Las relaciones interpersonales, principalmente aquellas que conciernen a las relaciones laborales, han presentado una sensible transformación en las últimas décadas.

Los liderazgos a quienes las compañías les interesa delegar la gestión de su talento y con esto buscar el cumplimiento de sus objetivos empresariales, deben tener habilidades que van más allá de sus conocimientos técnicos sobre sus respectivas áreas, es fundamental que posean aquellas conocidas como habilidades humanas.

Las habilidades humanas o “human skills” son habilidades subjetivas las cuales pueden ser aprovechadas en cualquier área en el que un individuo se desarrolle, sea referente a asuntos propios, familiares, sociales o laborales y están estrechamente relacionadas con la interacción con otras personas, el cómo se relaciona, comporta y comunica con los demás, logrando conexión con ellos.

La Inteligencia Emocional resulta ser una de las habilidades humanas más importantes en el ámbito laboral por cuanto implica el adecuado procesamiento de las emociones y su externalización, situación conexa con la buena gestión del talento y su motivación para el efectivo cumplimiento de objetivos.

Cualquier situación genera una emoción, estas son flujos dinámicos que varían a lo largo de la vida en función de lo que ocurre o lo que se percibe, las emociones constituyen un impulso que promueve la acción, cada persona las vive con un grado diferente de intensidad, y sobre el cómo se procesa la vivencia de estas sensaciones trata la Inteligencia Emocional.

El concepto lo que implica es el comprender las emociones que determinadas circunstancias generan, saber respetarlas, manejarlas, administrarlas y canalizarlas de la mejor manera para obtener un resultado positivo. Parece sencillo, sin embargo, el controlar las emociones no es tarea fácil y requiere de mucho autoanálisis, conocimiento propio y autocontrol.

Para poder comprender cuáles son las emociones que determinadas circunstancias generan es necesario conocerse, se debe hacer autoanálisis, saber qué gusta, qué motiva, qué molesta o qué incomoda. Es muy responsable entender cómo se percibe y se actúa ante un determinado hecho generador de emociones, trata sobre comprenderse y con esto poder prever las reacciones que se tendrán. Es decir, se debe entender cómo se reacciona ante la alegría, tristeza, enojo, incertidumbre, frustración y las muchas otras emociones que existen, poder administrarlas y permitir una reacción equilibrada, entendiendo que esta previsión no debe limitar los sentimientos, sino que se predice gracias justamente a la libertad de permitirse sentir.

También es importante el autocontrol, la Inteligencia Emocional implica tener la virtud de cuidarse y gobernarse a sí mismo y por ende las emociones y sus consecuencias. Consiste en la capacidad de controlar impulsos y actuar de forma constructiva, es buscar el balance entre conducirse de forma racional y lejos del dominio pasional sin que se reprima la emoción. Esta condición está estrechamente relacionada con la apertura hacia la retroalimentación, los liderazgos con buena conciencia procuran, reciben y actúan sobre las observaciones que de su ejercicio como líder o profesional se generan, asumen de forma constructiva dichas consideraciones y generan confianza en sus equipos, por cuanto demuestran que el emitir criterios u opiniones no constituye una actividad sobre la cual se toman represalias.

La Inteligencia Emocional es una habilidad que se puede trabajar y mejorar, existen diferentes técnicas y ejercicios que permiten su potencialidad y desarrollo, no es una condición necesariamente innata, aunque si es posible encontrar a personas quienes naturalmente reaccionan de forma inteligente emocionalmente por ser una cualidad propia de su personalidad.

El buen líder debe actuar de forma racional y tener la capacidad de administrar sus emociones. Actualmente no es aceptable que los liderazgos se ejerzan desde la fuerza, negatividad, imposición o miedo, las organizaciones requieren líderes quienes inspiren y motiven a sus equipos y el reflejo de la administración que tenga de sus emociones se convierte en un elemento fundamental que genera confianza, compromiso y promueve el crecimiento de los grupos de trabajo que impulsan el cumplimiento de los objetivos de la compañía, máxime cuando estos cargos están expuestos a un sinfín de situaciones y retos los cuales promueven la generación de muchas emociones.

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