Justo hoy hace 8 meses, el 12 de diciembre del año pasado, el presidente de la República, Carlos Alvarado Quesada, dejó en firme la norma técnica que permite la aplicación del aborto terapéutico en el país.
¿Cómo ha avanzado el proceso de regulación de esta técnica y cuál es la realidad a la que se afrontan las mujeres que necesitan someterse a un procedimiento de este tipo? Ese es el tema que abordaremos en esta nota, elaborada a partir de la historia de Sara (nombre ficticio pues Sara nos pidió que resguardáramos su identidad) una mujer costarricense que semanas atrás tuvo que afrontar una complicación en su embarazo que puso en riesgo su vida.
Según los datos del Ministerio de Salud, a corte del mes julio de este año, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) ha reportado tres solicitudes de aplicación de lo establecido en la norma técnica para el procedimiento médico, vinculado con el articulo 121 del Código Penal. De estas tres solicitudes solo una fue aceptada.
Haciendo un repaso, es necesario recordar que el artículo 121 del Código Penal señala, desde su promulgación en 1971, que "no es punible el aborto practicado con consentimiento de la mujer por un médico o por una obstétrica autorizada, cuando no hubiere sido posible la intervención del primero, si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y éste no ha podido ser evitado por otros medios". Esta técnica se conoce como aborto impune.
Sin embargo, y como hasta diciembre del 2019 no había claridad jurídica sobre qué condiciones eran las que el Estado entiende como causas de peligro para la vida o salud de la madre, el país evidenció casos como el de Ana y el de Aurora, dos mujeres que fueron obligadas a continuar con sus embarazos hasta el final del proceso, a pesar de saber que, en los dos casos, los embarazos eran incompatibles con la vida extrauterina.
En 2019 el Ministerio de Salud terminó la norma que regula esta técnica y, aunque si bien la firma le quedó plasmada al documento en diciembre anterior, la autoridad sanitaria dio 6 meses a la Caja para que esta pudiese formular los protocolos de ejecución necesarios.
Dicho protocolo finalmente fue enviado el pasado 11 de julio a Salud para su revisión (un día antes de que venciera el plazo) y hoy, 8 meses después, el protocolo sigue sin estar listo.
Hasta que la vida esté en riesgo
Sara ingresó a Emergencias del Hospital Calderón Guardia a mediados del mes de julio. Según los datos que Salud brindó en diciembre, para ese momento ya debían estar los protocolos listos para atender casos como el suyo; sin embargo, el protocolo sigue a la espera.
Mi experiencia a todos nos marcó bastante debido a que no está todavía el protocolo para el aborto terapéutico. Yo no me puedo quejar de la atención que recibí por parte del personal de salud del hospital, se portaron super bien conmigo; pero en un caso como el mío, donde todos los doctores hubiesen estado a favor de inducir muchísimo antes, no es posible que sigan estando atados de manos para actuar y para hacer que una mujer sufra menos de lo que sufrí yo".
Sara cuenta que su embarazo fue deseado y esperado y que cuando llegó a la vigésima semana y las citas con su ginecólogo mostraban que todo marchaba bien, empezó a sentirse cada vez más tranquila. Sin embargo, al finalizar la semana 2o de gestación, la mujer empezó a sufrir los sangrados que la llevaron a Emergencias del Calderón Guardia.
Cuando llegué me dijeron que yo ya estaba completa, es decir, completamente dilatada. Que le digan a usted que ya su bebé va a nacer a las 20 semanas y que usted sepa que no va a sobrevivir, es una cosa durísima".
Los que Sara presentaba era una incompetencia cervical, una condición que provoca que el cuello uterino no pueda retener el embarazo hasta que éste llegue el término. Si la incompetencia se detecta a tiempo, esta condición puede solventarse con un procedimiento llamado cerclaje cervical que se realiza a las semanas 13 o 14 del embarazo; pero con el peso de un embarazo de 20 semanas, el riesgo para Sara era elevado.
Me hicieron el cerclaje de emergencia y aunque en al inicio la cirugía salió bien, en la tarde volví a sangrar y ahí fue donde los doctores se dieron cuenta que el cerclaje se había abierto. En este momento es super difícil porque no hay esperanza de absolutamente nada, ya no hay nada que hacer. Yo entendía con todo el dolor de mi corazón, que si mi bebé nacía, no iba a sobrevivir. Ya para esto tenía 21 semanas, yo entendía que las posibilidades eran prácticamente nulas porque la bolsita estaba casi fuera y más adelante terminó por romperse. Yo hubiese tenido que aguantar mínimo, mínimo, 8 semanas más, o sea dos meses y eso no es real. Sin embargo, como el bebé estaba bien, los doctores prácticamente no podían hacer nada".
El texto de la norma técnica (que ustedes pueden revisar completo, aquí) establece el procedimiento para valorar si corresponde o no una interrupción al embarazo cuando la salud o la vida de una mujer embarazada están en peligro.
El caso de Sara, sin embargo, era complejo pues como ella misma lo señala, "había una lucecita muy pequeña al final".
El mismo doctor me dijo que ellos estaban ahí para salvar vidas y que si había una esperanza la iban a pulsear. El cerclaje fue eso, casi un acto heroico; pero ellos sí me explicaron que por legislación, si el bebé está vivo aunque esté todo ya perdido, ellos no pueden inducir. Cuando llegué yo eso lo entendí pero después del cerclaje y de ver que la bolsa ya estaba rota, yo le dije al doctor que yo tengo niños en la casa que dependen de mí".
Uno de los temas sobre los que refiere el texto firmado el año anterior, es el del concepto de salud que deben manejar los médicos a la hora de tratar procedimientos de este tipo. Sara es enfática en señalar el impacto psicológico que tuvo esta experiencia para ella. En diciembre del año anterior, el jerarca de Salud, Daniel Salas Peraza, había señalado al respecto que:
En el caso del riesgo para la salud psicológica siempre va a haber un médico en la triada que se conformaría, que sería de la patología de fondo, en ese caso sería un psiquiatra y sería este, en conjunto con los otros dos médicos que serían ginecólogos, los que resuelvan el caso. Siempre va a haber un profesional de esa patología que le dé todas las posibilidades a la paciente y si ya definitivamente no se puede hacer nada, sí se recomendaría la interrupción del embarazo".
Sin embargo y según asegura la paciente, en un caso de alta complejidad como este y sin los protocolos en firme, la realidad es que los médicos siguen sin tener un panorama claro respecto a qué pueden hacer y cómo deben intervenir en este tipo de situaciones:
Te dicen que tu vida es lo más importante en este momento pero en mi caso que había que esperar a que a me diese una fiebre o una infección para poder hacer algo. Básicamente ellos tienen que esperar a que el bebé se muera o que yo me ponga mal para poder inducirme".
Sara estuvo así casi 7 días mientras estuvo internada tras los sangrados. Al finalizar la semana, sin embargo, su estado de salud empeoró y los sangrados también y entonces el escenario llegó y así fue como Sara finalmente ingresó a sala de operaciones.
Honestamente te digo, yo tenía miedo de que me iba a morir y por eso cuando me puse peor, me despedí de mi familia. Hoy estoy aquí para contarlo pero el proceso fue durísimo".
El día que conversó con este medio, Sara aseguró que entiende que "con respecto a la norma hay muchísimo y muchísima gente opina" y por ello precisamente es que decidió contar su historia "para que las cosas se empiecen a mover" y Salud por lo menos, complete el proceso de aprobación del protocolo:
Yo sé que ninguna historia es igual pero sé que hay muchas historias que son hasta peores. Yo creo que después de que el cerclaje no funcionó y después de que se me reventó la bolsa ¿ya era hora, no? ¿Para qué dejarme ahí?"
Esto no es cuestión de un Dios o de una religión, es cosa de humanidad. Si le pasa a los encargados de encargados de hacer el protocolo, dejaría de ser un problema; el tema es que le pasa a uno. Esto hay que decirlo públicamente porque la ignorancia y el miedo es mucho. La gente cree que la norma va a permitir que empiecen los abortos por doquier, pero esto es terapéutico. Es cosa de humanidad. El impacto físico y emocional es muy grande. Gracias a Dios lo que he vivido no le va a pasar a muchas mujeres porque yo no se lo deseo a nadie; pero por favor, infórmese, la aplicación del protocolo para el aborto terapéutico es urgente, es de humanidad, de respeto a las mujeres".
Según confirmó el Ministerio de Salud tras una consulta realizada por este medio, actualmente "se trabaja en la revisión del protocolo de forma paralela a la atención de la emergencia por COVID-19".