El Consejero del Parlamento de Burdeos –Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu- (Burdeos, 1689-París, 1755), fue la persona que planteó por primera vez de forma clara, la separación de poderes, este hombre destacado de su época dijo:

Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales de los nobles o del pueblo ejerciera los tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los delitos o las diferencias entre particulares”

¿Por qué nos dice Montesquieu que todo estaría perdido? Sencillo. Porque esa distribución de los poderes del Estado es necesaria para impedir que el poder se acumule o se concentre en una sola mano y no pueda ejercerlo despóticamente. La existencia de cada una de las funciones del Estado, la de legislar, la de juzgar y la de administrar y ejecutar, permiten un equilibrio un sistema de frenos y contrapesos que no es más ni menos que el mecanismo que permite el ejercicio efectivo de los poderes del Estado donde el poder detiene el poder y se mantiene la unidad del Estado (eso frena la corrupción a través de los controles y el seguimiento de estos).

Esa división o separación de funciones, como modernamente se le ha llamado a la histórica “división de Poderes”, se distribuye entre distintos órganos y con ello se limita su ejercicio, presentándose esa división como una verdadera garantía de libertad y un medio para determinar cómo y a través de qué órganos actúa el Estado disminuyendo la esfera del poder de los órganos estatales por medio de esa distribución.

Costa Rica, como Estado de Derecho que es, no solo posee en su Constitución Política una norma que consagra esa división de Poderes (art 9), sino que ha cultivado la misma, nuestra institucionalidad es sólida, cada Poder del Estado está organizado de tal manera que ha podido - a lo largo de su historia – garantizar el equilibrio entre la prerrogativa y la garantía, ha podido brindar el servicio público y satisfacer el interés público bajo un marco de respeto y equilibro en el ejercicio del poder, así como los órganos adscritos a cada poder del Estado, han estado vigilantes   y   ejerciendo   los   controles   que   corresponde   ejercer.

Como cualquier país del mundo, Costa Rica no ha estado exenta de deficiencias, de incumplimientos de normativa, tampoco ha estado exenta de corrupción, porque ninguna democracia es perfecta, como tampoco lo somos los seres humanos que vivimos en democracia. La corrupción no solo aqueja a las sociedades modernas, es un fenómeno antiguo, Hesíodo, poeta griego, en su poema “Los Trabajos y los Días” (comienzos del siglo VII antes de Cristo) se dirigía a su hermano Perses y lo exhortaba a vivir una vida honesta basada en el trabajo. Ambos hermanos recibieron una herencia al morir su padre, la cual, se suponía, iba a ser repartida por igual. Sin embargo, Perses dilapidó su parte y después sobornó a los jueces de la ciudad para que le adjudicaran la parte que le correspondía a Hesíodo, quien en el poema dice:

Pues ya repartimos nuestra herencia y tú te llevaste robada mucho más de la cuenta, lisonjeando descaradamente a los reyes devoradores de regalos que se las componen a su gusto para administrar este tipo de justicia».

Desde esa época ya era clara esa actitud humana retorcida de obtener beneficios mediante actos irregulares, poco o nada honestos, mediante pagos de coimas, sobornos o como decía Hesíodo “regalos”, tráfico de influencias, entre otras “figurillas” interesantes y muchas ejecutadas desde los puestos de poder y a las que no se les da mucha relevancia, pero que en sí mismas demuestran lo poco importante que es para muchos el concepto de honestidad en el servicio público y en la vida misma.

Por suerte, esa mancha en el alma humana no era (ni es) generalizada, ha habido y siguen existiendo personas honestas, con un verdadero sentido de servicio, basta con compartir y conocer a muchos funcionarios públicos, que dejan su vida en el servicio público y se retiran con pensiones modestas o tal vez no tan modestas pero que dejaron un legado en el lugar en el que sirvieron, no lo dude, esas personas sí existen, las conozco y son tan fiables, tan honestas y tan responsables, que en muchos casos no encajaron por ese motivo, fueron acosadas y relegadas, porque su visión distinta de cómo deben ser las cosas correctas, fue demasiada amenaza para los grupos de poder.

Así que no se engañe, ningún político nos va a salvar de la corrupción, nadie viene a destapar la corrupción, al contrario, no sé si es mi percepción personal, pero he estado viendo tanto sobre este tema que realmente las noticias me sobrepasan porque la corrupción parece ser el único tópico en la actualidad, estamos ahogados en corrupción, y nadie nos va a salvar de esto porque ese concepto es una realidad y es un concepto realmente antiguo.

Lo que sí es cierto es que eso puede mejorar porque de la corrupción se salva usted mismo, con su conducta intachable, con su comportamiento honesto, con su transparencia al actuar, si queremos erradicar o minimizar este mal empecemos por nuestra propia actitud, ese es el poder de uno.

¿Cómo critica usted la corrupción, si llega tarde a su trabajo o pierde tiempo en él? ¿Cómo critica usted la corrupción si minimiza u oculta las irregularidades en que incurren sus amigos o usted mismo? ¿Cómo critica usted la corrupción si solapadamente se sirve de los bienes del Estado para beneficio propio o de terceros? ¿Cómo critica usted la corrupción si pretende con sus acciones evadir controles, los cuales existen precisamente para evitar la corrupción? ¿Cómo critica usted la corrupción si no denuncia el fraude del que tiene conocimiento?

Finalmente, ¿por qué existen controles? En primer término, los controles derivan de esos frenos y contrapesos y, por otro lado, los controles son necesarios para brindar seguridad a las instituciones en la consecución de sus objetivos y con ello disminuir el fraude, si eliminamos controles necesarios, estaremos haciendo más fácil la corrupción.

¿Por qué hay tantos controles? Sencillo, porque hay mucho riesgo de fraude. Nuestro país, de acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción, para el año 2023 tenía un índice de percepción, entre los Países de América Latina de un 55% (donde el rango 0 es el mayor puntaje en la percepción de corrupción y el 100 significa que no se percibe corrupción en el país). Este índice es un indicador que refleja los puntajes obtenidos por cada país en las áreas tales como sobornos a funcionarios públicos, sobornos en la contratación pública, malversación de fondos públicos y eficacia de los esfuerzos anticorrupción de los gobiernos.

Así que estamos en un rango medio donde la población percibe que se vive un ambiente donde sí hay corrupción, y precisamente partiendo de estos y otros números, es que resulta necesario establecer controles. Los controles ralentizan los procesos y procedimientos, eso es innegable, pero es preferible un atraso a una pérdida, y ciertamente, aunque nuestro país haya experimentado pérdidas por fraudes y lo siga sufriendo, el caso es que si se eliminan controles nuestro País no estará en el rango 55 sino que podría encabezar la lista de los Países con más percepción de la corrupción en América Latina.

Así que cuando pensemos en eliminar controles para agilizar procedimientos, recordemos que podríamos estar abriendo una puerta para que se fuguen los recursos públicos, y con ello poco a poco perdamos del todo la escasa fe que aún se conserva en las instituciones del Estado.

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