La ola de calor registrada en España en días recientes, con un aumento promedio de 14 ºC sobre la temperatura regular del mes de julio, nos demuestra una vez más que los devastadores efectos del cambio climático ya se encuentran entre nosotros. A pesar de que la evidencia científica es abrumadora tristemente aun encontramos un poderoso lobby de negacionistas que contradicen a la ciencia. Incluso en días recientes el presidente de la región española de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ha culpado a las "anomalías climáticas" y de la "mano del hombre" como las únicas causas de los incendios que han destruido miles de hectáreas en dicha comunidad autónoma.

Las teorías de conspiración como tendencia o movimiento que busca contradecir una temática respaldada a través de evidencias científicas o históricas-en el caso de la debacle climática- tienden incluso a respaldar la búsqueda de nuevas evidencias que deslegitimen todo aquello contra lo que se manifiestan.  Los “negacionistas” del cambio climático han adoptado una similitud de características que entrelazan teorías de conspiración con los valores del libre mercado para así argumentar que el cambio climático “es una excusa para imponernos la agenda globalista”, no solamente criticando la evidencia científica del cambio climático, sino también su forma de afrontarlo. Con ello se ha logrado ligar dos factores propicios para que se propaguen este tipo de discursos, la arrogancia intelectual y el orgullo en ser diferente, tal como lo menciona Richard Black, director de Energy and Climate Intelligence Unit. «El principal resorte que se activa en el cerebro de las personas que creen estas campañas es la ideología», remacha el psicólogo y director de Psicología Cognitiva de la Universidad de Bristol, Stephen Lewandoski.

No es retórica, es la realidad. No es política, es ciencia. Y nos es una sugerencia, es una advertencia".

Esta contundente frase de Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, resume con claridad la amenaza que representa el cambio climático. La necesidad de emprender cambios profundos en nuestro sistema económico con el objetivo de limitar la temperatura media mundial a 1.5ºC en 2100, tal y como se acordó en París en 2015, parecen no llegar a cumplirse. Nuestros líderes siguen empedernidos en mantener un modelo económico que se sujeta a través de la emisión de CO2 y de otros gases de efecto invernadero, a pesar de sus efectos irreversibles y destructivos en nuestro planeta.

La ineficiencia de los Estados a la hora ejecutar sus planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero para poder cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, el cual establece un objetivo común sobre que la temperatura se quede por debajo de dos grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales.

Naciones Unidas ya ha advertido que nuestro planeta está ya en un aumento de un grado, por ello los planes de recorte de los Estados son insuficientes, y todo parece indicar que a finales de siglo tendremos un incremento de más de tres grados en nuestra temperatura, a menos que los Estados tripliquen o quintupliquen sus esfuerzos, cosa que hoy en día parece una utopía debido a que países como China o India, dos de los cuatro mayores contaminadores, ni siquiera forman parte del Acuerdo de París.

La ultraderecha representada por Trump, Bolsonaro u Orban se ha convertido en el mayor referente negacionista del cambio climático. Estos grupos han agregado a su discurso homófobo y racista, las incongruencias y mentiras de que el cambio climático es un fenómeno natural ajeno al ser humano.

Diferentes estudios y encuestas han intentado trazar el perfil de un negacionista climático: hombre y conservador. El sociólogo de la Universidad Chalmers, Martin Hultman señala que “Hay tres grupos de negacionistas climáticos: CEO de industrias extractivas, políticos financiados por ellas y hombres conservadores», resume Hultman a SINC. “Cuando una mujer presenta resultados que implican que estos individuos, negocios, ideologías y estructuras necesitan cambiar, no es de extrañar que intenten matar al mensajero”. Hultman se refiere a un tipo de mentalidad que 2no ve la naturaleza como algo vulnerable que puede ser destruido” sino como algo a explotar porque “el crecimiento económico es más importante que la supervivencia de la humanidad”.

A pesar de que la evidencia científica difícilmente se puede contradecir de forma veraz y acertada, la existencia de negacionistas climáticos expone la dificultad de llegar a consensos sobre una verdadera agenda que luche contra el cambio climático. Al día de hoy la realidad es innegablemente desoladora.

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