Primera entrevista de una serie de tres realizada para Lilith Zine.
Lilith Zine es una revista feminista independiente costarricense que presenta una respuesta radical a lo que es considerado “contenido para mujeres”, en especial, la “revista femenina” tradicional, popularizada en los años 50. Se basa en teoría feminista, la interseccionalidad y el desafío de convenciones sociales.
Dentro de la primera edición de Lilith se encuentran tres perfiles de activistas nacionales, dos ilustraciones con mensajes feministas, dos poemas, un spread de fotos por Rose DiMarte y una crónica central. Por tanto, el día de hoy se presenta la entrevista realizada a Alhana Chavarría, tanto escrita como en video.
Lo primero que notas cuando Alhana entra en una habitación es lo alta que es. Y no se trata solo de su estatura, no, te fijas en lo largo que es su cabello oscuro y brillante, en lo alargado que es su andar, en dónde su vestido besa la plataforma de sus sandalias. Tiene aplomo, es elegante, tiene una energía de sabiduría y profesionalismo que no se esperaría de una joven de veinticinco años.
Le digo que su forma de caminar me recuerda a Bea Arthur, un legendario icono gay que luchó por los derechos LGBTQIA hasta el día de su muerte.
Se coloca un mechón de pelo detrás de la oreja, mira hacia abajo, sonríe y, muy gentilmente, me encoge de hombros. No sabe quién es Arthur, pero se siente halagada.
Otra cosa que podrías pensar cuando la ves es… ¿No te resulta familiar? Y probablemente sí, pues en el 2021 Alhana se convirtió en la primera mujer trans de Centroamérica, la segunda en toda Latinoamérica, en ocupar el cargo de presidenta de una federación estudiantil en una universidad pública.
“Muchas personas llegaban y me escribían: “Mira, Alhana, te vimos y ahora en mi casa se está hablando de esto”, “Ahora estoy iniciando mi proceso gracias a esto”. Ahí fue donde yo dije, valió la pena romper tanto y poner el cuerpo para que otras personas también puedan llegar en su momento a estos espacios y a otros.”
Se asegura de especificar que el camino no fue fácil.
Describe instancias de transfobia-- “siendo esto una enfermedad totalmente social” --insultos, faltas de respeto hacia su nombre y pronombres, así como un profundo desgaste emocional. Algo que me parece particularmente interesante es que Alhana y su equipo no estaban conscientes del hecho de que estaban haciendo historia. Con calma se endereza la espalda y me explica que nunca usó su identidad trans como una bandera que la diferenciara inmediatamente.
“Creo que fue algo que siempre me propuse”, dice en una voz baja, pero con convicción. “Nunca voy a quedar por ser una mujer trans, sino por mis habilidades y lo que yo podía liderar desde ese espacio.”
Y efectivamente, ganó no sólo por el impacto histórico que tendría su triunfo, sino por sus habilidades como líder, oradora y defensora de los derechos humanos.
Cambio el tema hacia la importancia de tener personas transgénero en posiciones de poder.
“Es una deuda histórica para la comunidad trans y la comunidad LGBTQIA+ porque podemos impulsar políticas que mejoren las condiciones a las cuales nos enfrentamos socialmente. ¿Y quién mejor que una persona a quien le pase por el cuerpo? Entonces, desde ahí se enmarca saldar una deuda que hay con poblaciones sumamente vulnerables que enfrentan situaciones diariamente en donde tienen que sobrevivir.”
Cerrando la parte de nuestra conversación centrada en su presidencia, la cual se truncó en el 2022 cuando ella se retiró de su cargo, Alhana enfatiza que, si bien el camino hasta allí fue difícil, fue posible.
“Permití dar plataforma y visión a una realidad que estaba siendo ignorada, excluida, y silenciada por la sociedad.”
Pasando al corazón de Lilith, el feminismo, le planteo la siguiente pregunta:
“¿Seria acertado decir que vos te identificas como feminista?”
“¡Uf!”
Y es como si se quedara sin aliento. Rápidamente se recompone y comienza a contarme que este es un tema complicado dentro de la comunidad trans.
“¿Somos o no somos feministas? Esto es un tema importante de recalcar. ¿Qué tipo de feminismo nos representa? Y, en definitiva, es el interseccional, verdad, porque marca el agrupar a todas aquellas realidades que enfrentan las mujeres o que enfrentamos diariamente por un tema de sobrevivencia ante un estado patriarcal, machista y misógino. Personalmente, me considero transfeminista en un hecho de diferenciar.”
A lo que se refiere Alhana es al reconocimiento de la diferencia muy real entre el trato que reciben las mujeres trans y las cis. Sus asesinatos y crímenes de odio a manos del mundo son diferentes, al igual que las expectativas que se espera que cumplan. El rechazo que enfrentan en sí es diferente.
“Entonces, para mi es importante hacer esa diferenciación para decir, ok, está sucediendo esto y tenemos que luchar para erradicarlo.”
Continúo mi pregunta anterior con la importancia de las mujeres transgénero en la lucha feminista por la igualdad de derechos.
“Creo que somos el fiel ejemplo de irrumpir con el patriarcado y con lo cisheteronormado, de decir, mirá, abracemos esa diversidad de ser mujer. Rompemos con todo estereotipo. El feminismo o los feminismos deben abrazar esa diversidad de todos los cuerpos que, aun siendo mujeres cis, encuentran parte de esa diversidad en sus cuerpos, en sus vivencias, en sus realidades. Eso es lo que mostramos las personas trans: irrumpimos con todo aquello que socialmente se ha construido como normal.”
Esta vez, soy yo la que se queda sin aliento porque ella tiene toda la razón. Imagínense ser la encarnación viviente de la disrupción de las normas sociales. Imagínense romper todos los estigmas con solo existir. Imagínense el orgullo y la libertad, pero también piensen en el riesgo.
“Me ha pasado muchísimo que no me he sentido cómoda en espacios feministas, debo decirlo, con las llamadas TERFs”, prácticamente se puede sentir el cansancio en la voz de Alhana.
“En Costa Rica existen y, pues, están presentes dentro de las marchas, dentro de las luchas feministas y lo vemos diariamente dentro de algunas colectivas que lo dicen públicamente o por medio de sus acciones, sus discursos de odio y demás. Entonces, a partir de eso, en esos espacios claramente no pertenezco o no me representan como mujer. Espero que cambien pronto porque no representan a muchas mujeres también desde su diversidad. Su discurso también excluye a mujeres cis y es importante recalcarlo.”
“¿Cómo excluye a las mujeres cis?” le pregunto.
“Porque meten que una mujer es aquella que menstrúa, que da a luz, etcétera, etcétera, etcétera. Todo aquel discurso sumamente errante, biológico. Hay mujeres cis que no tienen útero, hay mujeres cis que no tienen muchas de las cosas que nosotras también como mujeres trans no tenemos. (…) Se da una exclusión social, estructural y sistemática totalmente patriarcal del ser mujer.”
Me tomo un momento para pensar en mis privilegios como mujer cisgénero, las cosas que doy por sentado, pero especialmente la falta de empatía y amor que veo hacia nuestras hermanas trans que luchan tan valientemente por nuestros derechos colectivos. Así que paso a un tema que creo que nosotras, como feministas cisgénero, debemos priorizar en nuestra solidaridad: la mejora de nuestra comunidad para ser lo más inclusivas posible.
¿Por dónde empezamos?
“No apropiarse de espacios. Creo que es algo que yo trabajo mucho con colectivos feministas. Incluyan a mujeres trans. Incluyan dentro de su lucha, dentro de sus organizaciones y abracen esa diversidad. No se apropien de algo que no les corresponde porque lo hemos visto en algunas colectivas feministas en Costa Rica. Se apropian de un discurso de interseccionalidad, de inclusión. ¿Pero cuantas mujeres trans hay ahí?”
“Entonces, a partir de eso, lo que yo siempre digo es que se formen, se formen en materia de inclusividad, de sensibilidad, de concientización y también en terminologías, conceptos, en ese material que nos permita al menos brindar un espacio seguro para aprender de una persona trans.”
Pasamos a la intersección de la feminidad y las identidades trans, algo en lo que a las TERF les encanta centrarse como una forma de desacreditar a las mujeres transgénero en particular. Ellas tienen este mito dañino sobre las mujeres trans, que refuerzan el patriarcado ya que buscan cumplir con un prototipo femenino perfecto.
“Estamos en contra de eso, más bien nosotras irrumpimos ese prototipo y decimos: mirá, podemos ser lo que queremos ser a partir de nuestro concepto de feminidad personal. No es necesario usar maquillaje, no es necesario usar esto o esto para ser mujer. Lo vemos en las personas trans que no se meten en procesos hormonales o cambios quirúrgicos. Lo que nosotras desde las vivencias trans buscamos es una comodidad con nosotras mismas más allá de cumplir los gustos del patriarcado en torno a la feminidad.”
Me cuenta cómo se espera que las mujeres trans cumplan con ser cis passing, un término que denota que una persona transgénero podría “pasar” por cisgénero. O sea, el típico: “¡Ay, nunca se podría adivinar que esa persona es trans!” (una declaración muy dañina dado que “pasar” no es lo que hace válida la identidad de una persona trans).
“Existen dos ámbitos del cis passing. Esta el que abraza a la comunidad trans, que es como una meta para llegar a los procesos, una meta de su transición y, todo bien, es válido. Pero esta el otro lado que a veces lo utilizan para reprimir y decir: si no logras ese estereotipo de ser mujer, no podés serlo.”
Su voz se intensifica y se vuelve apasionada.
“Entonces, a partir de eso es que luchamos por erradicar esos constructos y decimos: no, existimos como somos y punto. Tenemos derecho de ser.”
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Alhana Chavarría aparece en todas las redes sociales como @alhanacm.