Hoy reina la incertidumbre. No hay certeza de cuándo terminará la pandemia, de cuándo existirán posibilidades de volver a abrazar a nuestros seres queridos, de cuándo se podrá dar el visto bueno a la apertura normal de los distintos comercios para poder retomar muchos de los empleos. La realidad es compleja.

Las rutinas han cambiado de una forma abrupta, muchas de las actividades que antes hacíamos y disfrutamos, ahora no las podemos si quiera considerar. Estar expuestos a este tipo de cambios suele tener repercusiones en nuestra salud, tanto física como mental.

Cada día no sabemos qué nos espera. Estamos ante un panorama de crisis y las crisis de caracterizan porque sobrepasan nuestras capacidades de respuesta”, explica la psicóloga, Tatiana Vargas Piedra. 

Es común que emociones como tristeza, miedo y desamparo nos ganen. La sensación de impotencia, que provoca un sentimiento de nulo control de nuestras vidas, está presente.

La posibilidad de hablar nos permite aceptar nuestros sentimientos, validarlos y gestionar las emociones, es decir: manejarlas”, hace hincapié la profesional.

En este reportaje Delfino.cr presenta cinco diferentes realidades, a publicarse una por día: una estudiante universitaria indígena, un pesquero de la zona caribe, una profesional de la salud que ha tenido que lidiar con la emergencia en carne propia, una mujer no vidente y una profesora.

El hecho de conversar sobre cómo nos sentimos, permite entender y visibilizar lo que nos pasa. “Nos da la opción de comprender qué es lo que estamos sintiendo y sobre todo, y muy importante en esta coyuntura, aceptarlo”, agrega Vargas Piedra.

Darse cuenta de que otras personas también están sintiéndose de manera similar, ayuda a comprender al otro u otra y a sentirnos un poco más acompañados, explica la psicóloga.


Yitzi Rivera Nájera / 19 años /  De la comunidad indígena de Térraba

Ilustración por: Beatriz Castro Fernández @habito.cr

Yitzi Rivera Nájera es estudiante de Biología en la Universidad Nacional (UNA), cursa su segundo año de carrera biología. Cuenta que el lugar donde vive es una comunidad no muy grande, con pocas casas, donde puede respirar aire fresco, montañas alrededor  y una quebrada.

Desde el 17 de marzo la UNA giró la orden de suspender las clases presenciales por la emergencia sanitaria. Desde entonces las lecciones virtuales se volvieron una constante. 

En el caso de Yitzi, solía alquilar en Heredia por la cercanía de la u y aprovechaba las vacaciones para ir a su casa en la comunidad indígena de Térraba. Debido a la pandemia tuvo que volver a su casa, cambiar y ajustar su día a día para poder acomodarse con sus responsabilidades. 

Cuenta que le ha costado adaptarse. “Ya no es la misma concentración o el mismo espacio, el que tengo lo he tenido que ir adaptando. Además la señal no es muy buena, entonces hay que estar pendiente de si llueve por si se va la señal y las clases se desconectan”.

Ella vive con sus papás, ambos educadores. Detalla que la conexión a internet se dificulta cuando los tres se conectan en el mismo momento o cuando las condiciones del clima no son las mejores.

Una de las cosas que más le han dolido de esta situación es dejar de ver a sus amistades

Tengo amigos de otras comunidades, de lejos y de la u, es la familia que se hace en la universidad. A veces íbamos a tomar café, a hablar, a compartir y ya no hacer eso y tantos meses sin verlos, uno los extraña. Nos comunicamos por mensajes o reuniones, pero no es lo mismo porque hay algunos que no tienen señal para ni un mensaje. Hay otros de los que no sabemos prácticamente nada”.

Describe que la pandemia le ha “alborotado” la ansiedad. El estar en la casa todo el día y el cambio de clases presenciales a virtuales de forma repentina, ha sido complicado. La u le genera estrés pero dice que, al menos en su caso, los y las profes han sido comprensibles con los problemas que pueda llegar a tener. 

Adicionalmente, dice que le desespera y la pone pensar si el coronavirus llega a su comunidad y contagia a su abuela o a otro familiar.

Creo que todas las comunidades tienen algo muy valioso, pero en mi comunidad y en muchas indígenas, los adultos mayores son muy valiosos porque ellos son parte importante de nuestra historia, de nuestra cultura”, cuenta la estudiante de 19 años. 

La ONU, en su comunicado PUEBLOS INDÍGENAS Y LA PANDEMIA DEL COVID-19”, explica que el papel de los ancianos de las comunidades indígenas es particularmente importante. Ellos desempeñan un papel fundamental en la conservación y la transmisión de los conocimientos y la cultura, así como las prácticas tradicionales indígenas que pueden contribuir a la salud, el bienestar y la recuperación de sus propias comunidades y de comunidades más amplias. 

En el mismo documento se advierte que los entes gubernamentales deben incluir a los representantes, líderes y autoridades tradicionales de los pueblos indígenas en las comités de emergencia. Asimismo, se debe incluir a los pueblos indígenas tanto en las respuestas a la pandemia como en sus repercusiones. 

Sobre el tema, el gobierno de Costa Rica anunció desde el pasado 19 de marzo que trabaja de forma coordinada con el ministerio de Salud y la CCSS trabajan con territorios indígenas para prevenir contagios. 

Volvamos a Yitzi. Dice que encuentra en su madre y en un par de amigas a las personas para hablar de las cosas que le agobian. También encuentra paz al salir de su casa, poder respirar aire fresco y ver montañas a su alrededor

La psicóloga, Tatiana Vargas Piedra, reconoce que abrir espacios en la familia, trabajo o estudio, es necesario. Siempre haciendo la salvedad de que sea un ambiente de respeto, de escucha y de comprensión. 

Donde no haya juicios a lo que yo estoy sintiendo, porque hablar nos da la posibilidad de soltar y de no acumular esas emociones que luego pueden generar un mayor malestar o pueden tener un impacto significativo en toda nuestra salud integral”, añade la psicóloga. 

Entre tantas cosas que suceden y lo difícil que se vuelve sobrellevar el momento actual, Yitzi dice que poder pasar la cuarentena en la casa, con sus padres, es lo único que puede rescatar. 

Para las personas que tenemos que hacer el cambio de pasar de un lugar rural a la ciudad para ir a estudiar es complicado. Poder regresar y estudiar desde la casa, es de lo que agradezco”


Empatía, respeto y comprensión

Una montaña rusa emocional es la constante. Recibimos información diferente a diario; nuevas medidas, nuevos contagios, nuevas muertes, desempleo, etc. Es normal que en este panorama las emociones estén expuestas y suframos cambios.

Una atmósfera que valide los sentimientos y las emociones de los otros y otras, es fundamental para que las personas puedan expresarse. Ambiente respetuoso, comprensivo y una escucha empática, resalta Vargas Piedra.

Ahora bien, si una persona sufre de situaciones como depresión o síntomas muy acentuados de ansiedad, la recomendación de apoyo profesional es lo principal, siempre y cuando se pueda acceder económicamente a ello, lo que lamentablemente no suele ser el caso.

La idea de tener apoyo profesional también es para que la persona logre recuperar ese nivel de funcionamiento que tenía previo a la crisis”, argumenta la psicóloga. 

El aislamiento físico no implica aislarse emocionalmente de nuestros seres queridos, en caso de no convivir con ellos. Hoy en día la tecnología es una aliada que nos permite conectarnos con las personas cercanas.

Es importante recordar que lo que cada uno hace tiene un impacto en los demás. Si ha habido un momento en el cual debemos implementar la solidaridad, la empatía y la compresión, es este. Es la única forma en la que podemos ir llevando esta situación", finalizó.

Esta serie de es una colaboración entre los periodista Alonso Martinez Sequeira y Julián Zamora Mora, así como la ilustradora Beatriz Castro Ferández (@habito.cr en Instagram).

Lea la siguiente entrega: ““Hay una necesidad y un sentimiento de nostalgia de querer volver al trabajo”.