En un nuevo año de conmemoración del Día Internacional de la Mujer es importante recordar por qué seguimos demandando cambios estructurales. Las razones sobran y es difícil priorizar solo algunas, pero haré un intento por destacar algunos motivos que seguro harán sentido a mujeres de Chile, Costa Rica, España y de cualquier parte del mundo, incluso a aquellas que viven en los países más desarrollados.
Vivimos en una sociedad repleta de estereotipos de género. Los resultados del último Índice de Normas Sociales de Género del PNUD son simplemente alarmantes: 9 de cada 10 personas en el mundo mantiene algún sesgo de género contra las mujeres, el 50% de la población mundial cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres, y el 25% de la población —es decir 1 de cada 4 personas— cree que está justificado que un marido golpee a su esposa. Cuando hablamos de estereotipos de género nos referimos a ideas preconcebidas sobre cómo creemos que deberían comportarse los hombres y las mujeres. Existen estereotipos de género abiertamente hostiles, como: “las mujeres son mandonas o histéricas”, o estereotipos aparentemente benignos como: ”las mujeres son multitasking” o “las mujeres son mejores cuidadoras”. Pero hostiles o aparentemente benignos, los estereotipos nos afectan.
Vivimos en una sociedad que nos expulsa del mercado laboral. Las mujeres nos hemos insertado en el mundo laboral remunerado, pero los hombres no se han insertado al mismo ritmo en el mundo del trabajo del hogar y del cuidado de niñas y niños. Esto ha generado que las mujeres trabajemos agotadoramente a doble jornada, o que simplemente terminemos marginadas del mundo laboral. Claudia Goldin, premio Nobel de Economía 2023, visibilizó cómo el desarrollo profesional de las mujeres se ve afectado al transformarse en madres. Goldin es categórica al señalar cómo revertir esta situación:
El cambio fundamental tiene que ver con los hombres más que con las mujeres. Es fundamental que ellos también asuman la responsabilidad de estar pendientes de lo que ocurre en sus hogares, y sean los primeros que digan a sus jefes que no están dispuestos a trabajar horas extra el domingo y perderse el partido de fútbol de su hija”.
Vivimos en una sociedad violenta con las mujeres. En todo el mundo, 736 millones de mujeres —casi una de cada tres— han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, de violencia sexual fuera de la pareja, o de ambas, al menos una vez en su vida. Paradójicamente, el hogar es uno de los espacios más riesgosos para las mujeres, el 56% de los homicidios de mujeres son cometidos por sus parejas u otros miembros de su familia, mientras esta cifra es de 11% en el caso de los hombres. Todo esto según ONU Mujeres.
Vivimos en una sociedad que mata los sueños de las niñas. ¿Sabían que a los 5 años muchas niñas dejan de soñar con que pueden ser presidentas, científicas, astronautas o ingenieras? ¿O que a los 7 años es más probable que las niñas crean que los niños son más inteligentes que ellas? Esto se llama brecha de sueños, y es la distancia entre lo que las niñas creen que pueden lograr y su verdadero potencial. Esta brecha de sueños se produce en nuestros hogares, en las escuelas y en la sociedad en general, y sucede porque situamos al hombre en el centro, no al ser humano. Nuestras niñas casi no ven referentes femeninos, ¿cómo esperamos que se proyectan en otras si no encuentran en su vida cotidiana a esas mujeres referentes? Según el mayor estudio sobre presencia de mujeres en textos escolares, realizado por Ana López Navajas, las mujeres solo representan el 7,5% de las apariciones en las asignaturas de educación obligatoria. Es decir, las niñas estudian la historia del hombre, no de la humanidad.
En síntesis, nos queda mucho por avanzar, las brechas de género aún son abismantes y estamos lejos de alcanzar la igualdad de género. Por estas razones y muchas otras más este 8M todas quienes creemos en la igualdad de género, las que no queremos esperar siglos por la igualdad, alzamos la voz para demandar los cambios estructurales que tanto necesitamos.
Si quieres profundizar más sobre estas desigualdades estructurales, les invito a escuchar el episodio de Equality el Podcast: “Simplemente desiguales”:
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