Nacemos en un sistema familiar con códigos, secretos, fronteras, normas y reglas, así mismo también nacemos en un sistema económico, político, cultural, entre otros. Todos ellos influyen en la percepción de mundo que la persona conforme va creciendo y viviendo construye. Ahora estas normas que se viven a lo interno de la familia son influenciadas por el contexto sociocultural del que se procede y del momento histórico en el que se este viviendo.
Decía Karl Marx, en el materialismo histórico que: “las mercancías tienen relaciones sociales y las personas relaciones materiales”, efectivamente su premisa se encuentra más vigente que nunca, la mercantilización de los afectos, podría decirse que es un problema de salud pública, las personas usualmente se relacionan con otras, en función de lo que esta vinculación pueda ofrecer o resolver, todo ello sin distinción de clase.
Lamentablemente siempre habrá alguien que pague por sexo, afecto, compañía y siempre habrá alguien que los venda, tanto el que paga como la persona que se vende, tienen la misma carencia, la necesidad, el trauma instaurado. La persona que compra el afecto probablemente tiene resuelta la parte económica, otras no la tendrán, pero lo harán, su parte afectica y mental es probablemente muy inestable, así lo dice la teoría y así lo podemos constatar quienes trabajamos con personas. Quién se vende esta permeado, además, por la carencia emocional, el desamparo y la desesperanza, siendo entonces estos componentes los ideales para crear una relación vertical y permeada por la violencia.
En la misma línea, podría decirse que mucha gente hoy día suele mentirse y traicionarse así misma, se vende al mejor postor o postora, es muy común escuchar estas aseveraciones: Estoy con él porque me resuelve el pago de la U, estoy con ella porque me mantiene, está conmigo porque yo soy el que paga la pensión, la que paga la pensión, él, ella es la que paga el paseo, cuando salimos a comer quién paga es él, ella, él, mantiene a mi familia, solamente estoy con él o ella porque tiene un buen cuerpo ect, en general la gente ahora busca vincularse por la parte material, los sugar daddy, las sugar mami a la orden del día.
Se ha ido perdiendo esa capacidad de vinculación genuina permeada por valores tales como el respeto, la colaboración, la ayuda reciproca, el fortalecimiento de ambas partes dentro de la vinculación que se construya, donde exista autonomía e independencia de ambas partes, reconocimiento emocional entre otros, es decir, las relaciones horizontales, cuyo vínculo pasa por la confianza y el respeto mutuo. ¿Se encuentra usted en este tipo de relaciones? ¿Qué le ha llevado a esta situación?
Ahora. entendamos como juega a lo interno de estas relaciones materiales la parte afectiva. Usualmente el que paga tiene una personalidad más perversa o sadista, somete, denigra, maltrata y humilla emocionalmente a quién esta sometido o sometida en la relación material, la afectividad en estos vínculos se finge, no existe. En mujeres madres con hijos, usualmente estas se sacrifican para poder llevar alimento, vestimenta y recreación a costa de estas personas que tienen el poder económico y se sienten muy cómodas en la vivencia de la cultura patriarcal, el precio a pagar por estas es la enajenación, la humillación y la perdida de autonomía para tomar decisiones.
En las relaciones materiales permeadas por la diversidad sexual es exactamente igual, hombres, mujeres, personas transgénero con poder económico, sosteniendo vínculos fingidos y cargados por la violencia. En este tipo de vinculación usualmente es de carácter sexual y sumamente estético. Se paga por una belleza física, por un cuerpo ideal dentro de la lógica de consumo. Hay gente a la cual le he escuchado la osadía de decir “yo consumo cuerpos no personas” la despersonalización es una condición y al parecer un requisito que no escapa de estas realidades.
El respeto, el amor, la verdad, entre otros valores en la sociedad de las relaciones materiales, son vistos como antivalores, la gente usualmente esta muy lastimada por este tipo de vínculo material, ya no creen en el amor, en la verdad, han sido traicionados desde muy pequeños en sus vínculos y relaciones familiares, por sus amistades y parejas.
Los valores de la sociedad actual desde la vivencia del trauma son: la traición, la mentira, la manipulación, la humillación, el maltrato entre otros. Situaciones que probablemente usted encuentra a la vuelta de la esquina, en su familia, en su barrio, en su comunidad, en su provincia, en su país sin distinción de clase social. La violencia ha logrado distorsionar tanto el sentido de la vida y de la realidad que parece ser el único camino por el que transitan miles de personas todos los días en sus vínculos y relaciones.
Recuerde usted lector, lectora que la confianza, el respeto, la autonomía, la independencia, el amor, son valores o en algún momento lo fueron dentro del imaginario social ¿Qué los han hecho? Hoy día estas palabras generan burla en muchos sectores, he escuchado desde el dolor decir a la gente “que ingenuidad ahora nadie tiene interés en amar, todo es una transacción” al prestarles atención, se les ve el odio, el enojo y el desprecio por la vida, algo definitivamente no anda bien.
Por otro lado, es importante mencionar que estos valores de las sociedades actuales no nacen solos, se gestan desde la exclusión y la violencia histórica que ha acompañado a la humanidad. Guerras, políticas locales, nacionales, globales, intereses económicos, juegan un papel trascendental, así como la proliferación de contenido distorsionado en las redes sociales que genera todo tipo de trauma en la población. Todo ello junto con la cultura de desecho, te uso, lucro de voz y cuando ya no te necesito te desecho, distorsiona por completo la realidad psíquica del sujeto.
Finalmente, es importante mencionar y recordarles a los profesionales en psicología, a las ciencias sociales y económicas, a las ciencias políticas que, desde lo individual y colectivo, podemos tejer y construir nuevas realidades. Nuestra profesión la psicología es como un hilo y una ajuga que ayuda reparar todo el daño que se gesta desde las estructuras de poder y también se puede tejer desde la prevención. El quehacer terapéutico de las psicologías ayuda en la construcción de una mejor calidad de vida, por ello hay que seguir tejiendo nuevas realidades y vivencias, hay que acompañar en la construcción de nuevos vínculos a todas las generaciones y decirles a las personas que aún se puede amar y ser amado, amada sin tener que recurrir a la compra del afecto.
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