El suelo marino sustenta los ecosistemas oceánicos. Al igual que en tierra, las distintas formaciones geológicas influyen en la diversidad de recursos y especies en aguas profundas. Actualmente, la Autoridad Internacional de los Suelos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés) se encuentra trabajando en una serie de regulaciones en minería marina dado que la comunidad internacional insiste que la solución al cambio climático y la transición a nuevas energías limpias se encuentra en la explotación de ciertos minerales críticos.

La zona de Clarion-Clipperton, ubicada al oeste de América Central, es una zona de fractura geológica submarina con una gran cantidad de nódulos polimetálicos y depósitos minerales que son extraídos por varios contratistas de la ISA. Esta zona cubre un 1.3% del fondo marino y posee más níquel, cobalto y manganeso que todos los depósitos en tierra. El cambio climático genera una presión creciente en la necesidad de estrategias de descarbonización y reducción de emisiones. Para el 2040, es necesario cuadruplicar el acceso a estos metales críticos para poder cumplir con los objetivos mundiales de carbono neutralidad.

Las operaciones de extracción exploratoria consisten en enviar un robot a recolectar esos nódulos polimetálicos. Estos nódulos están depositados sobre el suelo marino, entre 2000-5000 m de profundidad, y se trata de unas rocas con forma de papa formadas de metales (cobre, níquel, manganeso, cobalto) y tierras raras. Por ejemplo, el litio se utiliza en la construcción de baterías, paneles solares y vehículos eléctricos. Existen tres tipos de depósitos minerales: los nódulos polimetálicos, los sulfitos polimetálicos y las costras de ferromanganeso ricas en cobalto. Los depósitos de sulfitos se forman cerca de las fuentes hidrotermales, mientras que las costras de ferromanganeso están en los montes submarinos y áreas con significativa actividad volcánica. Los procesos de extracción de estos minerales son similares a la minería en tierra, y se justifica su explotación indicando la reducción de daños ambientales o deforestación.

No obstante, esos nódulos y depósitos toman millones de años en formarse, y son hogar de cientos de organismos. No existen suficientes investigaciones científicas que permitan entender el alcance que la alteración y destrucción que la minería marina causaría sobre la vida oceánica. Incluyendo los efectos de los ruidos, iluminación, plumas de sedimento en suspensión, variaciones en temperaturas, reducción de fuentes de alimentación y alteración de procesos biogeoquímicos. De la misma forma, la radioactividad y toxicidad posterior debido a la explotación de los minerales.

Según la Convención del Mar de Naciones Unidas (CONVEMAR), las zonas económicamente exclusivas de cada Estado son el área adyacente a su mar territorial para su uso exclusivo de exploración y explotación de sus recursos. Países como Noruega, Japón y las Islas Cook están explorando sus propias zonas económicas exclusivas para minería submarina. Las aguas internacionales son reguladas por la Naciones Unidas, y el Área, o el suelo marino en alta mar, cae bajo jurisdicción de la ISA el otorgar contrataciones de exploración y explotación de los recursos en el suelo oceánico a los países parte de la CONVEMAR.

La ISA ha otorgado 22 contratos de exploración submarina desde su fundación, 17 de ellos en la Zona de Clarion-Clipperton. Debe de tomarse en cuenta que la exploración del suelo oceánico requiere una capacidad de inversión y equipo de alto nivel tecnológico, que pocas entidades y países poseen. Entre los mayores contratistas están China, Rusia, Japón, Francia, Reino Unido, Alemania y Corea del Sur. Para julio de 2025, ISA debe establecer los estándares de minería marina con la poca información científica disponible. Varios países miembros, entre ellos Chile y Costa Rica, están solicitando una moratoria para tener un reglamento apropiado a partir de evaluaciones de impacto ambiental con base científica antes de autorizar cualquier tipo de explotación minera, a pesar de la presión internacional de compañías privadas como The Metals Company, o el creciente interés de Noruega para minar los suelos marinos del Ártico. Francia y Reino Unido forman parte de la Coalición para la Conservación del Fondo Marino (DSCC), sin embargo, ambos países cuentan con contrataciones vigentes de exploración minera por parte de ISA.

Ante una urgencia de descarbonización, así como oportunidades económicas para pequeños Estados insulares en desarrollo, la minería marina supone una realidad latente. A pesar de la posible destrucción de hábitats, muchos países valoran una revisión profunda de sus zonas económicas exclusiva, formar consorcios o concesionar áreas marinas para su explotación. Estados Unidos incluso valora ratificar la CONVEMAR para formar parte de las iniciativas mineras. Conforme a las prontas disposiciones de la ISA, y consecuentes presiones por parte de la comunidad internacional, los conflictos por delimitación de los territorios marinos o casos de corrupción para concesiones de explotación irán en aumento.

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