agresión, en el contexto del Derecho Internacional, se refiere al uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, integridad territorial o independencia política de otro Estado.
A estos flagrantes actos de agresión se une el aumento exponencial del gasto militar y la innegable carrera armamentística que estamos viviendo. Según el último informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar mundial alcanzó un nuevo récord en 2024. El gasto ascendió a $2.718 billones de dólares, un aumento del 9.4% en comparación con 2023, y el mayor incremento interanual desde el fin de la Guerra Fría.
Retomemos aquí el título de este artículo, paz como palabra subversiva. Sí, subversiva en estos tiempos de violaciones constantes del Derecho Internacional, de los Derechos Humanos, de los principios de humanidad, así como una ausencia de esfuerzos de la comunidad internacional hacia la solución pacífica de controversias y la autodeterminación de los pueblos.
Como costarricenses, debemos ser personas pacíficamente subversivas, alterar este orden establecido de caos y violencia. Alzar nuestra voz hacia el respeto de las normas internacionales, de la negociación así como de la dignidad y humanidad de tantos pueblos que actualmente sufren de la violencia de sus líderes para los cuales la paz es una palabra vacía.
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