Hoy reina la incertidumbre. No hay certeza de cuándo terminará la pandemia, de cuándo existirán posibilidades de volver a abrazar a nuestros seres queridos, de cuándo se podrá dar el visto bueno a la apertura normal de los distintos comercios para poder retomar muchos de los empleos. La realidad es compleja.

Las rutinas han cambiado de una forma abrupta, muchas de las actividades que antes hacíamos y disfrutamos, ahora no las podemos si quiera considerar. Estar expuestos a este tipo de cambios suele tener repercusiones en nuestra salud, tanto física como mental.

Cada día no sabemos qué nos espera. Estamos ante un panorama de crisis y las crisis de caracterizan porque sobrepasan nuestras capacidades de respuesta”, explica la psicóloga, Tatiana Vargas Piedra. 

Es común que emociones como tristeza, miedo y desamparo nos ganen. La sensación de impotencia, que provoca un sentimiento de nulo control de nuestras vidas, está presente.

La posibilidad de hablar nos permite aceptar nuestros sentimientos, validarlos y gestionar las emociones, es decir: manejarlas”, hace hincapié la profesional.

En este reportaje Delfino.cr presenta cinco diferentes realidades, a publicarse una por día: una estudiante universitaria indígena, un pesquero de la zona caribe, una profesional de la salud que ha tenido que lidiar con la emergencia en carne propia, una mujer no vidente y una profesora.

El hecho de conversar sobre cómo nos sentimos, permite entender y visibilizar lo que nos pasa. “Nos da la opción de comprender qué es lo que estamos sintiendo y sobre todo, y muy importante en esta coyuntura, aceptarlo”, agrega Vargas Piedra.

Darse cuenta de que otras personas también están sintiéndose de manera similar, ayuda a comprender al otro u otra y a sentirnos un poco más acompañados, explica la psicóloga.


Kattia Rodríguez / 47 años / Profesora en el colegio de Santa Rosa de Turrialba

Ilustración por: Beatriz Castro Fernández @hábito.cr

Hace unos días, a Doña Kattia, de 47 años, le llegó un mensaje que decía algo así: “Es la hora del recreo, y estoy tomando café sola”. Era su compañera del colegio, con la que se sentaba a tomar café alrededor de las 8:15 am, en los días en los que la pandemia no había cambiado las distancias.

Justo eso es una de las cosas que más extraña Doña Kattia, sentarse a tomar café, y hablar con sus amigas. 

Doña Kattia lleva 25 años en el sector de educación, y vive en Santa Rosa de Turrialba, rodeada de cafetales. Ella se define como una persona “hablantina”, y que nunca está quieta. Dos cualidades que se vieron frenadas por estos tiempos de encierro. Es profesora en un colegio de la zona, y le gusta considerarse una “arquitecta de seres humanos”.

Sin embargo, su trabajo se ha dificultado mucho. La distancia con sus estudiantes, que están en décimo y tienen entre 15 y 16 años, ha complicado el proceso. Dice que le hace mucha falta verles el rostro, que a veces piensa que ya se la ha ido olvidando cómo eran. Algunos no encienden la cámara a la hora de las clases virtuales, otros, ni siquiera se conectan.

“En este país no todos tenemos el dinero para tener un internet estable”.

Los problemas de conexión no suelen ser por gusto. Muchos y muchas estudiantes, no tienen internet en sus casas, o solo tienen una computadora que utiliza otro familiar para teletrabajar. En otros casos no tienen ni siquiera acceso a sus teléfonos porque no tienen para la recarga, y en el peor de los casos no hay ni computadora, ni internet.

Además, teniendo en cuenta que a Doña Kattia se le ha complicado un poco adaptarse a las nuevas tecnologías, y aunque lo ha logrado, no ha sido tan rápido como a ella le hubiese gustado. 

Entonces, está el tener que lidiar con las situaciones de sus estudiantes, saber que algunos están pasando un mal rato con la cuarentena. Tener que estar atenta, porque le nace estar atenta, porque le gusta serlo, a que todos y todas estén bien. 

De igual forma, se preocupa por ella misma, y la situación de su casa. Su esposo, comerciante, se vio afectado por la pandemia, y tuvo que reinventarse, sin tener un trabajo fijo en estos tiempos.

La frustración es una constante. De no poder ayudar a todos sus alumnos en sus situaciones económicas, y sociales, de no poder aprender a usar la tecnología tan rápido como le gustaría. Otro factor, es que su lugar de trabajo, se mezcló con su hogar. 

De repente el almuerzo tiene que estar listo, o la llaman a la casa a hablar mientras trabaja. Cuando abre la cámara para sus estudiantes, es, según comenta, abrir las puertas a un nivel de intimidad inusual, a que los estudiantes puedan ver las paredes de su casa y escuchar los ruidos del hogar, o que lo vean y lo comenten.

“El objetivo que debería tener el MEP, es formar personas”

El Ministerio de Educación Pública (MEP), subió a su página oficial, una serie de documentos, o como ellos les llaman “materiales educativos para prevenir el coronavirus.” Uno de ellos se llama, “Orientaciones para el apoyo del proceso educativo a distancia.” Y consiste en 53 páginas, con títulos como: Atención a estudiantes con acceso a internet, y dispositivo en casa. Esa sección detalla:

La atención de estudiantes con acceso a internet y dispositivos tecnológicos en casa, debe estar caracterizada por una mediación pedagógica que promueva el aprendizaje autónomo para la construcción del conocimiento, utilizando las herramientas tecnológicas oficializadas para esta coyuntura por el Ministerio de Educación Pública.”

Y luego habla sobre la utilización de Office 365, y la aplicación Teams, para conectarse, y los beneficios de ambos programas.

Y una página más tiene como título: Estudiantes que cuentan con dispositivo, y con acceso a internet limitado, y esta dice entre otras cosas:

En educación, la existencia de recursos tecnológicos (plataformas digitales en esta coyuntura actual), cobra sentido cuando previamente se ha definido y planificado una metodología de trabajo. Por tanto, lo que marcará la diferencia entre el desarrollo de habilidades y resultados de aprendizaje en la persona estudiante, es la mediación que proponga la persona docente. El medio tecnológico (sea cual sea) trasciende si el método para la mediación y la comunicación es efectivo.” 

Así 53 páginas explicando escenarios. Doña Kattia dice que el MEP no se ha enfocado en la salud emocional de los docentes, tampoco de los y las estudiantes. Dice que ella tuvo 15 años, que sabe que ellos la están pasando mal. Que no hay que menospreciar a una chica que se siente mal porque no ha podido ver a su novio, porque eso sí le puede causar un dolor a ella, y es un dolor válido. Ese entre muchos otros ejemplos, de cómo la pandemia aplasta la salud emocional de un estudiante.

Equilibrio emocional... ha costado. Hay momentos de desesperación, por ese deseo de salir ya. En muchos jóvenes esto ha generado frustración, el sentirse mal por lo que no logran entender.”

Ella se siente igual, frustrada cuando no entiende, o logra algo relacionado a la tecnología. Desesperada de no poder salir al parque de Turrialba a tomar café, y hablar. Pero es feliz de ser profesora, y de educar en estos tiempos, se siente muy capaz, y llena de empatía, le gusta ser un apoyo para sus estudiantes, que la pueden estar pasando mal.

Doña Kattia tenía 18 años de ir al mismo lugar de trabajo, hasta que llegó la pandemia, y le dio estos sentimientos que ahora comparte. Ya no se sienta en un aula a tomar café, se sienta frente a una computadora, a entender bien cómo usarla, y a entender bien a sus alumnos, que viven detrás de una cámara apagada, y a quienes pocas veces puede ver.


Empatía, respeto y comprensión

Una montaña rusa emocional es la constante. Recibimos información diferente a diario; nuevas medidas, nuevos contagios, nuevas muertes, desempleo, etc. Es normal que en este panorama las emociones estén expuestas y suframos cambios.

Una atmósfera que valide los sentimientos y las emociones de los otros y otras, es fundamental para que las personas puedan expresarse. Ambiente respetuoso, comprensivo y una escucha empática, resalta Vargas Piedra.

Ahora bien, si una persona sufre de situaciones como depresión o síntomas muy acentuados de ansiedad, la recomendación de apoyo profesional es lo principal, siempre y cuando se pueda acceder económicamente a ello, lo que lamentablemente no suele ser el caso.

La idea de tener apoyo profesional también es para que la persona logre recuperar ese nivel de funcionamiento que tenía previo a la crisis”, argumenta la psicóloga. 

El aislamiento físico no implica aislarse emocionalmente de nuestros seres queridos, en caso de no convivir con ellos. Hoy en día la tecnología es una aliada que nos permite conectarnos con las personas cercanas.

Es importante recordar que lo que cada uno hace tiene un impacto en los demás. Si ha habido un momento en el cual debemos implementar la solidaridad, la empatía y la compresión, es este. Es la única forma en la que podemos ir llevando esta situación", finalizó.

Esta serie de es una colaboración entre los periodista Alonso Martinez Sequeira y Julián Zamora Mora, así como la ilustradora Beatriz Castro Ferández (@habito.cr en Instagram).

Lea la primera entrega: ““Espero con el corazón el día que el ministro de Salud diga que la pandemia terminó”.