Hoy reina la incertidumbre. No hay certeza de cuándo terminará la pandemia, de cuándo existirán posibilidades de volver a abrazar a nuestros seres queridos, de cuándo se podrá dar el visto bueno a la apertura normal de los distintos comercios para poder retomar muchos de los empleos. La realidad es compleja.

Las rutinas han cambiado de una forma abrupta, muchas de las actividades que antes hacíamos y disfrutamos, ahora no las podemos si quiera considerar. Estar expuestos a este tipo de cambios suele tener repercusiones en nuestra salud, tanto física como mental.

Cada día no sabemos qué nos espera. Estamos ante un panorama de crisis y las crisis de caracterizan porque sobrepasan nuestras capacidades de respuesta”, explica la psicóloga, Tatiana Vargas Piedra. 

Es común que emociones como tristeza, miedo y desamparo nos ganen. La sensación de impotencia, que provoca un sentimiento de nulo control de nuestras vidas, está presente.

La posibilidad de hablar nos permite aceptar nuestros sentimientos, validarlos y gestionar las emociones, es decir: manejarlas”, hace hincapié la profesional.

En este reportaje Delfino.cr presenta cinco diferentes realidades, a publicarse una por día: una estudiante universitaria indígena, un pesquero de la zona caribe, una profesional de la salud que ha tenido que lidiar con la emergencia en carne propia, una mujer no vidente y una profesora.

El hecho de conversar sobre cómo nos sentimos, permite entender y visibilizar lo que nos pasa. “Nos da la opción de comprender qué es lo que estamos sintiendo y sobre todo, y muy importante en esta coyuntura, aceptarlo”, agrega Vargas Piedra.

Darse cuenta de que otras personas también están sintiéndose de manera similar, ayuda a comprender al otro u otra y a sentirnos un poco más acompañados, explica la psicóloga.


José Ugalde / Pescador / Vecino de Playa Chiquita (Limón)

Ilustración por: Beatriz Castro Fernández @habito.cr

En el Caribe Sur, específicamente en Playa Chiquita, hay un hombre estresado. Por las mañanas se convierte en agricultor para mantenerse ocupado. Cuando se cansa, entra a su casa, y se pone a ver Facebook, leer sobre historia, o ver televisión. Así se prolonga el tiempo, hasta que el reloj marca la 1 pm, y don José sintoniza la conferencia de prensa, y espera ansioso la cifra que sale de la boca del Ministro de Salud.  

Él espera, con todo su corazón, que diga “ya se terminó, ya muchachos, ¡vamos a trabajar!”. Pero la pandemia continúa, y a don José, y los otros pescadores de la zona, los sacó del mar, y los puso en sus casas.

Diay, imagínese usted qué es estar libre, y encerrado, es algo caótico. Es un estrés que uno siente, es…. es….. No sé ni cómo explicarlo, porque la verdad es que a veces me agarra como desesperación, porque deseara como salir corriendo.”

Así se siente don José. Según cuenta, con la llegada de la pandemia el sector pesquero perdió el 80% de la clientela. Su vida consistía en salir al mar, pescar unas cuantas horas, y volver, sabiendo que su producto ya estaba vendido, a hoteles, y restaurantes, donde llegaban turistas, pero ahora, no hay turismo. Puerto Viejo es un desierto, una persona cada cien metros es lo que se ve. Los locales cerrados, los hoteles vacíos.

Se puede salir a pescar, porque hay permisos para el sector productivo, pero, lo que se preguntan es: ¿Qué hacemos con salir a pescar, si no tenemos a quién venderle?

Lo desespera no saber qué va a pasar cuando esto termine, lo desespera también no saber cuándo va a terminar todo esto. Sin la pesca la vida se le puso cuesta arriba, a él, y a todos sus colegas, que comparten la frustración, y principalmente el estrés.

En diciembre de 2019, una tormenta golpeó la zona, les rompió las nasas (redes de pesca), y los dejó afectados en uno de los meses más productivos del año. En enero, y febrero estaban intentando recuperarse, y de pronto “entra lo de la pandemia, y no, entonces, no nos dio, no nos dio cómo preparanos para los tiempos difíciles porque después de la tormenta, entró la pandemia.” 

En el Caribe son 6 meses de pesca, y 6 de otra cosa, como turismo o construcción. Pero con la pandemia ni turística, ni construcción, no hay manera de ganarse sustento.”

Así se puede contextualizar el origen de la frustración: Entre una tormenta, y una peste, la vida se desvaneció un poco en el Caribe Sur... El pulpero que abre, les fía, pero ya le contó a Don José que va a tener que cerrar. Algunos salen a pescar para comer, otros no salen por miedo. Todo está vacío, no hay cómo hacer dinero. 

También lo llena de sentimientos encontrados, el estado de su madre, que vive a una casa de él, y que es población de riesgo. Dice que tiene que hacerse el fuerte frente a ella, aunque por dentro esté cayéndose todo. No hay trabajo, no hay ingresos, no hay paz, y encima, cuenta que no hay ayuda alguna del Gobierno.

Actualmente hemos buscado ayuda, y nos tienen a cuenta gotas, que llene este documento, que llene este otro, y la ayuda no se ha visto plasmada para este sector. Y entonces es ahí donde uno se estresa.” 

En la zona del Caribe Sur, hay 72 pescadores debidamente identificados, de los cuales 65 solicitaron el Bono Proteger, y para finales de julio, solo a 3 de ellos les había llegado, cuenta don José. También dice que, hablando con una funcionaria del IMAS, le dijeron que tiene que firmar unos documentos más.

La desesperación es mucha, y continúa diciendo que “meses después todavía estamos firmando documentos ¿cuándo nos va a venir la ayuda? Esto es algo ilógico, hasta cólera me da.”

Don José está en su casa, encerrado, invadido por todos estos sentimientos, esperando a que sea la 1:00 p.m. Al igual que los otros 71 pescadores, que los pulperos, dueños de hoteles, cocineros, personas desempleadas. El Mar Caribe sigue bañando de azul la arena que ya no alberga los pasos de ningún turista, los pasos de nadie.

La psicóloga, Tatiana Vargas Piedra, recalca que la sensación de incertidumbre o frustración, tendrá relación directa en cómo la situación afecta a cada persona.

No es lo mismo que yo esté en aislamiento, pero tenga mi trabajo, a que la situación sea que además de que estoy aislado, me despidieron”, dice.

“La parte del Caribe, el sector productivo pesquero del Caribe, fue completamente abandonado”.

El Caribe Sur, ha sufrido un abandono por parte del Gobierno, le han dado la espalda, estancado en un olvido de años, que ahora ha causado toda esta situación a raíz de la pandemia.

Lo que siente don José, lo sienten todos sus colegas. Comparten el sentimiento, ellos hablan, se comunican entre ellos para decir que están estresados, con miedo, con cólera, con desesperación, en sus casas, y no en el mar.

No se sabe qué va a pasar mañana, ni el día que sigue, pero seguirán todos, y todas esperando, religiosamente la una de la tarde, para escuchar al ministro de Salud decir un número que mantendrá así esos sentires, o los aliviará de una vez por todas.


Empatía, respeto y comprensión

Una montaña rusa emocional es la constante. Recibimos información diferente a diario; nuevas medidas, nuevos contagios, nuevas muertes, desempleo, etc. Es normal que en este panorama las emociones estén expuestas y suframos cambios.

Una atmósfera que valide los sentimientos y las emociones de los otros y otras, es fundamental para que las personas puedan expresarse. Ambiente respetuoso, comprensivo y una escucha empática, resalta Vargas Piedra.

Ahora bien, si una persona sufre de situaciones como depresión o síntomas muy acentuados de ansiedad, la recomendación de apoyo profesional es lo principal, siempre y cuando se pueda acceder económicamente a ello, lo que lamentablemente no suele ser el caso.

La idea de tener apoyo profesional también es para que la persona logre recuperar ese nivel de funcionamiento que tenía previo a la crisis”, argumenta la psicóloga. 

El aislamiento físico no implica aislarse emocionalmente de nuestros seres queridos, en caso de no convivir con ellos. Hoy en día la tecnología es una aliada que nos permite conectarnos con las personas cercanas.

Es importante recordar que lo que cada uno hace tiene un impacto en los demás. Si ha habido un momento en el cual debemos implementar la solidaridad, la empatía y la compresión, es este. Es la única forma en la que podemos ir llevando esta situación", finalizó.

Esta serie de es una colaboración entre los periodista Alonso Martinez Sequeira y Julián Zamora Mora, así como la ilustradora Beatriz Castro Ferández (@habito.cr en Instagram).

Lea la siguiente entrega: “Siento mucha tristeza de ver la cantidad de gente que está llegando a los servicios de salud por el virus”.