Los últimos 2 años hemos vivido un preámbulo de lo que podría ser el futuro de la humanidad. La impotencia de todos los países y sistemas de salud para enfrentar el embate de un nuevo virus y pandemia global, los eventos climatológicos en todo el planeta producto del calentamiento global (incendios, inundaciones, sequías, tifones, etc.), y la disrupción e incluso colapso de las cadenas de abastecimiento global producto de los eventos anteriores. Sin lugar a duda, acontecimientos históricos que han afectado la vida de la humanidad y que marcarán nuestro futuro, sino tomamos las acciones correctivas necesarias.

En los últimos meses vemos el surgimiento de un nuevo fenómeno, la escasez de energía eléctrica y su incremento en costo.

China, segunda economía del mundo, ha racionado la energía eléctrica en 12 provincias lo cual ha afectado la operación de plantas de manufactura, empresas y en general la vida diaria de las personas, ciudades, etc. Su matriz energética basada en el gas natural y carbón sufre desabastecimiento de carbón gracias a las inundaciones que asolaron China, así como una baja en la producción de gas natural en Rusia. El 59% del consumo de energía eléctrica de China se deriva de la manufactura.

Estos racionamientos, sumados al mayor costo en el mercado global del carbón y el gas natural, tendrán un inminente impacto en el costo de todo lo que se produce en China, sin dejar de lado nuevos problemas de abastecimiento que se vislumbran, en el pico de mayor demanda y consumo global de productos chinos, la navidad occidental.

Todo hace prever que es solo el comienzo del problema eléctrico para China, que llegará a su pico máximo de demanda eléctrica en el invierno, derivado de la calefacción requerida para la vida diaria. Esto sumado al compromiso Chino de migrar hacia fuentes renovables, lo cual obligará en los próximos años a medidas extremas que estén alineadas con las necesidades energéticas, pero a la vez con las acciones urgentes que todos los gobiernos del mundo deben tomar para contrarrestar el calentamiento global y el cambio climático.

De este fenómeno no escapa Europa. Alemania y Francia han sufrido un incremento en el precio de la energía del 36% y 48% respectivamente, en Reino Unido más del 20%, España, Portugal e Italia, han alcanzado también los costos más altos de energía eléctrica en su historia. La matriz energética de estos países depende 20% en promedio del gas natural, que es suplido por Rusia y Noruega. Ambos países han disminuido el suministro de gas, producto de problemas de abastecimiento, además que los países europeos deben competir con China y Japón por el suministro del gas disponible, lo cual han incidido en un mayor costo por la alta demanda. Todos estos países usan de segunda fuente el carbón, que está también en su pico máximo de precio por el autoconsumo de China y problemas de extracción. Como si esto no bastara, el 2021 ha sido de los años menos productivos en energía eólica. La matriz energética de Europa es dependiente en un 10% de la energía eólica en promedio, 20% en el caso de Alemania y Reino Unido. Europa tampoco ha alcanzado el pico de mayor demanda energética, el invierno del hemisferio norte. Podríamos concluir que tenemos los ingredientes para una tormenta perfecta energética para Europa. Los gobiernos de algunos países europeos tratan de mitigar el efecto económico y social mediante apoyo financiero a los habitantes por el alto impacto y la crisis social que esto genera.

Analistas de los Estados Unidos consideran que lo que sucede en el resto del planeta y los fenómenos energéticos que se han dado en California y Texas, son una pincelada de la crisis que prevén también sufrirá EE. UU. No solo por falta de diversificación de la matriz energética, sino por falta de previsión para preparar la red para la creciente demanda y los embates del clima.

Japón, Singapur, y otras economías de Asia y del planeta, están en la misma encrucijada por la dependencia de su matriz energética de "commodities” y fuentes no renovables.

Lo que es un panorama sombrío a nivel global, en el caso de Costa Rica puede ser una fortaleza y una gran oportunidad.

Llevamos más de 10 años de producir más del 98% de la energía eléctrica que consumimos mediante fuentes renovables. En los últimos años, el ICE se ha dado el lujo de no renovar contratos para comprar energía de fuentes renovables de generadores privados, con infraestructura 100% lista para producir para una posible nueva demanda, para exportar a la región, etc.

Adicionalmente, en el papel tenemos cientos de megavatios en proyectos de energía renovable que podríamos poner a producir para consumo propio, venta a los países vecinos, sin dejar de lado el alto potencial que nuestro país tiene para la producción de energía solar en cada m2 de área privada o pública del territorio continental o marítimo. Energía para ser autoconsumida, almacenada, exportada. Energía que cada día es más competitiva gracias al menor costo y avance de la tecnología para producción y almacenamiento.

¿Qué podemos ofrecer a las empresas y mercados globales que hoy sufren los embates del costo de energía, de redes sucias, contaminantes, inestables, susceptibles de racionamientos, que les pueden significar miles de millones en pérdidas en producción, inventarios, etc.?

Podemos ofrecer una matriz energética renovable, estable, limpia, autosuficiente, con una menor huella de carbono y menor impacto al operar en el país vs. operar en cualquier país.

Si logramos quitarle grasa, trabas, costos e ineficiencias al ICE y a las regulaciones, podríamos además ofrecer energía más barata, competitiva, que agregaría mucho más valor a las otras ventajas que el país ya ofrece para la inversión extranjera directa. Esa mística y visión que guió a visionarios como Jorge Manuel Dengo para sembrar las bases de nuestra matriz energética y expandir la red eléctrica a todo el territorio nacional, debería ser la base que nos proyecte hacia un futuro más competitivo, sostenible, 100% energía renovable, que atraiga a las empresas del mundo a invertir en donde la energía es 100% limpia, en donde su huella es carbono positiva, y que además podríamos exportar energía a la región, para mitigar la huella de aquellos países y empresas que aún no se han permeado de esta visión. Visión que en mucho podría determinar el futuro de la humanidad en el planeta.

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