Nunca cambiarás las cosas luchando contra la realidad existente. Para cambiar algo, construye un nuevo modelo que haga que el modelo actual sea obsoleto", Buckminster Fuller

Durante muchos años, miles y miles de toneladas de materiales posindustriales y posconsumo, procedentes de todas partes del mundo occidental, fueron enviadas a China para ser recicladas. Era algo que la mayoría de nosotros no sabíamos que sucedía: era como barrer el polvo y ponerlo debajo de la alfombra.

En Europa o Estados Unidos, era la situación ideal, ya que les permitía librarse de una enorme cantidad de material y recibir dinero a cambio. Muchos de los países de Europa lograban cumplir con los porcentajes de reciclaje que les exigía la Unión Europea gracias a la exportación. Para China también era beneficioso porque su demanda de plástico crecía año tras año.

Sin embargo, muchos de los plásticos acababan en un vertedero o requerían de tratamiento extra debido a que llegaban sucios o mal clasificados y, por lo tanto, resultaba demasiado caro reciclarlos.

A inicios del 2018, China cerró al mundo la posibilidad de recibir sus residuos y nos quedamos sin alfombra para ocultar la consecuencia del consumo desmedido: la generación de residuos sin control. Esa noticia no llegó como un titular de primera plana para la humanidad, como sucedió cuando se inició la propagación del COVID-19, pero los efectos sí empezaron a sentirse rápidamente, de la misma forma que con el virus. Entre otras consecuencias, hubo un aumento de materiales en los vertederos y rellenos sanitarios, lo que, a su vez, propició un aumento de la producción de plástico con resina virgen procedente del petróleo.

Del problema a la oportunidad

Simultáneamente, —y sin conexión aparente— en diferentes partes del mundo, crecía la conciencia acerca de la producción y el consumo sostenible. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU iniciaban su proceso de socialización. En algunos países, las políticas públicas tomaban acción. Las imágenes de ciudades y océanos llenos de plásticos, conviviendo con las especies, empezaban a ser cada día más frecuentes en las redes sociales y los consumidores empezaron a volver su mirada a las empresas para reclamar más acción y responsabilidad sobre sus impactos. Muchos emprendedores sociales diseñaron nuevas propuestas de negocios que buscaban solucionar alguna de las aristas de este multidimensional problema, mientras generaban valor económico. «Nunca desperdicies una buena crisis», dijo Winston Churchill.

Uno de esos emprendimientos fue ecoins®. En Costa Rica, y tan solo unas semanas después del cambio de la política en China, un grupo de profesionales en comunicación liderado por dos mujeres, Karla y Lucila, lanzó el proyecto con una mirada muy distinta sobre la manera de enfocar el problema de los residuos. La visión fue apostar por el refuerzo positivo, por los incentivos, por las alianzas y por la tecnología, para apoyar, así, a las empresas y sus clientes de relaciones públicas con el fin de que sus recursos fueran mejor utilizados y sus esfuerzos más sostenibles.

Ecoins® es hoy la primera plataforma virtual de la región latinoamericana que premia el compromiso con el reciclaje. Funciona con un sistema de incentivos que convoca a recicladores industriales y de base, autoridades, empresas y, lo más importante, a los consumidores. Los consumidores reciben puntos por limpiar, secar y separar sus desechos valorizables y llevarlos a un centro de acopio autorizado o entregarlos a su municipalidad, que luego se canjean por cupones de sorteos y descuentos que aportan las empresas asociadas en forma de membresías.

Ecoins® cambió la forma tradicional de asumir la gestión de residuos. En lugar de ser vista como un problema ambiental y una labor operativa costosa y complicada, se convirtió en una alternativa que ofrece oportunidades económicas mediante una combinación estratégica de plataformas de comunicación digital, redes sociales y participación ciudadana para optimizar los recursos disponibles y aprovechar al máximo las facilidades y fortalezas de cada participante de la cadena de valor.

El proyecto se sustenta en su capacidad de educar y sensibilizar a las personas alrededor de temas ambientales y de gestión de residuos, mientras crea incentivos, económicos y psicológicos, que estimulan al consumidor final a responsabilizarse de su generación de residuos.

Mediante esta labor, se contribuye a reducir significativamente los costos operativos (limpieza, clasificación y transporte) y de infraestructura social que se requieren para ejecutar programas de reciclaje sostenibles en el tiempo.

La recuperación de residuos valorizables a partir del consumidor final no solo disminuye los costos de gestión operativa del reciclaje, sino que también apalanca a las empresas a implementar sus políticas de Responsabilidad Extendida del Productor, ya que las empresas no requieren crear una estructura paralela a su negocio que les permita ejecutar la tarea de recuperar los residuos generados por su actividad productiva.

Además de establecer una dinámica económica basada en principios de triple utilidad (impacto positivo en lo social, ambiental y económico), se incentiva la evolución y el desarrollo de una industria incipiente en la región como lo es el acopio de residuos valorizables. Esto implica nuevos empleos y la dinamización de la economía circular que presupone oportunidades para nuevos emprendimientos relacionados con procesos de transformación y comercialización de la materia prima recuperada. Al ser un emprendimiento social, tiene la capacidad de reunir a diversos sectores, lo que permite establecer alianzas, sinergias y captación de recursos en relaciones ganar-ganar. ¿Es su momento para ser parte de esta comunidad, como persona o como empresa? Hablemos.

Un reciente informe del medio de comunicación The Economist presenta la oportunidad de la economía circular en el sector de la moda como una de las tendencias principales del 2023. Como generador de empleos y recuperación de materias primas, las prácticas de economía circular en la moda podrían representar el 23% de la industria y generar hasta 700 billones de dólares para el 2030.

Ecoins® resulta, entonces, un sistema tecnológico y operativo práctico, innovador, frugal, sostenible y conveniente para la realidad latinoamericana; esto se ha ido demostrando desde el día de su lanzamiento en abril del 2018: cada mes más personas inscritas, más empresas vinculadas, más materiales recuperados y más toneladas de CO² evitadas gracias a una correcta gestión de residuos sólidos.

Una de las principales debilidades del sistema de recuperación de residuos, en general, es la ausencia de datos y, sin ellos, no es posible mejorar efectivamente, interpretar las tendencias y aprovechar las oportunidades. Por eso, 2023 será el año de nuestro salto tecnológico.

Cerca de celebrar nuestros primeros 5 años de operación, y después de habilitar la plataforma en 6 países, seguimos evolucionando y ahora trabajamos en la generación de datos y trazabilidad a través de la tecnología blockchain, sin dejar de lado los pilares de la educación, la sensibilización y la generación de incentivos para cada uno de sus stakeholders.

Este artículo es parte del capítulo que se sumará a la publicación "Economía circular para una América Latina y el Caribe Sostenible", del Centro Tecnológico de Economía Circular en Chile.

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