Hoy Costa Rica vive un momento crítico en aspectos macro y microeconómicos (sin contar los temas sanitarios, de inseguridad, corrupción, entre otros.) La primera semana de octubre Costa Rica tiene una cita con uno de los organismos internacionales más temidos y odiados, pero a la vez el más concurrido; el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Hay más dudas y preguntas que respuestas por parte del gobierno, lo único cierto es que el país necesita el dinero del Fondo Monetario porque representa la liquidez y solvencia que Costa Rica necesita y que ni haciendo todos los cambios que se requieren podríamos tener de manera inmediata. Ahora bien...

¿Cómo es negociar con el FMI?

Los especialistas, expertos, funcionarios de alto rango de otros países e incluso colaboradores o excolaboradores han indicado que las negociaciones con el FMI no son nada fáciles. Desde la década de los 90, el FMI ha implementado lo que se conoce como el Consenso de Washington, una serie de lineamientos que exige al solicitante del préstamo una serie de reformas estructurales que —en teoría—fortalecerán al Estado, eficientizan el gasto público y por ende el gobierno tendrá la capacidad financiera de pagarle al Fondo Monetario.

Dentro de las medidas de ajuste que el FMI solicita, están la reducción del gasto público, la medida económica inicial más sencilla (despidos de empleados públicos, congelamiento de contrataciones o disminución de recursos para obras públicas, privatización de empresas estatales, congelamiento de salario público por un determinado número de años, eliminación de subsidios a servicios públicos), o el aumento de ingresos del Estado con impuestos. (Carranza, 2019).

 ¿Qué pasaría si no se recurre al FMI?

Generalmente —como es el caso de Costa Rica— los países acuden al FMI cuando ven comprometida su capacidad de pago para hacer frente a sus compromisos externos e internos como el pago de la deuda, el pago de salarios, el financiamiento del sistema sanitario, educativo, los planes de asistencia social, entre muchos otros aspectos.

El no tener liquidez y solvencia conduciría a uno de los escenarios más catastróficos posibles, la suspensión de pagos también conocida como default. Un país se encuentra en suspensión de pagos cuando no puede pagar préstamos -o "bonos" en la que vencen o cuando ya no puede pagar los intereses de los mismos. Los acreedores afectados pueden ser instituciones internacionales o particulares. A diferencia de las empresas, que se ponen en liquidación en caso de quiebra, los Estados no desaparecen y pueden acumular varias suspensiones de pagos como Perú, que tuvo cinco de 1976 a 1997. (Ámbito, 2020) o Grecia (2015), Ecuador (2008),Argentina (2001), Rusia (1998) y México (1982) por mencionar algunos.

Para conocer a detalle de con qué llega Costa Rica a la mesa de negociación, pueden leer este artículo.

¿Y por qué mejor no usar las reservas internacionales?

Desde hace algunos meses se ha puesto sobre la mesa la idea de utilizar las reservas del Banco Central de Costa Rica para hacer frente al déficit fiscal que enfrentamos. De entrada, esta propuesta suena muy atractiva, sin embargo, comprometería la capacidad de un país de mantener un valor estable de su moneda local frente a las monedas extranjeras. Si un país no cuenta con divisas internacionales se podría enfrentar a una salida súbita de capitales, a una depreciación abrupta de la moneda y una contracción severa de las importaciones (dado que no habría divisas para pagarlas) que impactaría negativamente a la economía. (Serrano, 2018).

En los países que tienen un esquema donde el tipo de cambio es determinado por las fuerzas del mercado, pero con la posibilidad de que el Banco Central intervenga para acotar movimientos abruptos en la cotización pero sin contradecir su tendencia, como Costa Rica  (BCCR, 2020), es muy poco viable que esta propuesta pudiera ser “la solución mágica” que tanto necesitamos.

Además, el Banco Central tiene prohibición de financiar al Estado, exceptuando el uso de Letras del Tesoro —como se hizo en 2018 — que tienen condiciones especiales de monto y plazo.En ciertas situaciones, y aun en países con tipos de cambio flexible, puede ser deseable utilizar reservas internacionales para prevenir un colapso de la moneda doméstica. Más aun, el solo hecho de tener reservas puede prevenir estas situaciones: si los mercados observan que un país cuenta con montos suficientes de divisas, sabrán que un ataque especulativo en contra de su moneda no será exitoso. Por el contrario, si se estima que no se tienen suficientes reservas y que el pago de la deuda externa puede estar en peligro, se puede dar una salida abrupta de capitales.

A nadie en ningún lugar del mundo le gusta que se metan con su bolsillo, pagar más impuestos o perder poder adquisitivo, lamentablemente hoy estamos nuevamente entre la espada y la pared. Coincido con el malestar social, no es justo que las personas que pagamos impuestos directamente a Hacienda tengamos que pagar aún más si los grandes contribuyentes no pagan lo que les corresponde, pero tampoco es justo que un sector importante de la población que nunca ha pagado impuestos (sin contar el IVA) siga sin hacerlo, es una mala práctica que debería ser erradicada, fiscalizada y castigada. Uno de los mayores retos y dónde el gobierno debería poner énfasis es en ampliar la base contributiva  y no en poner más carga a los contribuyentes actuales.

El gobierno no ha hecho un buen trabajo en el ámbito de generar confianza con los ciudadanos y con el sector empresarial y la Asamblea Legislativa no ha hecho un esfuerzo adicional por marcar una agenda propositiva y que robustezca a la clase baja y media, esta última es la que siempre sostiene la carga tributaria y genera altos ingresos a las arcas públicas; Además en su gran mayoría los especialistas, ex diputados, políticos, académicos y otros actores de la sociedad civil, se han dedicado a lanzar declaraciones improductivas,  evidentemente sin lanzar una contrapropuesta real, viable y cuantificable que abone a la solución de todo el cúmulo de problemas que Costa Rica viene arrastrando desde hace varios años, pero que el 5 de octubre podrían empezar a cobrar una factura muy alta.

Hoy el ciudadano pide lo que debería ser cotidiano, que se recauden impuestos “justamente”, que se gaste bien, eficientemente y sin opacidades, que el gobierno (todos los poderes) se ordene y que se tomen las cosas con seriedad, basados en hechos, que se dejen de lado —pero en serio— las diferencias partidarias y se llegue a octubre con una propuesta real, robusta, nutrida, con las mejores ideas, que abone a la solución de problemas.

Hoy más que nunca no hay tiempo ni espacio para la corrupción, para la falta de voluntad política, para la protección de “caciques” o “intocables”, para la simulación, para los gritos y peleas en el plenario; Hoy Costa Rica necesita políticos y ciudadanos a la altura de las circunstancias.

Si el gobierno de Carlos Alvarado no llega con un apoyo del sector político, empresarial y ciudadano, el país estará a merced de lo que el Fondo Monetario dictamine porque el dinero se requiere sí o sí. La clave está en seguir proponiendo antes de negarnos a aceptar la realidad y exigir a nuestros representantes cabalidad, sentido común y numérico para respaldar aquello que se deba respaldar, cambiar lo que se deba cambiar y formular soluciones concretas que funcionen para llegar fuertes y unidos a la mesa de negociación.

También es un buen momento para replantearse el modo de (sobre)vivir de cada ciudadano y la relación que mantiene entre sus ingresos y egresos, pero ese es otro tema.

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