Una de las expresiones que se suelen escuchar dice que: “el pobre es pobre porque quiere”.

Y es vociferada por ciudadanos en rangos económicos escasamente superiores, o por los políticos liberales o derechistas.  Los estratos medios mantienen un silencio que me parece cómplice de las partes.

¿Pero cómo entender la pobreza si no se es pobre o se cree no serlo?

La pobreza obedece a múltiples causas y considero que la desigualdad es la que más incide en estos momentos. El Estado costarricense contribuye con su pobreza estructural en educación y salud, por ejemplo. Tenemos educación gratuita y sistema de salud de buena calidad (podrían ser mejores), pero con embudos y coladeros que las vuelven inalcanzables para la pobreza extrema.

El pobre cuando encuentra el estrecho corredor que lo catapulte a una mejor calidad de vida, lo transita con éxito. Tanto así, que alcanzan estratos económicos elevados. Pero en ese corredor deben converger múltiples factores como educación, salud, becas, relaciones públicas, información, tejido social circundante, entre otros. La falta de alguno de ellos, trunca las aspiraciones.

Los derechistas vociferan que el pobre lo seguirá siendo, aunque le quiten al rico; el izquierdista añora darle un mordisco al platudo para “redistruibuir la riqueza”. Ninguna de las dos soluciona la pobreza.

El IMAS otorga 75 mil colones a algunas familias pobres, pero el burócrata que supervisa le pide cambiar las puertas de la casa, ponerle cerámica al piso o instalar cielorraso. Pero no hay comida, los uniformes están rotos, solo hay dos cuadernos; es decir, las prioridades son otras. Esa familia no saldrá de pobre, pero servirá para las estadísticas gubernamentales.

“No le des el pescado, enséñale a pescar". Pero dónde pesca la niñez pobre la educación acorde o contextualizada que potencie sus conocimientos para enfrentar los retos futuros; dónde pesca el pobre el trabajo que le de sustento familiar, la vivienda digna, ambientes pacíficos y humanistas.

No se es pobre porque se quiere, es que cada vez más, tenemos privación continua o crónica de los recursos y oportunidades para que los que menos tienen, encuentren el corredor adecuado que los conduzca a abandonar esa condición.

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