Cada día el conocimiento sobre la pandemia producida por el COVID-19 aumenta de manera significativa, el ciclo natural de la enfermedad y la forma de tratarla, sin embargo, la información relacionada con el curso de la enfermedad y la evolución no es clara en el caso de pacientes que han sido trasplantados.

La mortalidad de personas con trasplantes de órganos, que han sido hospitalizadas por COVID-19 se ha reportado en aproximadamente 20% y un incremento en el riesgo de muerte o de utilizar ventilación mecánica. Al no existir una opción terapéutica específica para este virus, la eficacia de la vacunación es la principal esperanza para estos pacientes.

Luego de un trasplante de órgano de un donante o de un trasplante autólogo, es necesario asegurar que el sistema inmune no va a rechazar las células del nuevo tejido. Es fundamental realizar una disminución en la respuesta inmune del cuerpo por medio de medicamentos.

Esta inmunosupresión es necesaria para que el trasplante sea adecuado y se resguarde la calidad de vida de la persona, sin embargo, la eficacia, seguridad y duración del efecto de las vacunas contra COVID-19 aún no se ha establecido. Normalmente los estudios clínicos de las vacunas excluyen a estas poblaciones por la conocida disminución de la respuesta inmune que presentan a las vacunas.

Algunas investigaciones han analizado el caso de personas completamente vacunadas y que han tenido que ser hospitalizadas, se ha asociado el tratamiento inmunosupresión con la baja en la inmunogenicidad. Disminuir el régimen de inmunosupresores no es una opción en vista del alto riesgo de rechazo.

En una reciente publicación de Loconsole D y otros en la prestigiosa revista especializada “Vaccines” 9(8) página 806, se analiza el caso de pacientes con trasplantes de órganos y se plantea la preocupación de la vulnerabilidad de estas personas debido a la posibilidad de que exista una respuesta subóptima a la vacuna.

En diciembre de este año, Timmermann y otros, en la misma revista, página 1422, analizan el caso de pacientes que han recibido transplante de hígado y plantean que la terapia inmunosupresora debe ser cuidadosamente evaluada debido a la baja respuesta inmunitaria que se genera contra el COVID-19 a pesar de las vacunas.

Proteger a las poblaciones inmunocomprometidas es un claro desafío para los sistemas de salud, es necesario una constante farmacovigilancia y las investigaciones necesarias para asegurar una adecuada protección en las personas trasplantadas.

En el marco de la lucha contra la pandemia es necesario que se analicen opciones terapéuticas adecuadas para estas poblaciones y un continuo monitoreo de estos pacientes que tienen a un derecho a la protección de su salud al igual que el resto de la población costarricense.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.