Tenemos una trabajadora conflictiva. Después de muchas reuniones, resumimos así la situación de ella:

  • Se muestra poco receptiva a respetar los procedimientos establecidos por el patrono. Mejor dicho, se los salta.
  • No quiere oír críticas de su trabajo
  • Su perfil es descrito como “complejo”.
  • Genera problemas de clima laboral y conflictos, porque siempre asume que todos hablaban mal de ella. Recursos humanos invierte mucho tiempo en mediar en estos problemas.
  • Nunca asume la responsabilidad del conflicto.
  • No habla ni responde cuando se le exponían sus errores.
  • Siempre incurre en las mismas faltas.
  • Se toma atribuciones que no le corresponden.
  • Si se le dice que haga A, ella, al propio, por llevar la contraria, hace Z.
  • Siempre hace las cosas como ella quiere.

Ya la revisó el médico de empresa y se le hicieron análisis a ver si es que tiene algún problema físico o mental que le impide seguir órdenes.   Todo salió bien.

“Háganme caso: Lo que esta tiene es que cuando se pone loca y necia, se pone necia y loca. Y ustedes la alcahuetean”-  interrumpió Fulanito, que siempre anda rondando por la oficina y opina.

No sé yo si regañar a Fulanito por metiche o por machista o por las dos cosas. Pero hay que reconocer que es increíble que la empresa completa esté siendo secuestrada por esta señora. Nos tiene bajo un régimen de terror. De alguna manera, nos estamos acostumbrando todos a la persona conflictiva y tratamos de acomodarnos a su forma de ser porque ella “es así” y además porque evitamos a toda costa el conflicto.

“¡Ahí tenés! Rehenes somos, todos somos rehenes de la doñita, porque nadie tiene pantalones para ni siquiera amonestarla porque ella coge el papelito y a gritos empieza a decir que con eso se limpia el arco del triunfo y que quiere ver quién va a ser tan hombre de animarse a despedirla y todos cuchiticos. Nos acomodamos a esas matonadas y a la que hay que acomodar es a ella. A mí a cada rato me dicen que me calle para que no se venga la señora encima”

No es la forma en que yo hubiera elegido describir la situación, pero Fulanito no deja de tener razón. Ya no podemos seguirla pasando de un departamento a otro para que alguien más se haga cargo de ella o cuando ya no la aguanta, se la pasa a alguien más y así se van perpetuando y se cree intocable.

Gerencia no quiere que se le despida con responsabilidad porque dice que es como premiarla y que eso sentaría un mal precedente. Yo me pregunto qué vale más, si todo el daño que está generando o pagarle la cesantía y el preaviso y que se vaya de una vez.

Que nos quede a todos claro: sí podemos despedir a una trabajadora difícil. El mal carácter no es excusa. El patrono tiene libertad de contratación y de despido (con solo ciertas restricciones). Así que o esto cambia o esto se acaba, pero esto no sigue. Empecemos por amonestarla por escrito en cada una de esas faltas y darle seguimiento en serio.

“Diay pero ¿Y si eso funciona? ¿Si cambia y se pone las pilas?”- dice Fulanito, preocupado.

Pues podría seguir trabajando. El derecho laboral no se trata de sacarse el clavo.

Post-data: La descripción de la lista de características de la trabajadora, corresponde a un caso real, analizado en una sentencia de la Sala Segunda de la Corte Suprema de Justicia, en la que se discutió si el despido del que finalmente fue objeto la trabajadora fue discriminatorio o no.

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