No podemos ignorar a un mundo que está en riesgo de romperse. El Informe sobre Desarrollo Humano 2022 nos invita a una reflexión sobre la importancia de promover una voluntad colectiva y solidaria para construir acuerdos duraderos e inclusivos, más allá de las diferencias. Eso también requiere de liderazgos políticos que abran espacios para el diálogo democrático inclusivo que facilite soluciones sostenibles y duraderas.

Pese a los vehementes llamados de las juventudes para que se actúe con urgencia, el cambio es difícil. ¿Quién debe hacer qué? ¿Cómo deben hacerlo? ¿Qué puedo hacer yo? A veces parece que la humanidad está paralizada entre sentimientos de profunda desconfianza e incertidumbre.

El desarrollo mundial presenta una regresión abrumadora y nos retrocede a los niveles existentes al inicio de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la adopción del Acuerdo de París en 2016. 9 de cada 10 países experimentaron un descenso en 2021/2022, anulando cinco años de progreso. En el caso de Costa Rica, el IDH prácticamente queda invariable, pasando de 0.810 a 0.809, pero rompe una tendencia histórica de mejora. Además, los promedios suelen ocultar desigualdades que, en un contexto como el de los últimos dos años, pudieron haberse agravado.

El informe del PNUD ‘Tiempos inciertos, Vidas Inestables: Configurar nuestro Futuro en un Mundo en Transformación’ examina las formas en que las crisis se acumulan para desestabilizar la vida a una velocidad y escala mucho mayor de lo que los seres humanos hayamos experimentado jamás.

Un ejemplo obvio es el impacto de la humanidad en los procesos planetarios como los micro plásticos que están por todas partes: desde parches de basura del tamaño de un país en el océano hasta los pulmones y la sangre de las personas. Esto amenaza la propia supervivencia de la humanidad.

Pero tal como lo mencionó Mary Robinson, presidenta de The Elders, ex presidenta de Irlanda y anterior Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos durante el lanzamiento global del Informe:

El mejor futuro aún está por venir, si así lo decidimos”

Es cierto que la imbricación de incertidumbres que enfrenta la humanidad provoca temores sobre un futuro sombrío, pero no es un destino fatal. A través de decisiones valientes, colectivas, solidarias, basadas en la ciencia, podemos construir un futuro próspero, inclusivo, sin dejar nadie atrás.  Para ello hay que neutralizar la polarización, fortalecer las inversiones inteligentes e impulsar la innovación, que no solo se refiere a la tecnología sino también al funcionamiento de las instituciones y las relaciones sociales. Este mundo de grandes incertidumbres puede ser también el de las grandes oportunidades.  El futuro está en nuestras manos.

Para ello, debemos reconocer el lugar central de la protección social en las políticas públicas. Frente a los desafíos de la cuarta revolución industrial, hay que discutir sobre medidas como la renta básica universal y transferencias de efectivo que ayuden a las personas a afrontar escenarios de oportunidades diferentes.  en un futuro inteligente sustentado en la innovación y la tecnología, pero con riesgos de exclusión social y económica para muchas personase

Para prosperar juntas y juntos, debemos reconocer que el mundo ha cambiado. Debemos permitirnos un diálogo franco e inclusivo que permita conocer cuál es el futuro que desean las comunidades y las personas. Por ejemplo, acometer cambios, como la transición hacia una economía verde, repensar nuevas formas de participación ciudadana y toma de decisiones, mejorar la gestión pública y la gobernanza a través de la innovación social, el involucramiento y la corresponsabilidad de todos los sectores sociales, así como saldar deudas históricas para disminuir todas las formas de violencia basadas en género.

Hemos iniciado una nueva era. Podemos reavivar la esperanza y reescribir el futuro. Es hora de trabajar desde las realidades de los territorios. De incluir en los diálogos y la construcción de soluciones a los movimientos sociales de las juventudes, la población afrodescendiente, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad, las personas migrantes y las mujeres en toda su diversidad.

El Informe no es una apología a la desesperanza y la paralización. Por el contrario, frente a la situación desoladora que muestra con base en evidencia, propone salidas viables para todos los países y llama a la esperanza a través de la acción colectiva de todas las personas y grupos para que, sin renunciar a la diversidad y sus legítimas reivindicaciones, permita construir soluciones de largo plazo basadas en la solidaridad, la inclusión, la justicia, la corresponsabilidad y la sostenibilidad ambiental.

Es hora de apostar por la solidaridad para crear futuros de prosperidad y de respeto —en un mundo incierto— tanto para las personas como para el planeta. Es hora de encontrar motivos y voluntad de coincidencia, más allá de las diferencias, para construir un futuro común, próspero, sostenible donde quepan todas las personas por igual.

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