Hay personas que tienen finca. Suelen visitarla cada feriado, fin de semana o día libre. Si es en plan familiar, el plan siempre incluye la finca.
Puede ser un lugar simplemente de recreo o descanso. O puede estar dedicada a labores productivas, por ejemplo agrícolas o ganaderas.
En la finca suele haber una casa para los dueños, que llegan de vez en cuando y, muchas veces, una casita más sencilla, donde vive el señor que ve la finca, solo o con su familia.
El señor que ve la finca no paga alquiler por vivir en esa casita. Puede ser que tenga un trabajo, que el dueño le permita sembrar lo suyo en un pedacito de la finca o que simplemente viva ahí. Por lo menos tener a alguien en la finca ayuda a espantar a posibles ladrones o precaristas.
Si llegan el dueño y su familia, el señor que ve la finca abre y cierra los portones, ayuda con maletines y cajas. A veces lava los carros. La esposa de él limpia y arregla la casa principal. Les cocina. Cuando se van, limpia otra vez, lava todo y cierra la casa.
A veces el dueño de la finca llama a decir que ese día llegan unos primos, un ingeniero, la gente del AYA, del ICE, de la Muni. El señor que ve la finca debe estar atento a la hora, recibirlos, llevarlos a conocer la finca y supervisar lo que hagan.
Al señor que ve la finca se le piden cositas pequeñas. ¡Qué sé yo! Que chapee un poquito por allá que se creció el zacate. Que limpie un poquito por la quebrada porque se llenó de basurilla. Que no se le olvide regar las matas. Que ayude a reparar esa cerca o esas goteras tan molestas. A podar ese árbol. A ir al centro agrícola a recoger el abono que ya se dejó pago y si le da chance, echar un poquito al zacate. Avisarle al dueño si algo se dañó, cambiar un bombillo, arreglar el tubo o el baño. Darle de comer al perrito. Bañarlo cuando anda apestoso.
Además, así se entretiene. Y lo hace porque es muy agradecido porque no paga por la casa. El dueño siempre se asegura de darle las gracias, como persona bien educada. A veces le regala una platilla. Puede ser para que redondee los gastos, casi una propina. A veces, es porque el señor que ve la finca y su familia están pasando necesidades y al dueño nada le cuesta ayudarlos.
Se llevan bien, el dueño y el señor que ve la finca. Es una relación de años, de mucha confianza. Es más que un conocido, pero menos que un amigo. Como si fuera el concuño de un primo.
Si algún día el señor que ve la finca se quiere ir o ya no se necesita más, pues de dicen adiós, se dan la mano y cada uno por su lado. Porque no es como que el señor que ve la finca sea un trabajador. ¿O sí?
Es frecuente que se considere que, en estos casos, sí existe una relación laboral. El señor que ve la finca hace diversas labores según las instrucciones que recibe del dueño/patrono. Presta esos servicios personalmente, en el horario que se le indica. Recibe pago en especie (la casa) y a veces en efectivo. Tiene derecho a su salario mínimo, vacaciones, aguinaldo, de todos los años que haya velado por la finca y dependiendo de la forma en que termine la relación, a auxilio de cesantía y preaviso.
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