Cuando Fulanito tiene algo que le urge a él, aunque no necesariamente a los demás, nos espera muy temprano en la puerta de la oficina, con taza de café en mano y cara de que necesita hablar cuanto antes.
Saluda con un “¿Tenés un minuto?” y no espera la respuesta. Cierra con llave para que nadie interrumpa.
“Tenemos un problema. ¿Qué problema? Problemón. Mirá, el supervisor de los muchachos de mantenimiento, Teodoro, ¿te acordás? Siempre ha sido muy educado, muy servicial, muy decente, pero algo le tiene que haber pasado porque de un tiempo para acá, todos los de ese departamento pasan de mal humor, molestos y hasta asustados.
Yo, para ahorrarles tiempo a ustedes y porque a mí me pasa que a la gente le gusta contarme sus cosas y yo tomo apuntes, me di a la tarea de sintetizar y sistematizar la información, como nos recomendaron en la capacitación de disciplina progresiva y por eso vine. ¡Ya sé todo, lo documenté y tengo testigos dispuestos a hablar!
Teodoro tiene enredos de plata. Bueno, todos los tenemos, la plata no alcanza, todo cada vez más caro. Pero ¿qué ha hecho Teodoro al respecto? ¿Pidió otro préstamo en la Asociación? No, porque ya tiene el crédito hasta arriba. ¿Vino aquí y les contó a ustedes, pidió ayuda? No, porque él es de esos hombres de antes, necios y tercos, orgullosos, que no les va a venir a contar a ustedes sus cuitas y además porque le da vergüenza.
¿Saben qué hizo? Lo que hizo fue empezarle a pedir plata a sus muchachos, a los del grupo de él. Que mil pesos por aquí, que cinco mil por allá, que treinta mil a este otro. Al inicio con esos cuentos de puchamevinesinefectivoprestamequetepagomañana. Pero luego mañana se convirtió en una semana y luego cuando paguen y luego cuando me entre una plata y luego con el aguinaldo y luego cuando me de la gana, dejá de joder si querés seguir trabajando.
Y ustedes saben que en la zona no es fácil conseguir trabajo.
La cosa es que los días de pago, en mantenimiento se arma un alboroto y Teodoro con cara de perro bravo, hecho una furia, para que nadie se acerque a cobrarle y los muchachos angustiados porque ellos también necesitan su platica, no les sobra y muchos si no es que todo le prestaron a Teodoro no por amistad ni solidaridad. Es el jefe ¿cómo le iban a decir que no? Eso era. Yo me espero aquí para que me des la carta de despido sin responsabilidad de Teodoro. ¿Fuiste apuntando para redactarla? Yo me encargo del despido, ya sé cómo hacerlo y quiero hacerle justicia a los muchachos”
Pero Fulanito… el patrono no puede intervenir en los arreglos personales que se hacen entre los trabajadores. Esos préstamos son entre ellos. Ya todos son adultos que manejan su dinero y sabrán qué hacen con eso, a quién le prestan y a quién no. También uno tiene que saber que si presta plata, hay un riesgo de que no la recupere nunca.
Lo que no está bien es que Teodoro haya usado su posición como jefe para pedir los préstamos. Porque él nunca deja de ser jefe, y como bien decís vos, es muy complicado para los muchachos decirle que no.
Entonces, nosotros vamos a hablar con Teodoro para recordarle que no puede estar pidiéndole préstamos a sus subalternos y ver cómo se le puede ayudar para que se ordene y pague lo que debe.
Además, vamos a actualizar políticas. Ya tenemos prohibido la venta de ropa, joyería, comida, rifas y ahora, vamos a asegurarnos que quede claro que la usura está absolutamente prohibida.
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