Pasamos en el trabajo al menos ocho horas diarias. A eso se le suma los tiempos de traslado y el hecho obvio de que al cuerpo no le interesa a dónde estamos cuando de necesidades fisiológicas se trata. Así que es lógico, esperable y natural, que la gente vaya al baño durante la jornada laboral.

Y aunque todos podríamos estar de acuerdo con esa premisa, el uso del baño tiene sus matices.

Abundan las quejas sobre los trabajadores que van muchas veces al baño (¿cuántas veces es muchas?), de los que quieren ir ya, inmediatamente, que no aguantan (y la empresa requiere que para ir al baño alguien los reemplace en sus labores); de los que van en grupo; de los que aprovechan las idas al baño para hacer otros mandados, yendo a la cafetería, a Recursos Humanos, al cajero, etc; los que van al baño y aprovechan para echarse un sueñito; y los que dicen que van al baño y nunca regresan (que podría ser un abandono de trabajo).

También es usual que los trabajadores se quejen cuando reciben acciones disciplinarias por el uso excesivo del baño o su duración, alegando que no pueden controlar necesidades naturales y que es inhumano pretender que lo hagan.

Hay centros de trabajo que han optado por fijar tiempos para lavado de dientes, cantidad de visitas al baño, tiempos de duración, procedimientos para pedir permiso, etc.

Es, por decir lo menos, un tema controversial. ¿Cuánto es suficiente tiempo para ir al baño? La respuesta es: depende. No todos los casos son iguales, pueden depender del día o incluso de las condiciones gástricas de cada persona. ¿Cuándo es un abuso? También depende. Es difícil de definir si no conocemos las condiciones de la persona. A eso hay que sumarle las limitaciones que el pudor impone a muchas personas para discutir aspectos tan personales e íntimos.

Si el patrono, jefe o supervisor nota que un trabajador va muchas veces al baño y eso es un patrón constante (no cosa de un día), afectando la operación, puede seguir estos pasos:

  • Consultar con el médico de empresa —si lo hay— si el trabajador tiene alguna condición médica que lo obliga a ir tantas veces al baño.
  • Conversar a solas y con tacto con el trabajador.
    • Puede ser que esté pasando por alguna situación de salud y que no haya consultado aun con un médico. Si ese es el caso, es posible repasar en conjunto las opciones de consulta médica que existen y cómo funcionan los permisos en la empresa.
    • Si ya el trabajador tiene una condición diagnosticada, se le puede pedir una nota del médico confirmando esto y la necesidad de acceso al baño de este trabajador. En este último caso, estaríamos ante una situación de vulnerabilidad del trabajador- por su condición médica- que requiere de un trato diferenciado en la aplicación de las acciones disciplinarias.

Por último y no menos importante: el 50% de la población laboralmente activa son mujeres, la enorme mayoría de ellas en edad reproductiva, que menstrúan mes a mes. Los baños para mujeres deberían contar con dispensadores de toallas sanitarias o tampones.  Menstruar con dignidad es un derecho humano.

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