Las elecciones presidenciales del pasado 6 de febrero mostraron que el país se dividió en dos grupos: los que votaron por partidos con argumentos y planes dentro de la institucionalidad y mecanismos democráticos, y aquellos que prefirieron candidatos enfocados en su persona (sus aparentes valores, disposición y atestados) para resolver los problemas del país.
El siguiente es un cuadro que resume cómo se agrupan los cantones según su perfil de voto, es decir, agrupa cantones que tuvieron un comportamiento muy similar entre sí en cada grupo. Por ejemplo, el grupo que ahí se denomina “Chavistas” está conformado por 19 cantones que votaron en proporción mucho más alta que el resto de cantones por el partido Progreso Social Democrático (algunos casos de estos cantones son San Carlos, San Ramón, Perez Zeledón y Grecia), pero además se nota una predominancia de Nueva República en esos mismos cantones.
Otro ejemplo de estos grupos son los “Liberales”, definido por 24 cantones con un peso especialmente alto del partido Liberal Progresista – comparado con los demás grupos – y también relativamente alta proporción de votos por Liberación Nacional (algunos cantones en este grupo son Escazú, La Unión y Montes de Oca).
Un punto importante a observar es que en el segmento de la población que mostró preferencia por los partidos “anti-sistema” democrático, también tuvieron un nivel de abstencionismo mucho mayor en tendencia. En el siguiente gráfico se nota que en general hay una correlación cercana a 80% entre esas dos variables. Por tanto, podría inferirse que las personas en estos cantones decidieron finalmente entre no votar o, en su defecto, votar por alguna opción “no tradicional” de la política (NR o PSD).
Fuente: Tribunal Supremo de Elecciones. Elecciones 2022 (corte #24) a nivel cantonal.
Otra observación al menos igual de importante es que en el grupo de la población que votó mayoritariamente “pro-sistema” finalmente dividió el voto de manera importante. En el caso de los Liberales principalmente se nota que hay una mayoría grande que se decidió sobre todo entre los partidos Liberal Progresista (PLP) y Liberación Nacional (PLN). De hecho, para este grupo de población en particular, en el siguiente gráfico se puede observar la correlación entre los votos por PLN y PLP es cercana a 60%, lo cual apunta a la afinidad probable entre estos dos grupos de votantes. Como elementos menos duros también se puede apuntar al comportamiento observado el mismo día de las elecciones de que prácticamente solo había un tipo de “mezcla” de banderas en los vehículos, y se refería a estos dos partidos (PLN y PLP). Otro indicio de la cercanía en voto entre estos dos partidos es que una proporción grande de personas que votó en primera ronda por Liberal Progresista está considerando votar por Liberación Nacional en la segunda ronda.
Fuente: Tribunal Supremo de Elecciones. Elecciones 2022 (corte #24) a nivel cantonal.
Sobre este punto en particular quisiera hacer el planteamiento principal. Nótese que no se está poniendo en discusión aquí el fondo de la campaña ni de las propuestas de los candidatos, sino el perfil de cómo votaron los cantones —y por ende la población— de Costa Rica en esta primera ronda. El hecho de que el país estaba dividido en dos bandos, pro – y anti-sistema, se conocía antes del 6 de febrero. También se podía prever, con base en las tendencias mostradas por varias encuestas consecutivas del CIEP, que Liberación iba a ganar el primer lugar, y que el partido Liberal Progresista no iba a tener ninguna posibilidad de llegar a segunda ronda (ver siguiente gráfico tomado de publicaciones del CIEP). Con base en todo esto, la decisión de votar por el partido Liberal Progresista solo podía tener como consecuencia que Liberación Nacional quedara sin posibilidades de ganar en primera ronda (nótese que en suma los dos partidos tendrían el porcentaje requerido para ganar); y por ende, en última instancia tener que enfrentarse con alta probabilidad a alguna de las opciones anti-sistema.

El punto más importante en este escrito es que este problema se conocía y se tenía dimensionado desde la primera ronda. ¿Cuál es el sentido de votar por otro partido que no sea el que tiene la única posibilidad de ganar en primera ronda si la primera prioridad es que sea un partido pro-sistema? En todos los ámbitos se escucha de la importancia de la resiliencia, la habilidad de resistir las crisis y seguir adelante. Sin embargo, quiero abogar aquí por una resiliencia “mejorada”, o un nivel más alto en esta capacidad, y es reconocer el momento en el que se conjuntan varias circunstancias notablemente adversas, y no solo resistirlas, sino abstraerse de ellas y estar especialmente perceptivo para las oportunidades que esta adversidad ofrece. Costa Rica no está sola en esta tendencia de crecimiento del populismo y cuestionamiento de la institucionalidad democrática. En estos días el Banco Mundial, entre otras organizaciones, está a la expectativa de cuál es el rumbo que decide Costa Rica tomar, al igual que debe estar analizando otros países en esa misma disyuntiva. Tuvimos el chance de visualizar la oportunidad que nos daba esta situación adversa, y no la tomamos. Nos resistimos votando por la opción que más correspondía a nuestras preferencias individuales inmediatas, y no el óptimo social, no solo en última instancia (esperemos que en abril sí lo logremos), sino en tiempo valioso, tiempo perdido.
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