Hay varias e importantes discusiones que actualmente suscita el tema del financiamiento de las Universidades Públicas en Costa Rica. Una de ellas es la justificación de la inversión de la riqueza pública en disciplinas humanísticas. El problema puede plantearse en los siguientes términos: ¿qué justifica utilizar dinero público en la investigación y docencia universitaria de ámbitos como la filosofía del Derecho de la antigüedad grecolatina, la historia del arte renacentista o la literatura mesoamericana?
Este asunto parece estar emparentado con otros, por ejemplo, ¿por qué financiar mediante las riquezas públicas, espacios como bibliotecas, teatros o museos, que promueven y protegen estudios y obras típicamente ubicadas dentro de las humanidades? ¿Por qué enseñar en la primaria y secundaria cuestiones como la historia de Mesopotamia o las discusiones constitucionales centroamericanas del siglo XIX?
Aunque todos estos asuntos tienen sus particularidades, parecen suponer un problema común: el de justificación de la inversión pública en las humanidades. Cuestiones de esta índole demandan una justificación que sustente el valor público de dicha clase de ámbitos del conocimiento y actividad humana. A su vez, la ubicación de una justificación de esta índole habilita para revisar con ojos críticos las prácticas vigentes que pretenden estar así sustentadas.
Por supuesto, hay distintas respuestas a este asunto general. Empero, a pesar de los esfuerzos por justificarlas, es usual que hoy día las humanidades están cubiertas de dudas sobre su valor. De mi parte, creo que lo mejor que se puede decir en su favor es que contribuyen a nuestra libertad. Me explico.
En un tiempo en el que se favorece que los motivos para nuestro accionar individual y social se circunscriban al gusto y la preferencia irreflexiva (y, aún dentro de estos, sólo a aquello que puede ser comprado y vendido) las humanidades se ocupan y nos recuerdan la amplia gama de ideales, practicas, normas, valores y creaciones que han ensalzado o denigrado al género humano a través de su historia (que es también la nuestra, claro está).
Abren así el abanico de esos ideales, practicas, normas, valores y creaciones, que las personas de todos los tiempos y lugares han encontrado a través de sus vidas. Por este medio, no sólo nos apartamos de una forma vida monopolizada por motivaciones irreflexivas, sino que quedamos habilitados para que considerar, como personas autónomas, el amplio panorama de lo que los humanos podemos ser en cuanto individuos y en cuanto sociedad.
Pongo un ejemplo de mi ámbito de estudio: al reflexionar en los procesos y valores que impulsaron la introducción de la idea de ley en la antigua Atenas democrática, podemos comprender y evaluar sus luces y sombras. Por ese medio, se logra apreciar las ideas y problemas aún vigentes relacionados con la legitimidad de las reglas comunes que pretenden regir con autoridad en una sociedad. Al hacerlo, además, se visualiza aquello que nos vincula y que nos separa de esas otras personas y comunidades que existieron en otro tiempo y en otro lugar. Finalmente, profundizar en este asunto permite considerar y ponderar las razones en favor o en contra de ciertas formas de organización social y el lugar que cada quien puede tener en ellas.
Esto quiere decir que mediante las humanidades se puede revivir lo que otras personas han vivido, defendido y creado (y, quizás, aprender de ello). De esta forma, además, es posible sortear el vacío de valor en el que la forma de vida contemporánea parece sumirnos con tanta facilidad. De ahí que, como correctamente pensaron los renacentistas, me parece que las humanidades son las disciplinas propias de la persona libre.
El interés por promover una sociedad integrada por personas libres en este sentido denso, brinda una justificación para invertir en instituciones que conformen espacios en donde se impulsen, investiguen y difundan las humanidades. Estas razones a su vez localizan ideales que sirven a la ciudadanía para revisar críticamente el uso de la riqueza pública en dichas instituciones, así como las prácticas que en ellas se desarrollan.
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