Vivimos tiempos convulsos. Como en toda gran travesía, necesitamos un salveque de supervivencia bien equipado. En la era actual, la comunicación efectiva es un arte. Exige considerar el contexto, captar la atención, respetar el tiempo, mantener la veracidad, e infundir arte y belleza en cada mensaje.
Llevamos 40.000 años creando arte, y quizás cientos de miles más haciendo cosas con nuestras manos con un afán estético. La agricultura, en contraste, apenas tiene 10.000 años de haber sido domesticada. Para nuestra especie, manifestar nuestro arte ha sido, históricamente, más importante que proveernos de alimentos de forma segura.
En un mundo inundado de palabras e información superficial y profunda, donde nos convertimos en "todólogos" teóricos, recordemos el viejo adagio: "al buen entendedor, pocas palabras". La verdadera sabiduría no reside en la acumulación de datos, sino en la experiencia.
Existen lenguajes universales que nos conectan con una comprensión más profunda de los problemas que nos rodean: las matemáticas, la ciencia, la música y el deporte. Estas disciplinas nos permiten crear arte, belleza, virtud y tecnología, y nos ofrecen un lente para descifrar la complejidad que va más allá de nuestra percepción inmediata.
La presencia es la diferencia fundamental entre tener discípulos y tener apenas seguidores. Estar en verdad presente, con todos nuestros sentidos, es lo que nos permite conectar, inspirar y liderar con autenticidad.
La Inteligencia Artificial (IA) ha irrumpido en nuestras vidas como una montaña rusa de emociones. Nos ha ofrecido nuevas formas de proyectarnos digitalmente y se ha convertido rápidamente en una costumbre para expresar nuestros pensamientos. Sin embargo, en medio de esta vorágine, nuestra prioridad número uno debe ser el talento. Este activo invaluable es vulnerable y está amenazado en el contexto volátil, incierto, complejo y ambiguo que navegamos.
El mayor impacto de esta tecnología disruptiva que hoy tenemos a mano dependerá directamente de la riqueza, fertilidad y destreza que posea nuestro talento en el presente. El talento abarca múltiples dimensiones: destrezas, atributos, conocimiento, sabiduría, un sistema nervioso resiliente, conciencia, y voluntad.
En estos tiempos turbulentos, no se trata solo de sobrevivir, sino de prosperar. Y para ello, necesitamos cultivar estas herramientas: una comunicación intencional, la conexión con nuestra esencia creativa, la sabiduría que solo la experiencia ofrece y la protección y robustecimiento de nuestro talento más valioso.
Escuche el episodio 274 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Salveque de supervivencia”.
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Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.