El próximo 3 de julio se conmemora en todo el mundo, desde hace algunos años, el Día Internacional sin Bolsas de Plástico. Esta conmemoración nos recuerda que el consumo desmedido de productos plásticos parece acercarnos a un caos planetario y que la especie humana cambia constantemente su entorno, en muchas ocasiones de forma negativa y descontrolada.

Durante los últimos años, la contaminación por residuos plásticos se ha convertido en una problemática evidente. Hoy, el viajero que visita la Isla San Lucas puede recorrer sus senderos y playas y admirar su geología, pero también puede observar, desafortunadamente, cómo llega a sus costas una gran cantidad de plástico. Por otra parte, como puede suponerse, la acumulación de plástico en las costas de nuestro Golfo de Nicoya es apenas la punta visible del icerberg.

En junio del año pasado, The New York Times publicó una nota titulada: ¿A dónde llega la contaminación por plástico? La pregunta es inquietante y, sin embargo, lo es todavía más la respuesta: “la contaminación por plástico llega al aire que respiramos”. Científicos de la Universidad de Utah llevaron a cabo una investigación monitoreando depósitos de viento y datos de deposición atmosférica e identificaron la presencia de micro plásticos en zonas consideradas “prístinas”, como parques nacionales y áreas silvestres del Oeste de Estados Unidos. Así es: el plástico nos ha colonizado.

Esta no es la primera investigación realizada en esta línea. En 2019, la revista Nature Geoscience hizo una publicación que señalaba cómo los micro plásticos pueden viajar distancias de al menos 100 kilómetros, a través de la atmósfera. El tamaño micrométrico de estos residuos, que tienen la capacidad de acumularse en distintos ecosistemas, hace complicada su detección.

Ahora bien, los micro plásticos encontrados por los investigadores de la Universidad de Utah provienen de fuentes diversas. Por ejemplo, aproximadamente 30% de las partículas analizadas correspondían a micro plásticos primarios, que proceden de productos de cuidado personal. Por otro lado, en los micro plásticos secundarios, que son aquellos derivados de la fragmentación de segmentos más pequeños, se identificaron fibras empleadas en la industria textil para generar algodón, poliéster y nylon.

Además, los investigadores encontraron fibras de poliolefina, que se emplea en la producción de alfombras de vehículos, así como polipropileno y politetrafluoroetileno, que se utilizan en la manufactura de equipos para actividades al aire libre, como tiendas de campaña, ropa impermeable y cuerdas de escalada.

No hay duda: el plástico se ha instaurado como materia prima para muchísimas industrias. La conciencia de esta realidad activa las luces de alerta y nos permite entender que gestionar el plástico de un solo uso no es suficiente.

En el fondo marino

La Amazonía no es el principal productor de oxígeno del planeta sino el prochlorococcus: un microorganismo de tamaño micrométrico y color verde, como consecuencia de la clorofila, que habita el findo marino. Estas cianobacterias son las células fotosintéticas más numerosas de los océanos y actualmente son afectadas por la contaminación por micro plásticos.

Un grupo de científicos en el 2019 publicaron en la revista Nature, los resultados del primer estudio realizado con el objetivo de determinar cómo las bacterias marinas fotosintéticas se ven afectadas por los químicos lixiviados de dos plásticos usuales, el PVC y el polietileno de alta densidad, que se utiliza para fabricar bolsas de plástico.

A pesar de que aún no es posible anticipar todos los alcances de la contaminación por micro plásticos, hay algo claro: que el principal productor de oxígeno de nuestros océanos sea afectado por esta forma de contaminación no son buenas noticias.

Si la reducción de oxígeno y el hecho de que básicamente podríamos estar respirando micro plásticos no nos alarma suficientemente, una investigación realizada en conjunto por la Universidad Nacional y el Instituto Tecnológico de Costa Rica ha determinado la presencia de micro plásticos en el sistema digestivo de especies marinas de alto interés comercial, como los peces y crustáceos.

El análisis se llevó a cabo en especies capturadas del Parque Nacional Marino Las Baulas. Su principal hallazgo consiste en la presencia de plástico proveniente de microfibras en el 89% de los peces y el 76% de los crustáceos que podríamos estar consumiendo. El plástico, omnipresente, parece tomar la ventaja. Aún no están claras las consecuencias de esta invasión en nuestra salud.

¿Cómo llegamos hasta acá?

En 1860, en Estados Unidos, John Hyatt inventó el celuloide con la intención de obtener un producto que sustituyera el marfil utilizado para la confección de bolas de billar. Esta mezcla de nitrocelulosa, alcohol y alcanfor tenía la atractiva característica de ser moldeada con gran facilidad. El celuloide se empleó, además, para la fabricación de los rollos de fotografía y cine y contribuyó al desarrollo de la industria cinematográfica.

En 1907 Leo Baekeland fabricó la baquelita: el primer plástico termoestable. Apenas cinco años después, Fritz Klatte presentó el policloruro de vinilo, patentado como PVC. Hacia el inicio de la Segunda Guerra Mundial se incrementó la demanda de este material, empleado para aislar los cables en los buques.

En los años 60 los plásticos empezaron a ser utilizados para sustituir productos como madera, vidrio y cartón, y en la década de los 80 se convirtió en una de las principales industrias del mundo.

En nuestro país, a finales de 2019, la Asamblea Legislativa aprobó la Ley para combatir la contaminación por plástico y proteger el ambiente N°9786, que prohíbe la comercialización y entrega gratuita de pajillas, bolsas plásticas en supermercados y establecimientos comerciales. Además, estableció algunos lineamientos para los productores y comercializadores de botellas plásticas de un solo uso.

Quizás la prohibición de utilizar bolsas plásticas para las compras del supermercado ha generado conciencia del uso desmedido que hemos hecho de este recurso durante años. Sin embargo, debemos considerar esta medida como un punto de partida, ya que todavía la mayoría de los pasillos de supermercado están repletos de productos y envoltorios plásticos que descartamos con gran facilidad.

Iniciativas para la transformación

Según datos del Ministerio de Salud, para el 2018 Costa Rica desechaba 564 toneladas de plástico al día, de las cuales sólo 14 toneladas eran recicladas. Además, se han encontrado otras problemáticas asociadas que impiden que el reciclaje sea efectivo. Por ejemplo, las municipalidades no cuentan con presupuestos suficientes para afrontar la gestión de residuos, el porcentaje de valorización es bajo y una gran parte de los residuos en centros de acopio deben ser desechados, ya que llegan sucios o mojados.

Una alternativa que se presenta desde la economía circular es el supra reciclaje, que se enfoca en reutilizar y transformar creativamente los objetos en productos de igual o mayor calidad, con la finalidad de prolongar la vida útil. Esta reutilización ingeniosa puede ser empleada desde las diversas y grandes industrias que utilizan el plástico como materia prima y sus derivados, hasta nosotros como consumidores, repensando usos diversos y evitando la cantidad de desechos que podamos generar.

Por otra parte, la biomimesis se posiciona como una gran aliada para remediar algunas de nuestras problemáticas ambientales. Su fundamento se basa en observar, entender e imitar procesos que ocurren en la naturaleza para el desarrollo de diferentes soluciones. Tal es el caso del uso de la quitina, extraída de cáscaras de camarón, para reemplazar algunos productos de plástico; o la combinación de lana con levaduras modificadas, que tienen la capacidad de ser hiladas en fibra, simulando la seda de araña.

La problemática de los micro plásticos en nuestro planeta alcanza datos y cifras inquietantes. Nuestra realidad requiere de múltiples esfuerzos, desde un cambio de paradigma en los sistemas de producción de las grandes industrias, hasta el aporte que podamos ofrecer como individuos con procesos como la reutilización de productos, evitando la generación de nuevos residuos o gestionándolos de manera inteligente.

Además de esos esfuerzos tenemos hoy entre manos un gran reto: informarse e informar a quienes nos rodean, de manera que la contaminación por residuos plásticos que se ha instalado en nuestras vidas deje de ser invisible.

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