Lagom es una palabra en sueco que explica cómo se hacen y mueven las cosas en ese país. Explicarla implica entrar en sus raíces, y darse cuenta que apuntan a una vida sin excesos, pero tampoco sufren la escasez de tener poco, no viven ajustado con el justo medio, sino que buscan tener “lo suficiente”… Pero ¿cuánto es lo suficiente? Algo como “un poquito más, pero ni tanto”, como repetirse en el buffet, pero sin llenar de nuevo todo el plato. Lagom no tiene una traducción a ningún otro idioma, es una palabra que marca la omnipresencia en la cotidianeidad de Suecia. Es una palabra que refleja la esencia del Reino de Suecia.

En Suecia, pareciera también que el tiempo pasa más lento que en Centroamérica, así las personas una vez terminan su gymnasium (secundaria/bachillerato) no son presionados en continuar sus estudios universitarios para “conseguir un buen trabajo”, su mentalidad esta lejos de la sobrevivencia y esta más en el ámbito de experimentar, algo que es consecuencia del Estado Social de Derecho en el que se vive, ya que el Estado le paga a sus habitantes por estudiar, y si algo llega a faltar, pues papá Estado esta como último recurso para apoyarte.

Así, vemos que jóvenes entre 18-20 años, se dedican a ahorrar por uno a dos años, para después dedicarse a viajar alrededor del mundo; y ya cuando tienen una visión adquirida ,a eso de los 23 años, pues proceden a volverse “adultos”, entrando a la universidad (gratis dicho sea de paso) o bien a una escuela vocacional (para hacerse carpintero por ejemplo) y repetir. En Suecia, el banquero más viejo y rico, ha vivido esa experiencia de tener un summer job como barista, salonero/mesero o alguna actividad similar. Es un país donde el clasismo, es prácticamente inexistente, a diferencia de El Salvador. En Costa Rica, la diferencia que se siente con El Salvador es abismal, sobretodo por los clasismos inconscientes implantados en todo actuar del salvadoreño, desde el que brinda servicios, hasta quien los pide. No nos damos cuenta, de muchas cosas y en realidad encuentro muchas similitudes entre Costa Rica y Suecia, siendo la horizontalidad de la sociedad, una de ellos.

Antes que existiera en el ámbito político Justin Trudeau y Barack Obama, el Reino de Suecia dio al mundo a un hombre fuera de serie, quien dejo una huella enorme en la humanidad: Olof Palme, nacido en Ostermalm, el barrio más rico del país, fue un estudiante de arte de la Universidad de Ohio y se formó como abogado de la Universidad de Estocolmo. Con las visiones que adquirió en sus viajes por el mundo, se adentró a la esfera política y  fue escalando en posiciones llegando a ser parlamentario, ministro de Transportes, ministro de Educación, presidente del partido socialdemocráta de Suecia (1969-1986) hasta llegar a ser primer ministro en dos ocasiones (1969-1976; y 1982-1986).

Este hombre hizo grandes cosas en sus períodos, como por ejemplo: se opuso a la política exterior Estadounidense por su posición en contra de Cuba y la guerra de Vietnam; no era una alineado de los rusos, pues también criticó la ocupación de Checoslovaquia. Conocedor de su privilegio y de vivir en un país predominantemente blanco, de personas rubias y ojos claros, fue un acérrimo crítico de la política de aperthaid surafricano. Defendió el derecho de la autodeterminación palestina; se comprometió con los países del tercer mundo, defendió la transición democrática de España.

Además, fue un defensor de los migrantes, aceptando refugiados de diferentes naciones del Mundo (El Salvador, Chile, Bosnia, países Africanos, entre otros). El 25 de diciembre de 1965, en la Radio Nacional Sueca, Palme emitió un discurso, que tiene un eco enorme a la realidad anti-inmigrante de hoy en día:

“Hay mucho que la sociedad puede hacer para aliviar las situaciones de los inmigrantes, acciones concretas que pueden fortalecer el sentido de pertenencia y el respeto mutuo acerca de lo que no voy a hablar hoy.
Crucial para el éxito de las acciones de la sociedad son las actitudes hacia los inmigrantes entre los individuos, la democracia está profundamente arraigada en nuestro país. Respetamos los derechos y libertades fundamentales. Las teorías raciales y turbias nunca han logrado afianzarse. Nos gusta vernos a nosotros mismos como de mente abierta y tolerante. Pero no es tan simple.
El prejuicio no necesita estar arraigado en algún tipo de teoría execrable. Sus orígenes son mucho más básicos. El prejuicio siempre está arraigado en la vida cotidiana. Crece en el lugar de trabajo y en el barrio. Da rienda suelta a los propios fracasos y desilusiones. Sobre todo, es una expresión de ignorancia y miedo. Ignorancia con respecto a la singularidad de otras personas. Miedo a perder un puesto, un privilegio social, un derecho anterior.
Por supuesto, el color de la piel, la raza, el idioma y el lugar de nacimiento no tienen nada que ver con las cualidades humanas. Calificar a las personas que usan tal criterio está en evidente conflicto con el principio de la igualdad humana. Pero es vergonzosamente simple de usar en contra del que se siente inferior ... en el lugar de trabajo, en la vida social... Por lo tanto, el prejuicio siempre acecha incluso en una sociedad iluminada. Puede aparecer como una burla, una réplica insensible, una pequeña bajeza. Tal vez no está destinado a causar daño. Pero para el receptor, puede romper heridas que nunca sanarán.”

Olof Palme fue un visionario, un hombre fuera de serie y que dejo una huella enorme en la humanidad, sus palabras marcaron el destino de muchos y forjaron el carácter de la gran nación del Reino de Suecia. El 28 de febrero de 1986, Olof Palme iba caminando, sin seguridad (como acostumbraba) sobre las calles de Estocolmo junto con su esposa después de ir al cine, cuando fue víctima de un cobarde ataque a mano armada que le robó su vida, dejando una pérdida irremediable para la humanidad. Suecia perdió algo más que su visionario y fuera de serie primer ministro, pues con ese momento la sensación lagom no volvió a ser igual.

Es impresionante pensar que en Costa Rica, los presidentes al igual que en Suecia, caminan por las calles como cualquier ciudadano normal, andan (hasta hace poco) sin mayor seguridad y viven en casas particulares. Esto es un tesoro que debemos preservar, pues deja en evidencia el nivel de cultural, racionalidad y cultura de paz del país. Esto lo traigo a mención porque días atrás pasó algo inaudito: insultos más que subidos de tono, groserías, improperios, acosos desmedidos, ataques, intentos de golpes y hasta objetos lanzados contra el carro de un hombre de 38 años (8 años más que yo) quien además es el presidente de la tierra de la Pura Vida, un hombre culto, valiente, serio, recto y que esta teniendo sobre sus manos un proceso complejo y difícil de llevar, como resulta la reforma fiscal. Los aires pueden caldear, puede existir miedo y desinformación que lo agraven, pero no podemos perder la cordura y llegar a la violencia. Que nadie nos quite la paz, y sobre todo, que nadie nos quite a personas que el destino ha eligedo para liderar una nación, en particular, una nación como la de Costa Rica que inyecta esperanza de un mundo mejor… a todo el mundo. Respetemos y discutamos las ideas, el presidente Carlos Alvarado no se merece un trato de esa forma.

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